En el deporte de alto rendimiento, donde los límites físicos se ponen constantemente a prueba, las lesiones del tendón de Aquiles representan un verdadero punto de inflexión. Su rotura puede significar desde una larga pausa hasta el final prematuro de una carrera. Por eso, es fundamental comprender su origen, diagnóstico y manejo, no solo desde el punto de vista médico, sino también desde la prevención y el seguimiento a largo plazo del atleta.

La rotura del tendón de Aquiles es una lesión que implica la pérdida de continuidad parcial o total del tendón que conecta los músculos gastrocnemio y sóleo (el llamado tríceps sural) con el calcáneo, el hueso del talón. Esta estructura, de aproximadamente 15 cm de longitud, es la más resistente del cuerpo humano, pero también una de las más expuestas a microtraumatismos por sobreuso, desequilibrios musculares, alteraciones biomecánicas o falta de recuperación adecuada.
Cuando se rompe, el tendón deja de transmitir fuerza de forma eficiente, comprometiendo gravemente la capacidad de impulsión del pie. La rotura puede ser parcial, afectando solo parte de las fibras, o completa, cuando hay una separación total entre los extremos tendinosos. Este tipo de lesión requiere atención inmediata y una decisión terapéutica precisa para maximizar la recuperación funcional del deportista.
La incidencia se ha incrementado en las últimas décadas, en paralelo al auge del deporte recreativo y competitivo. Se estima que entre 6 y 37 de cada 100,000 personas sufren esta lesión cada año. Afecta principalmente a varones entre 30 y 50 años, aunque en atletas profesionales puede presentarse a edades más tempranas debido a la alta exigencia física.
Casos de Atletas Famosos
- Kobe Bryant (NBA): Sufrió la rotura en 2013, regresando a las canchas tras ocho meses.
- David Beckham (fútbol): Se lesionó en 2010 a los 34 años, perdiéndose el Mundial de Sudáfrica.
- Kevin Durant (NBA): Uno de los regresos más exitosos tras una rotura completa en 2019.
Estos casos evidencian que, aunque es una lesión grave, con un tratamiento adecuado es posible volver al más alto nivel competitivo.
La rotura suele ocurrir durante acciones explosivas: sprintar, saltar o cambiar bruscamente de dirección. El mecanismo más frecuente es una contracción excéntrica repentina del tríceps sural, como al empujar para un salto o al impulsarse hacia adelante. En muchos casos, el deportista describe la sensación de un “latigazo” o “patada” en el talón.
El diagnóstico es eminentemente clínico. El signo de Thompson (ausencia de flexión plantar al comprimir la pantorrilla) es altamente confiable. Se complementa con ecografía musculoesquelética o resonancia magnética para confirmar la extensión de la rotura y planificar el tratamiento.
Indicado en roturas parciales o en pacientes con baja demanda funcional. Consiste en inmovilización en equino (posición de flexión plantar) seguida de rehabilitación progresiva. Estudios recientes han demostrado tasas de éxito similares al tratamiento quirúrgico en determinados perfiles de pacientes, aunque con mayor riesgo de rerrotura.

La cirugía sigue siendo la opción preferida para atletas profesionales y personas activas. Existen técnicas abiertas y mínimamente invasivas (percutáneas) que buscan restaurar la continuidad tendinosa y permitir una recuperación funcional más rápida. El protocolo postoperatorio incluye fisioterapia intensiva y reintegración progresiva al deporte en un plazo de 6 a 9 meses.
La rotura del tendón de Aquiles es una lesión desafiante pero superable. Con un diagnóstico certero, tratamiento individualizado y una rehabilitación rigurosa, muchos atletas logran regresar al más alto nivel. La clave está en el manejo interdisciplinario, donde el traumatólogo juega un rol central.