Por Simón García
Dice el iniciador del pensar democrático, Sócrates, que cuando los seres humanos salieron de la tierra a la luz se agredían, dividían y destruían los unos a los otros. Ante ello, Zeus envió a Hermes a darle dos atributos: la honestidad y la justicia, indispensables para formar ciudades y vivir en la polis. Virtudes de la política.
Las lógicas y discursos que tratan a una organización política como enemiga, no pertenecen al arte de la política sino al de la guerra. Las fuerzas que se niegan a los entendimientos e imponen exclusiones conducen, al revés de lo que dicen buscar, a la mengua opositora y a reproducir valores y procederes autoritarios.
El fracaso catastrófico de nuestra oposición tiene sus raíces en una visión de pureza ortodoxa que la condena a la marginalidad crónica.
Proporciona una falsa conciencia opositora que bajo el pretexto de más radicalismo, abandona su deber de combatir con medios democráticos a un régimen no democrático. Sus atajos convierten al voto en el enemigo y crean la ilusión de que gritar más fuerte que vivimos en dictadura proporcionará más adhesión popular que persistir en la invisible solidaridad con la gente y organizar el descontento democrático en todos los espacios donde sea posible.
Los mecanismos de control y dominio del Estado sobre la sociedad son hoy más sofisticados que los de una dictadura a la antigua. La naturaleza híbrida del régimen autoritario le permite reducir la represión policial directa y aumentar procesos des-democratizadores para que la sociedad piense y se comporte como más le conviene al poder.
Aún así, el país muestra una colosal resistencia pasiva a las políticas del gobierno y un rechazo a su maraña de cúpulas, responsables del gran fracaso que es hoy Venezuela.
La inversión de la realidad hace que sectores y fuerzas que encabezaron la defensa práctica del voto desde el 2018 y el retorno a una vía democrática de enfrentamiento al régimen hayan pagado un alto costo por innovar sus posiciones. Son aún partidos pequeños, pero con oportunidades de crecer si eluden la maniobra de cooptación del régimen.
Un desafío abierto a organizaciones como Fuerza Vecinal, El lápiz, Avanzada Progresista, el MAS o Unión y Progreso.
Estos partidos tienen el desafío de hacer triunfar coincidencias por sobre la clausula de exclusión que les impone la oposición con reconocimiento internacional. No deberían tragarse el anzuelo de que la división da fuerza sino concentrarse en afirmar una estrategia democrática de cambio y acumular condiciones de victoria para el 2024 y los posteriores eventos nacionales.
En particular deben inventar una relación con le poder a favor de la gente y de una conquista de derechos constitucionales, en la que se sustituya la noción de fractura del bloque dominante por una política que incluya antagonismo y cooperación en la difícil tarea de sacar a la población de las crisis que nos azotan y atan a Venezuela al siglo XX.
La línea de entendimiento con el poder exige combate al chavismo como sistema de dominación. Pero también relación como movimiento popular que demanda honestidad a las cúpulas de privilegiados que hoy niegan justicia social.
Esa relación hay que sacarla de la sombra y mostrarla de cara al país como una política transicional viable al régimen y útil para desarrollar competencias alternativas en la oposición.
Sin innovación en la misión y el ejercicio efectiva la oposición, ella terminará por dejar de serlo.