Un paseo por La Rioja en tres tiempos
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En La Rioja, los riojanos,
cuando un forastero llega,
para hacerle los honores
lo llevan a la bodega



Bodegas Orube, ubicada en la primera Denominación de Origen Calificada en España, fue uno de los destinos vinícolas de la ruta viajera de Ferrer Wines. Te presentamos la bodega en compañía de otras visitas imperdibles en esta comunidad autónoma del norte del país

Terruño soñado por los amantes del vino, La Rioja guarda muchos encantos para el viajero. Ubicada en el norte de España, en el valle del río Ebro, se divide en tres zonas: Rioja Alavesa al norte del Ebro; Rioja Alta al sur del Ebro; y Rioja Oriental al este de la capital riojana, Logroño. En esta ciudad cada 21 de septiembre, día de San Mateo, se celebra la fiesta de la vendimia.

En España, Rioja es la primera Denominación de Origen Calificada, DOCa, sello de prestigio. “Se dice La Rioja si hablamos de la comunidad autónoma española y se llama Rioja si nos referimos al lugar vitivinícola”, explica Vanesa Pérez, una de nuestras anfitrionas en Bodegas Orube. De cada cuatro botellas que se elaboran en España, una es de Rioja; y de cada cinco botellas exportadas al mundo, una es de Rioja.

Rioja en uvas tintas es tempranillo, garnacha, graciano, mazuelo y maturana tinta, entre otras. También es tierra de cepas blancas: viura, verdejo, tempranillo blanco, malvasía, chardonnay y maturana blanca. Y terruño de vinos espumosos con la D.O. Cava, de claretes y de vinos rosados. Es diversidad.

Esta tierra atesora uno de los bienes culturales más importantes de España, San Millán de la Cogolla. En este lugar nació el idioma que hoy en día hablan millones de personas: el español. Las primeras palabras que se conocen del castellano se escribieron en los majestuosos monasterios de Yuso y Suso, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. “Su origen se remonta al siglo VI. Allí nació una tradición monástica que, en la Edad Media, haría del lugar uno de los focos culturales más importantes del sur de Europa. Muchos peregrinos aún se desvían de la Ruta Jacobea para visitar este conjunto monástico”, destaca el historiador riojano Marcelino Izquierdo.

I tiempo: Un día en Bodegas Orube
Vino que del cielo vino
vino con tanto primor
que al hombre sin saber letras
lo hizo predicador


Orube, “Solar” en euskera, se refiere a las casas antiguas donde se hacía vino, cuenta Vanesa Pérez. La bodega data de 1937, fundada en plena guerra civil española y, desde 2019, forma parte del Grupo Ferrer Wines.

Los vinos se elaboran con uvas provenientes de Rioja Alavesa, de viñedos ubicados al pie de la sierra de Cantabria. En esta visita se ingeniaron un recorrido novedoso. Conocimos distintas áreas de la bodega y en cada una de ellas probamos uno de sus vinos junto con un pintxo.

El comienzo fue el Orube Blanco con un pintxo marino. Elaborado con viura, chardonnay y tempranillo blanco, tuvo una crianza en lías, lo que le otorga complejidad. Aquí la curiosidad es la uva tempranillo blanco, recientemente descubierta y ya forma parte de las variedades blancas admitidas por el Consejo Regulador. “Brillante, de color amarillo pálido. En nariz con notas a frutas blancas y tropicales, y los torrefactos procedentes de la barrica. De forma más sutil se aprecian aromas de frutos secos. Entrada en boca con buen volumen. Resulta un vino amable con persistencia media y muy elegante”. Así lo describe su enóloga Vanesa Insausti.

Siguió el Orube Rosado, 50% garnacha y 50% tempranillo, con un pintxo vegetariano. A diferencia de la mayoría de los rosados riojanos, este ha sido elaborado según el método tradicional de sangrado (el que se exige en Navarra). “Se elige el momento óptimo de su recolección para evitar la caída de acidez y mantener la frescura propia de un vino rosado y un perfil de fruta fresca”, resalta su enóloga.

Así se presenta: “De color rosa pálido brillante. Sus aromas son delicados, sutiles, predominando los aromas florales y las notas cítricas. En boca, buen equilibrio y volumen. Resulta un vino elegante, de persistencia media y por su frescura invita a seguir bebiendo”.

