Burt Rutan no ha tenido miedo al momento de realizar extrañas aeronaves que han desafiado los convencionalismos en materia aeronáutica. Está asociado a uno de los hombres de la aviación moderna.
Este diseñador ha logrado aviones como por ejemplo el Voyager 1, que hizo el viaje alrededor del mundo sin repostaje adicional de gasolina. Además, Rutan diseñó el Starship, aeronave que orbitó la Tierra con éxito. Esto le valió el premio SpaceX, destinado a rendir tributo a aquella iniciativa privada que pusiera en órbita a un ser humano.
Burt Rutan está de vuelta. Esta vez se asoció con Paul Allen, uno de los fundadores de Microsoft, para crear un avión que resume en una frase su principal característica: es el más grande del mundo, llamado Stratolaunch. Es asombroso por su tamaño, un verdadero gigante. Literalmente son dos aviones similares unidos por un ala en común.
Tiene 6 motores, de los mismos que usa el avión de pasajeros Boeing 747-400, que producen cada uno 56.750 libras de empuje. Sus 28 ruedas soportan 590 mil kilogramos de peso a su máxima carga. Está hecho de materiales compuestos. Su envergadura alar es de 117 metros, 29 metros más que el avión ruso An225 Myria, considerado el más grande antes de que llegara el Stratolaunch.
Para darse una idea de lo grande que son sus alas de extremo a extremo, hagamos el siguiente ejercicio de imaginación. Si los hermanos Wright repitieran su vuelo histórico de 37 metros en las alas de este gigante, tendrían que hacerlo tres veces para poder llegar de un extremo al otro.
Pero, ¿para qué fue construida esta aeronave? Su único y fundamental propósito es poner cargas satelitales en órbitas terrestres. Lanzar un cohete desde una aeronave, permite ahorrar tiempo y dinero, porque la carga es puesta desde una altitud mayor y no desde la tierra.
El vector de carga, en este caso el avión, está listo en mucho menos tiempo para un nuevo lanzamiento que un cohete convencional, que pierde parte de sus componentes en cada despegue.
El Stratolaunch necesita una pista de unos 3 kilómetros de largo y no un complejo de lanzamiento como sucede, por ejemplo, con el Ariene 5 en la Guyana francesa. Por último, pero no menos importante, es que este gigante puede hacer su lanzamiento desde un lugar seguro, fuera de centros poblados.
