Cada cierto tiempo, en Momento había que impulsar las ventas en los kioscos o había que asegurarse de que la revista tendría una alta circulación, y la garantía de que eso pasaría era apostar por la cantante del Cocotero en su mejor versión. “La Lila”, como ella misma se alude, ha sido una figura importante en la cultura venezolana y ha dejado una marca duradera en la música y el entretenimiento del país. Tengo infinidad de anécdotas con ella, durante nuestras carreras tan largas y exitosas, pero hoy quiero contar un episodio que, además de intenso, resultó aterrador.
Las décadas 60 y 70 fueron los años dorados de los festivales internacionales. En nuestro país, uno de los más prestigiosos era el Festival de la Voz de Oro, que se hacía en Barquisimeto. Llegó a cumplir siete ediciones en el Anfiteatro del Complejo Ferial, y allí se presentaron los artistas más importantes de Venezuela.
Su influencia fue tan notoria que, desde entonces, se considera al estado Lara, la capital musical del país. Pero como todo concurso, estaba rodeado de mucha controversia. Casi nunca el público estaba conforme con el veredicto del jurado. ¡Imagínense que Héctor Cabrera la ganó a Alfredo Sadel! A Héctor le llegaron a decir la “voz de oropel”, pero su tema Rosario se hizo inmortal.
Asistí a hacer mi trabajo como periodista en varias oportunidades, pero el más significativo, el que nunca olvidaré, fue aquel en el que Lila Morillo participó, peeerooo, no solo no ganó, sino que ni siquiera figuró entre las artistas clasificadas. ¡La locura!
Y es que el público realmente estaba enardecido. Recuerdo que la cantante Mireya Delgado, que sí había clasificado para la siguiente ronda, y debía interpretar su tema una vez más, tuvo que parar la orquesta y dirigirse a la gente que no dejaba de pitar, gritar, lanzar objetos a la tarima y voltear los asientos. Con un aplomo muy propio de ella, dijo: “Miren señores, yo soy de Barquisimeto. He venido con todo el amor del mundo a cantar mi canción, compuesta por mi hermana Lesbia, con música de Alfredo Sadel, Cuando pase mi estrella, y yo les pido por favor respeto y silencio para que podamos continuar con este festival. El hecho de que no esté aquí Lila Morillo, la gran estrella, no es culpa de ninguno de nosotros”. Por supuesto, el público se calmó en ese momento, y el evento finalizó. Sin embargo, el disgusto de la multitud no pasó y las protestas al terminar el acto fueron abrumadoras.
A los periodistas, que nos trasladaban en un autobús, nos lanzaron botellas, basura, e incluso trataron de voltearnos el vehículo con nosotros adentro. Fue realmente terrorífico.
Y es que eso despertaba La Lila, verdaderas pasiones. En aquella época, su popularidad estaba en auge y era incomprensible que no lograra clasificar en un evento de la envergadura de La Voz de Oro de Venezuela, un festival que catapultó y premió a los cantantes más reconocidos del país, como Felipe Pirela, Carlos Moreán, Estelita del Llano, Mirla Castellanos, Nancy Ramos, Rosa Virginia Chacín, Henry Stephen o Rudy Hernández, entre otros. El público pasó su factura y no quedó indiferente.
Aún hoy, sin lugar a dudas, Lila Morillo sigue animando a sus fanáticos, sigue moviendo las emociones de su público que la ha seguido durante 60 años de vida artística. Porque ella comenzó muy joven, de la mano de Mario Suárez y logró cosechar enormes éxitos desde sus inicios.
Garantía de ventas cuando sale en cualquier portada, y considerada “la mujer rating”, cosa que se puede verificar al ver los resultados de los numeritos de cualquier programa donde participa, ella siempre será noticia.