Orube Garnacha, 100% garnacha, con un pintxo de morcilla. “El 50% del vino madura en barrica de roble francés durante ocho meses, el otro 50% es criado en barrica francesa durante 14 meses. Brillante. Aroma intenso a fruta madura y licorosa, también están muy presentes las notas a cacao, vainilla y pimienta. En boca es suave y sedoso. De persistencia media-alta”, describe Insausti.

Despedida memorable con el Orube Crianza y un queso con denominación de origen protegida: Idiazábal. Su origen está en la naturaleza, en los verdes paisajes de Euskal Herria. “Desde tiempos inmemorables, nuestros pastores han elaborado con leche cruda de oveja Latxa y Carranzana este apreciado queso maduro de pasta prensada, cuyo peso oscila entre uno y tres kilos, y que se puede presentar sin ahumar o ahumado, según la tradición gastronómica de los diferentes valles”, explica el portal oficial de este queso.

Orube Crianza tiene las variedades típicas de la región: 85 % tempranillo, 10 % garnacha y 5 % graciano. “Este vino es embajador de nuestra bodega en el mundo. Complejo y elegante es el perfecto equilibrio entre tradición y modernidad”, destaca Vanesa Pérez.

Así se presenta: “De color rojo picota, brillante. A copa quieta aparecen las notas derivadas de su crianza en barrica, resultando muy presentes la vainilla, los ahumados, cacaos y torrefactos. Además de los anteriores, aromas a mora y a clavo, e incluso algún matiz muy sutil a violetas. En boca, potente, voluminoso y equilibrado. De tanino aterciopelado. Buena persistencia y sabroso retrogusto frutal”.

II tiempo: Una tarde en Laguardia
En La Rioja no hay tranvías,
tampoco tenemos metro,
pero tenemos un vino
que resucita a los muertos


Tras la visita a Bodegas Orube disfrutamos la grata invitación de caminar por Laguardia. Este poblado, ubicado en lo alto de una colina y rodeado de murallas, se fundó en el siglo X. Entre sus mayores encantos está el de pasear por sus calles empedradas, contemplar la torre campanario, visitar la muralla y sus puertas, la Plaza Mayor y su reloj.

Una de las particularidades de Laguardia es que es todo el subsuelo es un laberinto de bodegas o calados (bodegas subterráneas). Buena parte de ellas pueden ser visitadas. Laguardia es un destino perfecto para hacer enoturismo.

Recomendación gastronómica: Los Parajes. “Orube nació en un calado, por ello venimos a Los Parajes para probar su cocina riojana: patatas a la riojana, chuletas de cordero, espárragos, pimientos, entre otras delicias”, invita, de manera cómplice, Vanesa Pérez.

III tiempo: el corazón de Logroño
La Calle Laurel es visita imprescindible para aquellos que quieran disfrutar de la esencia gastronómica de la región. “Se encuentra junto al Mercado de San Blas — Plaza de Abastos y discurre paralela a la de Bretón de los Herreros, lugar en el que se levantaban las antiguas murallas de Logroño hasta que fueron demolidas en 1862. Fue entonces cuando se decidió reconstruir las casas colindantes, dando origen a lo que hoy en día es la Calle Laurel”, detalla el historiador Marcelino Izquierdo.

En los aproximadamente 300 metros que mide la calle Laurel, en Logroño, hay variedad de establecimientos para “irse de vinos con los amigos”.

No hay visita a Laurel sin parada en el Bar Soriano. Con apenas una barra, tanto el interior como el exterior de este pequeño local se abarrota de gente en busca de un solo pincho, el famoso “champi” (champiñones a la plancha con gambas). “Para elaborarlo, explican, los champiñones se colocan en la plancha boca abajo, y a una temperatura muy fuerte para que se produzca una cocción perfecta. Después se añade aceite de oliva y cuando están, hechos, se les da la vuelta. Por último, se pone una gamba cocinada previamente y se monta el pintxo sobre un pan sobado”.

Otro afamado: Tío Agus, del Tío Agus Bar Lorenzo. Consta de un bocatita de pintxo moruno que se hace con cerdo adobado a la plancha y por encima lleva una salsa secreta. Es una receta familiar que nunca se ha revelado y que le aporta acidez y un toque especiado.

Muy celebrado fue el crujiente de cachete de cerdo, de La Tavina. “Sirven una teja de cachete de cerdo a la plancha, que queda muy crujiente y sólo se le echa un poquito de sal Maldon”. Con el Orube Crianza hizo dupla celestial.

Vinos, historia, gastronomía y literatura, todo ello se puede “descorchar” en La Rioja, amén de beberse sus paisajes.