"Quien domina el este de Europa, domina Heartland, quien domina Heartland, reina en la 'Isla del Mundo', quien domina la 'Isla del Mundo', gobierna el mundo entero"
HALFORD JOHN MAC KINDER (“Ideales Democráticos y Realidad”)
HACE CIEN AÑOS ESTABA ESCRITO
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Manuel Salvador Ramos
SIEMPRE HAY QUE MIRAR HACIA ATRÁS
El hombre de hoy, pero también el de ayer y antier, ha vivido en el contexto de un mundo dominado por Estados Unidos. Ello se derivó del poderío de ese país, pero también gracias a acomodos cómplices logrados a través de tratados internacionales. En la actualidad, con la ocurrencia de inusuales manifestaciones, estamos comenzando a presenciar el derrumbe de esas realidades que muchos asumían como inconmovibles y somos espectadores del derrumbe de las leyes y de los principios seculares de la democracia, al ver como los países poderosos están haciendo hacer valer su potencial fáctico y creando sus propias reglas.
Ahora bien, la sorpresa que en algunos “expertos” puede deparar esta visión suena a improvisación y hasta puede presagiar ignorancia. Como regularmente sucede, la HISTORIA (valen las mayúsculas), se ríe de opinadores de pacotilla y de analistas prepagados, ya que el juego geopolítico que recién comienza lo vaticinó hace mucho tiempo un geógrafo británico nacido en el siglo XIX llamado Halford John Mackinder.
Hace poco mas de cien años, los estadistas reunidos en Versalles construían un nuevo mundo. Pero el 1° de febrero de 1919, un geógrafo británico terminó un libro que argumentaba que si no consideraban cómo la política se veía influenciada por la tierra y el mar, sus esquemas se derrumbarían. El libro de Halford Mackinder, " Ideales Democráticos y Realidad", fue ignorado; sin embargo, desde entonces, sus ideas han influido de manera sorprendente en los asuntos internacionales.
La Primera Guerra Mundial trajo como consecuencia una reorganización de fronteras que influyó poderosamente en la geopolítica. Un siglo después, los ideales democráticos de la comunidad internacional están sufriendo un duro golpe, y las ideas de Mackinder vuelven a estar de moda. “Mackinder contribuyó a moldear el pensamiento estratégico sobre la rivalidad entre grandes potencias”, argumentaba el profesor Charles Kupchan, quien fue asistente especial del presidente Obama y Director Senior del Consejo de Seguridad Nacional. “Él se centró en la importancia del corazón euroasiático y en la importancia del territorio, el acceso estratégico y la fuerza material, y todo eso está volviendo a cobrar importancia”.
En aquella época ya centenaria, los océanos eran dominados por la marina británica, lo cual era crucial para que una isla como Gran Bretaña sostuviera su gran imperio. Sin embargo, Mackinder pensó que esta situación se encontraba amenazada y fue ahí donde comenzó a profundizar sobre lo que él llamaba el "Heartland" (Corazón de la Tierra) de Eurasia.
Para él, esa zona abarcaba las áreas agrícolas de la parte europea de Rusia, se extendía por vastos territorios hasta Asia central y llegaba hasta los bosques y las llanuras de Siberia; un territorio rico en recursos sin explotar como el carbón, la madera y otros minerales. Mackinder pensó que un área tan extensa y rica, que a la vez podía ser recorrida con un sistema ferroviario, era un territorio clave para los países con ansias de poder y así dominar Eurasia y África para convertirse en la "Isla del Mundo".
En 1943, la revista estadounidense Foreign Affairs se puso en contacto con él para preguntarle por su opinión geopolítica sobre el curso de la Segunda Guerra Mundial. Durante la entrevista, Mackinder advirtió que "si la Unión Soviética salía de la contienda como conquistadora de Alemania, se convertiría en la gran potencia terrestre del mundo".
En 1945, Alemania se hundió. El régimen nazi se rindió de forma incondicional, el país fue divido en dos zonas por los aliados y el modelo de Mackinder pasó a presagiar el enfrentamiento Este-Oeste de la Guerra Fría. Occidente y la Unión Soviética se convirtieron en enemigos. Así entonces, después de que fuerzas prosoviéticas absorbieran Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Checoeslovaquia y los Países Bálticos, el poder que dominaba el este de Europa y Heartland no era Alemania, sino la Unión Soviética.
En las universidades de la Liga y de EE.UU., los académicos ya habían impulsado el estudio de los trabajos de Mackinder para confrontar el riesgo de que un país dominara la "Isla del Mundo" y cuando el 6 de marzo de 1947 murió Mackinder, sus ideas siguieron muy vivas y por una extraña coincidencia, seis días después, el presidente Harry Truman dijo al Congreso de EE.UU. que debían contener a la URSS y ayudar a los países amenazados por la expansión comunista. De esa forma, el occidente capitalista y el este soviético se enzarzaron en una Guerra Fría durante décadas.
EL NUEVO HEARTLAND
Estados Unidos estableció una serie de bases alrededor de los bloques dominados por los soviéticos, desde Alemania hasta Italia, Turquía, Corea del Sur y Japón. Los críticos veían la contención norteamericana como parte de una agresiva e imperialista política exterior y otros argumentaban que protegía la democracia.
