LO QUE ESCONDEN LOS ESQUEMAS
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Ignacio Benedetti
Periodista deportivodedicado al análisis y estudio del fútbol, con experiencia en diferentes medios de comunicación , tanto venezolanos como internacionales. El fútbol como ventana a la vida en sociedad del ser humano.
www.ibenedetti.com
@IgnacioABP



A Juan Manuel Lillo le preguntaron alguna vez qué sería aquello de saber de fútbol. El entrenador español respondió que conocer del juego es saber de futbolistas. El hoy segundo entrenador del Manchester City no se refería a la habitual memorización de estadísticas a las que nos han acostumbrado los grandes medios; lo del tolosarra era un llamado a profundizar sobre el ser humano que hace de futbolista.

Esa premisa, popularizada por César Luis Menotti, invita a reducir la importancia que tienen los esquemas posicionales y trasladar la observación a lo qué hacen los equipos cuándo tienen la pelota y cómo se comportan cuando no disponen de ella. Es una mirada mucho más acorde e inclusiva, que tiene en consideración la magnitud de sucesos que se producen en el campo.



La sucesión de hechos complejos -no jugadas como se dice- que se dan en el terreno de juego (Francisco Seirul.lo dixit) están condicionados por el espíritu de este deporte. El fútbol es una actividad de oposición directa y de cooperación, sujeta a un sinfín de cambios producto del movimiento de la pelota y de los jugadores, lo que lleva a que un equipo esté constantemente reorganizándose en función de los aconteceres y las emergencias del partido. Es por ello que la cooperación y la comunicación se dan no solamente entre compañeros sino también con los rivales.

Llegados a este punto, es importante definir qué son los esquemas posicionales. Estos constituyen apenas una referencia, un punto de partida y, en determinados momentos, una especie de comodín para recuperar la reorganización colectiva. Pero una vez se mueve la pelota, y con ella los futbolistas, estos dejan de ser preponderantes; lo trascendental sen encuentra en aquello que demanda cada circunstancia del duelo deportivo.

Como si fuera poco, estas numeraciones se han convertido en una muletilla para rellenar espacios en los diferentes medios de comunicación, dándoles una relevancia que no tienen al momento de estudiar a profundidad la identidad de un equipo.

Tomemos la siguiente situación como ejemplo: el lateral derecho recibe la pelota y al levantar la cabeza se percata de que puede conducirla hasta determinada zona. Tras recorrer quince metros, le pasa el balón al mediocampista más cercano, quien con una mirada le invita a seguir proyectándose por esa banda, bien sea para enviarle un pase en profundidad o para liberarse de uno de sus marcadores. En ese momento no existe referencia alguna hacia algún esquema posicional. Más bien, ambos futbolistas están obligados a interpretar y ejecutar aquello que sea más favorable para las intenciones del equipo, siempre en concordancia con el balón, el espacio y los oponentes.



No en vano muchos entrenadores de las etapas infanto-juveniles se ocupan no ya de que el futbolista asimile instrucciones, sino que promueven la comprensión de este deporte. Cualquier jugador puede entender una directriz, pero será su interpretación del juego lo que le llevará a tomar la mejor decisión, aunque esta se aleje de la primera opción planteada.

Los esquemas posicionales no dicen nada de las relaciones que se producen en el campo, como tampoco permiten observar el rico proceso de reorganización que viven los equipos durante la totalidad de un partido. Por el contrario, invitan a pensar que el fútbol es una actividad lineal, de respuestas simples y rígidas, que se pueden adquirir en los recetarios que se multiplican en las editoriales, que desechan el principal componente de esta actividad: el ser humano.

Jugar es adaptarse, cooperar, reaccionar, comunicarse, sorprender y apoyar. Nada de esto podrá observarse si la atención está puesta en los esquemas.


Ignacio Benedetti