Tachy Molina
La ejecutiva venezolana Tachy Molina es una figura y eje central de la actividad hotelera del grupo Eurobuilding, Ella afirma que el hotel es una pequeña ciudad dentro de la gran metrópoli
Por: Con Clase
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UN LEGADO DE SERVICIO



Por Stefania D’Alessandro
Fotografías: Cortesía
 
La directora general de Hoteles Eurobuilding, comunicadora social y maracucha, se propuso conquistar Caracas. En la presentación del libro “Hospitalidad con alma de mujer”, elogios al profesionalismo y calidad humana rondaron a la ejecutiva. Marco Zarikian, presidente de la Junta Directiva del grupo Eurobuilding, destacó que ha sido una figura clave en la formación de otros profesionales del turismo que han pasado por el hotel y que hoy ocupan la alta gerencia en otros lugares.

Con referencia a su libro, ¿por qué decidió escribirlo?

—A raíz de la pandemia, las cosas cambiaron mucho. De 600 habitaciones solo quedaron 36 disponibles. Entonces, empecé a escribir. Las paredes del hotel eran silenciosas, ni el ruido del aire se escuchaba. Covid era muerte. En 2021, llegó mi ángel de la guarda en la escritura: Elizabeth, de Rubianos Ediciones, revisó mis escritos y le gustaron. Le añadimos ficción y por eso tiene valentía y arrojo. Descubrí que el servicio me llena, no podría vivir sin servir. Hablo de cómo entré a la hotelería, de cómo funciona cada departamento. Porque, además, yo he pasado por todas las áreas del hotel: desde camarera, cocinera, mesonera, recepcionista, hasta ventas y mercadeo. El único puesto que no desarrollé fue el de seguridad. Esto me enseñó a descubrir el mundo de la hospitalidad y lo que se siente estar en cada uno de esos cargos. Ella también me aconsejó contar anécdotas del hotel, porque la gente es muy curiosa. Cuento historias que le ocurrieron a presidentes, a personajes emblemáticos e inclusive a mí. El servicio lo hacemos todos los días, entonces así nació mi deseo de escribir.

¿Cómo se siente en esta etapa de su vida?

—El bautizo de mi libro fue en enero de 2022, y simultáneamente lo lanzamos en Amazon. A veces, uno se sabotea uno mismo, te empiezas a comparar con Isabel Allende, por ejemplo, pero me sorprendí porque hemos vendido más de 5.000 ejemplares. Para ser amables no hay que manipular las palabras. Y aquí en Venezuela nos escudamos en que somos muy serviciales, pero no hay que pasar la línea delgada y romper el protocolo. Quiero que cuando digan Tachy sea igual a servicio y hospitalidad.

¿Cuál ha sido la mejor herramienta para lograr sus sueños?

—Creer en mí misma. Me gusta que las cosas fluyan, no me gustan las cosas atropelladas. Soy una mujer de fe y la fe es como el servicio. No se razona, se siente y se practica. Cuando Dios te pone las cosas en tu camino, van fluyendo. Soy muy perseverante y flexible, me adapto. La vida nos enseña que, si no te adaptas, te vas a estancar. Y me gusta siempre ser agradecida, una cantidad de personas me han colocado aquí hoy, con mi equipo de trabajo y con mi familia que ha sido comprensiva.

¿Cuál ha sido el impulso más importante en su carrera?

—En mi existencia, el pilar y mi estímulo ha sido mi abuela. Tengo que darle el mérito a ella, porque me enseñó a descubrir para qué estaba destinada mi vida. Los aciertos, alegrías y cosas que me motivan a ser feliz están en el camino que elegí, y ese es el del servicio. El poder de servir es una maravilla. A veces, nos enrollamos mucho pensando en lo que nos hace falta, en vez de agradecer. Detrás de un cliente satisfecho, siempre hay un trabajador igualmente satisfecho, porque el ser humano es emoción. En nuestro sentido común, en la razón, es donde reside nuestra verdadera jerarquía y, después de muchos años, he sido una mujer de bien, sirviendo al otro. Quiero que me reconozcan por mi esencia, no por un título.

¿Qué ha aprendido en este tiempo de vida?