Con el transcurrir del tiempo, ya connotándose la URSS como potencia pero viviendo en su seno serias deficiencias sistémicas, en 1991 se produce la caída del imperio soviético se desencadenaron demandas independentistas en varias de las llamadas repúblicas soviéticas. Nada pudo detener la desintegración del bloque socialista del este y así se le ponía un punto final a la Guerra Fría Es allí cuando la teoría de Mackinder reaparece con otros matices.
Tras el abandono del comunismo, la economía rusa estaba atrapada entre viejos e ineficientes sistemas soviéticos, y la repentina explosión del capitalismo occidental.
El contraste fue agresivo y para muchos rusos supuso un caos y una humillación. Entonces, nuevos pensadores políticos comenzaron a emerger. Uno fue un ex disidente de derechas llamado Aleksandr Dugin, quien se involucró profundamente en las ideas de Mackinder para presentar a Rusia como un país encerrado en medio de las ansias de poder de occidente.
No hay duda en cuanto a que las ideas de Dugin demostraron ser útiles para los líderes rusos que han propugnado mantenerse fuertes y hasta belingerantes ante lo que consideran un dominio excesivo de occidente.
LA EMINENCIA GRIS
Desde aquel entonces, Alexander Dugin es visto como el “principal ideólogo” de Rusia. Nacido en Moscú hace 60 años dentro de una familia militar con un padre ausente, Dugin no siguió la carrera militar y se encaminó hacía la academia. Completó sus estudios en filosofía a nivel maestría, y en ciencias políticas a nivel doctorado. De gran habilidad intelectual, declarado anticomunista y singularmente interesado en el mundo de lo oculto y lo místico, en 1997 publicó, Fundamentos geopolíticos: el futuro geopolítico de Rusia. El libro, considerado el “destino manifiesto” ruso, tuvo gran influencia dentro de los círculos militares, policiales y diplomáticos rusos.
Quince años después, en 2012, Dugin publicaría La Última Guerra de la Isla Mundial: La Geopolítica de la Rusia Contemporánea. Este libro introduce dos originales conceptos, los cuales pasan casi desapercibidos para las tradicionales escuelas de relaciones internacionales. Para Dugin la historia de la geopolítica rusa —y del mundo— puede entenderse en base a la distinción entre las Telurocracias (del latín tellus, tierra, y del griego kratos, poder) propias de las “civilizaciones de la tierra” y las Talasocracias (del griego thalassa, mar, y kratos, poder) propias de las “civilizaciones del mar”.
Dugin considera a la actual Federación Rusa la heredera geopolítica de las antiguas estructuras sociales que ocuparon el “Corazón Continental”, es decir, los territorios de Siberia, Europa Oriental y Asia Central. Estos pueblos fueron las tribus eslavas orientales “Rus de Kiev” (siglos IX-XII), el Kanato Túrquico Mongol de la “Horda Dorada” (XIII-XVI), el Zarato Moscovita (XVI-XVIII), el Imperio Ruso (XVIIIXX) y la Unión Soviética (XX). Para él, “la geopolítica de Rusia es por definición la geopolítica del Corazón Continental; la geopolítica de la tierra y se debe ver al mundo desde la posición de la Civilización de la tierra”.
No obstante, Rusia no siempre adoptó su rol natural de Telurocracia. Para Dugin, el último emperador Nicolás II (1895-1917), los partidos burgueses, el Ejército Blanco durante la guerra civil rusa (1917- 1923) y el partido de los Social-Revolucionarios de Izquierda, trataron de posicionar a Moscú en el bando de los estados Talasocráticos como lo son Inglaterra y Francia. Por otro lado, los bolcheviques y el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos auparon una Telurocracia y, por tanto, consistentemente siguieron una política de cooperación con Alemania, Turquía y otros Estados centro europeos.
En 1997, Dugin expresó sus ideas en un libro llamado The Foundations of Geopolitics, el cual se convirtió en un bestseller."En geopolítica, hay dos polos absolutos de poder. Está el poder naval, que pertenece a Occidente, y el poder terrestre, que es Rusia. Hay una pelea por controlar Heartland. Como decía Mackinder, quien controla el este de Europa, controla Heartland; y quien controla Heartland, domina el mundo".
Dugin utilizó la teoría de Mackinder para concluir que Rusia debía moverse hacia la dominación, una vez más, de las antiguas repúblicas soviéticas o "Eurasia"
En una prédica casi filosófica, Dugin argumenta que más allá de diferencias ideológicas expresadas en el choque del capitalismo versus comunismo o de izquierda versus derecha, Rusia, al ser una Telurocracia por excelencia, se orienta indefectiblemente hacia el conflicto con las Talasocracias, encarnadas antes por el Imperio Británico y actualmente por Estados Unidos y países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): “Este duelo se desarrolla a partir de ese entonces; desde el siglo XVIII hasta ahora y la lógica geopolítica de la historia universal es la gran guerra de continentes”.
REFERENCIAS Robert D. KAPLAN, “La venganza de la geografía”. RBA Libros, Barcelona. 2015 Karoly LORANT, “Aleksandr Dugin, la disputa por Eurasia” Revista digital CONFINES POLÍTICOS Zbignlew Marcin KOWALEWSKI, “Tres formas históricas del imperialismo ruso” Revista NUEVA SOCIEDAD N° 229, Mayo-Junio 2022