Angel Sánchez
Por Yolanda Manrique Fotografía: Raymond Fuenmayor
Agradecimientos: Aura Marina Hernández / Blue Press Service
Nació en Valera. Aunque no le gusta la palabra emigración, reconoce que ha sido una suerte de incansable viajero, que comenzó arribando a Caracas y desde allí se abrió paso a Nueva York y ahora a la ciudad de Miami: “No me considero un inmigrante, porque eso conlleva una carga de necesidad que, por fortuna, yo no he tenido. Salí de mi hogar materno y luego de mi zona de confort en Venezuela, por decisión propia, por la inquietud de conocer nuevas cosas, de experimentar en nuevos espacios, descubrir otras visiones. Claro que fue una decisión difícil, porque en mi país alcancé una buena posición y reconocimiento, pero para lograr el triunfo internacional hay que salir a explorar y darse a conocer. Fue mi elección para evolucionar y desarrollarme profesionalmente”.
Viajó un par de días a Caracas. En esa breve estancia, fuimos uno de los privilegiados medios que tuvo la oportunidad de conversar con él. Una apretada agenda que abrió espacio para compartir con la prensa sus nuevos proyectos. Nos recibió con su amplia y generosa sonrisa en los espacios del Hotel Cayena, horas antes de su compromiso con la inauguración de la Galería Avanti, una de las razones para estar en nuestra capital.
El Miss Venezuela, la Galería Avanti, ¿una feliz coincidencia?
—Yo diría que sí, totalmente. Que ambos eventos, tanto la celebración del Miss Venezuela como la inauguración de ese impactante local hayan sido en fechas tan cercanas me permitieron agendar perfectamente mi estancia en Caracas. Maite Delgado me había pedido, hacía varios meses, que la apoyara en su participación en el 70 aniversario del certamen, pero no me había planteado, en ningún momento, que yo volvería al concurso, más allá de vestir a la anfitriona. Entonces llegó la invitación de Avanti, quienes son mis anfitriones en esta oportunidad. Recibir también la invitación de la organización del Miss Venezuela para ser jurado fue una sorpresa. Asumir ambos compromisos transformaron este viaje en una exploración que ha resultado muy positiva. Estoy gratamente sorprendido con lo que he visto. Tenía cerca de siete años sin visitar el país y encontré una disposición anímica inesperada, más optimista, más orientada hacia el desarrollo, al crecimiento en muchos aspectos, no solo el económico. Me sentí muy cómodo. Están ocurriendo cosas de las que quiero ser parte.
“Caracas me ha dado tanto, que no fue sencillo alejarme, pero esa renuncia fue una forma de evolucionar”
¿Vendrá con nuevas sorpresas a Venezuela?
—Tengo un nuevo proyecto, Ángel Sánchez Reddit. Dejé atrás las ventas departamentales y la presentación de colecciones, y estuve muy enfocado en atender las necesidades de mis clientes, con diseños personalizados. La pandemia me sorprendió en una etapa en la que sentía que estaba en un momento de transición. Me permitió descansar lo suficiente. Ahora tengo el plan de traer a la Galería Avanti un nuevo concepto en el que estoy trabajando en un formato ready to wear. Estoy explorando, en términos de colaboración, con artistas y diseñadores emergentes, para sacar piezas, siluetas, ideas de mis colecciones pasadas. Desarrollarlas y crear una colección para una mujer moderna, urbana, quizá más joven.
A finales del año pasado, celebró sus 35 años de carrera profesional ¿Cómo los definiría?
—Me obligó a enfrentarme con mi pasado, y en cierta forma, fue importante para reconciliarme con mi carrera como diseñador. Fue muy emocionante y nostálgico. Se hicieron dos eventos simultáneos, uno en Caracas y otro en Miami. Lamentablemente, en el de aquí no pude contribuir todo lo que habría deseado, porque no tuve la oportunidad de venir personalmente. Fue un evento muy emotivo para mí, porque me conmovió muchísimo constatar cómo mi trabajo ha inspirado a los jóvenes creadores que participaron en esta iniciativa de Latam FDF, una fundación cuyo plan de acción es apoyar a la infancia de bajos recursos de Venezuela. En Miami, la exhibición se realizó en los espacios de la galería de Paquita Parodi. Al repasar y examinar mi trayectoria, volví a experimentar ese proceso creativo tan importante. No me inclino a ver hacia atrás, al contrario, siempre estoy pensando en el futuro, pero ahora concluyo que a veces hay que ver algo del pasado, para seguir adelante. Además, es bueno recordar ideas inconclusas que merecen revisitarse.
¿Por qué se peleó con su oficio?
—Es como todo. Es una relación compleja como cualquier amor en tu vida. Tu carrera te da muchas satisfacciones, pero también dolores y tristezas. Uno se satura. La moda ya no me estaba dando emoción, no me estaba sorprendiendo con la misma pasión. Personalmente, necesitaba una pausa, “bajarle dos”. Durante la pandemia, tuve la oportunidad de reflexionar sobre mis 35 años de carrera y lógicamente, vi el crecimiento, una vida completa dedicada a este mundo, y siento que me volví a enamorar, que sí tengo algo más qué aportar a la relación. Y creo que se ha reiniciado, de una manera natural, esa comunicación íntima que impulsa mi trabajo.
“Al salir de mi Valera natal y luego de mi país, considero que tomé la mejor decisión. He sido bendecido por las oportunidades que me ha dado la vida”
¿También se reconcilió con la arquitectura?
—Yo diría que fue algo como un reencuentro. Me alejé de la arquitectura porque me sedujo más la moda. Pero, de algún modo, siempre estuvo en mi mente volver a ella. El tiempo me ha demostrado, además, que no son procesos tan alejados. Tienen en común la búsqueda de la narrativa, la selección del concepto, los trazos, las texturas, los colores. Los años, también, me han enseñado a controlar la impaciencia de la juventud, esa que me hacía preferir la inmediatez de diseñar un traje, frente al largo plazo que requiere ver terminado un edificio. Me tiene totalmente apasionado, aunque me tome más tiempo. Es parte de la madurez, supongo.
Entonces, ¿Qué cambió en su relación con el diseño arquitectónico?
—Uno, como artista, busca siempre una forma de expresarse. Durante mucho tiempo lo he hecho a través de mis diseños de moda. Pero el mismo ímpetu, la misma rapidez con la que se elabora un traje, de esa misma forma pasa la temporada y resulta muy efímero. La arquitectura es más permanente. Además de expresarse, el creativo desea trascender. Me gustaría que una estructura mía quedara para la posteridad. Estamos haciendo cosas en República Dominicana, también en Florida. Y me encantaría hacer algo aquí, en Caracas.
Luego de reflexionar sobre su carrera, ¿Qué ha evolucionado de su trabajo como diseñador? ¿Cómo percibe el futuro?
—Puedo decir que mis diseños son como “un sueño”. Son para ocasiones muy especiales, para lucir en momentos particulares. Cuando creo un vestido de noche, por ejemplo, me imagino una princesa, una fantasía. Me tocó ese rol, el del diseñador aspiracional, pero siempre he querido ser más accesible. Quizás lo que más resiento de mi carrera es no haber conquistado la calle. Es poder influir en la moda más cotidiana, en las tendencias más globales. Me sentiría más relevante. Esos son los retos más estimulantes, los que te activan la adrenalina: crear una colección que impacte en un gran público, de una forma masiva.