—Poder enseñar. Doy varios talleres dentro del hotel, al equipo, me encanta. Yo lidero 10 hoteles en este momento, serán 11 contando el de Lechería, que abrirá próximamente. He aprendido a trabajar en equipo, a apoyarme en ellos para trabajar las fortalezas. Me encanta rodearme de gente tan buena o mejor que yo. Los gerentes de cada hotel son excelentes. Trabajar bajo las fortalezas del equipo es lo mejor. Ser humilde siempre será lo más importante. Personas que fueron mis jefes, ahora soy jefe de ellos y lo importante es trabajar desde lo positivo. Hay que ver lo bonito de la vida, no lo feo. Levantarme cada mañana para ir a un sitio que disfruto, me gusta y además me lo pagan, ¡Wow! ¿Qué más le puedo pedir a la vida?

¿Qué obstáculo ha tenido que afrontar en general?

—Siempre lo voy a ver como oportunidades de aprendizaje, más que obstáculos. Ser mujer en un mundo liderado por hombres, tengo que reconocer que ha sido complicado. Mucha gente pide hablar con “el” gerente, y se molestan cuando les digo que soy yo. En líneas generales, si hacemos una panorámica de la hotelería, el 87% son hombres. Para mí ha sido romper ese paradigma y quitar ese mito de que solamente este puesto puede ser de un hombre. También me han tocado situaciones en las que, por cultura, el hombre no puede hablar con mujeres; en una de las delegaciones de la OPEP vinieron unos musulmanes que no podían hablar conmigo ni verme a los ojos.

¿Cómo hizo para manejar esa situación?

—Fue mi gerente de operaciones, un caballero quien manejó esta situación. Yo les hablaba a través de él. Tuve que adaptarme y flexibilizarme ante esa cultura en pleno siglo XXI. Esperemos que cada vez sean casos más excepcionales. Otra anécdota al ser gerente nocturna, con 24 años de edad, salía prácticamente en la madrugada y la gente me juzgaba, pensando que estaba trabajando en otras cosas; la vecina de mi mamá le decía que cómo era posible que yo trabajaba a esa hora. Pero te aseguro que a un hombre que llegaba a esa hora, nadie le decía nada.

¿Considera que ser mujer es una desventaja?

—No, no lo creo. Las mujeres tenemos una gran cualidad, somos detallistas, tenemos muy buena memoria, somos meticulosas y más abiertas, muchos clientes me ven como una mamá, tenemos el lado maternal más desarrollado. Puede que, en algunos casos, en el día a día, sí ha sido un obstáculo y limitante ser mujer. Me han dicho muchas veces: “Si fueras hombre, podrías hacer esto” y me molesta que me lo digan. Es un tabú que te digan, “hombre con hombre se llevan mejor”. El servicio no tiene color, raza ni religión. Pero hay muchas más ventajas que limitaciones.

Hablando un poco más de su vida personal. ¿Cuáles son sus proyectos favoritos? ¿Qué disfruta hacer?

-Me encanta viajar, todos los años programo un país diferente con mi mamá para recorrer durante mínimo 21 días al año, para desconectarme y aprender. Me encanta pasear y comer en restaurantes con estrellas Michelin. Aunque soy vegetariana, busco probar diferentes opciones. Otra cosa que disfruto es estar con mi familia. Antes trabajaba hasta 18 horas y empecé a darme cuenta de que tenía que buscar un equilibrio entre mi vida laboral y familiar, pues tengo una hija, Tachy Andrea y un nieto de cinco años que, por ahora, me llama Molli, por Molina. A veces duraba hasta cinco años sin tomar vacaciones.

¿Cómo compagina su vida laboral con todo lo demás?

—Luego de la pandemia, llego más tarde al trabajo y me voy más temprano para compartir con mi familia. También busco espacio con un grupo de amigos que en Whatsapp nos llamamos “Los 4 Mosqueteros”, nos vemos una vez al mes, celebramos los cumpleaños y administro mi tiempo.

¿Cómo saldría de su zona de confort?

