Por Franca Trezza. Siempre se puede volver a empezar. Busquen redes de apoyo, si las requieren. Trabajen lo suficiente, autopresérvense. Vivan intensamente. El tiempo es lo más valioso que tenemos.
Cerrando ciclos
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Hasta marzo de 2020 todos teníamos una vida y abruptamente la misma nos cambió. Se presenta una pandemia llamada la COVID-19 que, como una intrusa, invade nuestras rutinas cotidianas, sin pedir permiso. Quedamos desconcertados y confinados en nuestros hogares, obligándonos a adaptarnos, a asumir los retos y desafíos de esta nueva realidad, que en definitiva no ha sido fácil.

En este sentido, 2020 ha sido muy particular. Nos puso en el lugar de hacer muchos cambios, como por ejemplo: el teletrabajo, clases en línea, vivir con estrictas medidas de bioseguridad. Permanecer en casa las 24 horas del día, los 7 días de la semana, rompiéndose así la dinámica de los hogares y generándose mucha ansiedad, depresión y violencia.

Entonces, ya en diciembre, después de transitar un año difícil, diferente, demandante y cambiante, que nos confrontó, también nos invita a hacer más silencio para escucharnos internamente. Y, desde ese lugar, respondernos: ¿Qué perdí en estos meses? ¿Qué aprendí? ¿Qué gané? Y ¿hacia dónde voy? Parecen fáciles de contestar. Sin embargo, conviene detenerse para reflexionar las respuestas.

En la vida de cada ser humano hay 5 áreas muy importantes, que deberían estar en equilibrio. Ellas son: salud, familia, trabajo, amigos y vida espiritual. Si le aplicas las 4 preguntas a cada una de las áreas, podrás ver lo que evolucionaste y en qué aspectos personales deberías trabajar más para fortalecerlos, logrando así mayor equilibrio interno.

En ese sentido, tal vez este año aprendimos a cuidar de una forma más responsable nuestro cuerpo, cambiando hábitos alimenticios, haciendo más ejercicio, para liberar el estrés acumulado y descansando más, para lograr mayor salud mental y física. Entretanto, en el trabajo nos tocó organizarnos y planificar nuestros horarios y agendas, ya que laborar desde casa, con la familia presente, no es fácil.

Las familias se unieron o desunieron. Algunos mejoraron las líneas de comunicación; lograron negociar y resolver conflictos. Pudieron manejar la frustración, vivir en la incertidumbre, vivir los duelos por las pérdidas de seres queridos. Tocó escuchar más antes de hablar. Empatizar con las emociones de la pareja y los hijos. Dominar la rabia, examinarnos antes de criticar y perdonar.

En el área social valoramos más a nuestros amigos, a esos hermanos que elegimos. Entendimos que hay que cuidar los lazos afectivos, porque son muy valiosos. Descubrimos que juntos podemos salir adelante más fortalecidos, porque es tiempo de hacer equipo, de solidaridad, unión y hermandad. Asimismo, valoramos más a quienes nos atienden en los hospitales, clínicas, farmacias y supermercados, entre otros.

Entretanto, se fortaleció el área espiritual. Muchas personas comenzaron a meditar, a orar, a mirarse adentro. A relajarse y hacer crecer en su vida interior, donde están todas las respuestas. Donde se halla la parte más sabia e intuitiva de cada uno de nosotros. En definitiva, lo que marcará tu vida en positivo, si te conectas con la divinidad que habita en ti.

Les invito a que recuerden que siempre se puede volver a empezar. Busquen redes de apoyo, si las requieren. Asimismo, trabajen lo suficiente y autopresérvense. Tengan presente que la familia es la principal red de apoyo. Vivan intensamente, la vida es una y corta. Y antes de morir, vivan recordando que el tiempo es lo más valioso que tenemos.

Les deseo un próspero 2021.


Crédito Foto:
Engin Akyurt en Pexels.