—Soy muy estructurada, lo reconozco. Los fines de semana siempre me arreglo, y a veces me gustaría romper el protocolo, yo no sé no arreglarme. Durante la pandemia, si ibas a mi casa siempre estaba bien vestida, maquillada y hasta con tacones. Para salir de mi zona de confort, sería atreverme a hacer cosas que no estoy acostumbrada, por lo menos a mí me encanta bailar y una vez en el hotel quisimos hacer un desafío de esa canción de “Jerusalén”, pero no lo hicimos.

¿Qué personajes emblemáticos se han hospedado en el Eurobuilding de Caracas?

—Como posiblemente recuerdas, Fidel Castro se alojó dos veces, una en 1989 y la segunda en 1999. Fue interesante porque me dijo: “Mira mulata, tú estabas aquí hace 10 años”. Eso me marcó. El rey Juan Carlos, en 1989, fue superamable y cariñoso. También nos visitó Gabriel García Márquez, en 1993, y al ser mi escritor favorito, poder verlo fue increíble. Otra persona emblemática fue el nieto de Mahatma Gandhi, en el año 2017, me transmitió mucha paz, fue otro nivel.

¿Qué mujer venezolana admira?

—A dos personas. La señora Sada Zarikian, que es la presidenta de la organización. Con 100 años, tiene más memoria que nosotras dos. Me enseñó a manejar el medio corporativo, es una mujer muy elegante, es un ícono de admiración. Me encantaría llegar a la vejez como ella, tiene una calidad humana increíble. Y la otra que admiro mucho es a Carolina Herrera, porque me parece que menos es más. Rompió muchos paradigmas en el mundo en el que está, en el cual no es fácil sobrevivir. Son referentes de lo que soy hoy en día.

¿En algún momento sus metas tuvieron que cambiar de rumbo?

—Sí, cuando estaba en recepción, era mi área favorita, tenía el control. Sentía que tenía el poder. Yo había pasado por varios departamentos y un día el Gerente General me dijo, mañana vas para ventas o te vas. Yo sentí que no quería pasar de nuevo por allí, porque había sido pasante en ese departamento.

¿Y cómo lo asumió?

—Quería irme, pero me aconsejaron que él había visto algo en mí que yo todavía no había visto. Siempre se lo voy a agradecer porque a raíz de eso empezó mi crecimiento en este ámbito. Todos somos vendedores. Luego, mi primera gerencia fue en 2002 en el hotel de Maiquetía, uno de los mejores hoteles de Latinoamérica, nos ganamos premios como el mejor servicio y después me trasladaron a Caracas, en 2006. Los propietarios del hotel decidieron darme la Gerencia General de este hotel como en 2010, aproximadamente.

¿Qué otras actividades y responsabilidades le gustaría asumir aparte de las que ya hace?

—Me gustaría poder dar más charlas y conferencias, compartir mi conocimiento en otros hoteles o restaurantes. También, es importante la voluntad, tengo una letra V en mi escritorio porque yo estudié un Diplomado de Psicología positiva que dice que el 50% de tu carga es genética, el 40% son las circunstancias y el 10% es voluntad, tu actitud. Siempre cuido mi voluntad porque es lo que me permite estar donde yo estoy. El mundo sería mejor si todos trabajamos más en nuestra actitud.

¿Algo más que le gustaría compartir?

—Me gustaría cerrar invitando a la gente de nuestro país a creer en nosotros. Somos los que realmente construimos un país. Quiero invitar a que practiquemos el servicio, porque el amor mueve el mundo. Y que todos aprendamos a ser flexibles. Te da el poder de cambiar las cosas sin ser forzadas. Cuando te imponen algo no funciona de la misma manera. No somos compasivos, somos autocastigadores. Y para finalizar, en vez de escritora me gusta que me digan que comparto mis conocimientos a través de un libro.


“Hay que reconocer a la otra persona con humildad porque todos somos iguales. El servicio no tiene color, raza ni religión”

“Me preguntan cuándo viene el segundo libro, pero quiero disfrutar del primero, que le llegue a mucha gente no solo de Venezuela sino de Latinoamérica”

“Me gusta vivir en el presente, aquí y ahora porque el futuro crea ansiedad. Me encantaría poder formar a más gente, para transmitir mis conocimientos. Hay que hacerlo desde la pasión y el amor”