Visito en 1972, Pekín y Moscú para lograr objetivos específicos: La salida de EEUU de Vietnam y la terminación del conflicto árabe-israelí
Por Luis Fidhel
Según Kissinger, Nixon fue adversario de los principios wilsonianos o del presidente Thomas Woodrow Wilson, sobre la esencial bondad del hombre y la armonía de las naciones debiera mantenerse gracias a una estructura de seguridad colectiva reflejada en el Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Se avanzaría hacia la paz y la democracia. La misión norteamericana consistiría en ayudar que esto sucediese inevitablemente. Nixon, concebía el mundo entre enemigos y adversarios, entre unos terrenos de cooperación y otros en los que chocaban los intereses. La paz y la armonía no era el orden natural de las cosas, sino eran oasis temporales en un mundo peligroso, en que solo mediante un esfuerzo vigilante podía mantenerse una estabilidad. Intento gobernar según cierto concepto de interés nacional de los EEUU. Si las grandes potencias, - incluido los EEUU- buscaban su interés en forma racional y predecible; del choque de intereses en competencia surgiría un equilibrio.
Aseveraba que el objetivo no es hacer de este siglo un “siglo norteamericano”, pero tampoco permitir que sea el siglo de eclipse para los EEUU. No pudiendo conseguir un orden justo y estable únicamente con nuestro esfuerzo. Pero ese orden tampoco podía ser construido sin la activa participación de los EEUU; eligiendo por lo tanto, continuar un activo papel de liderazgo en el mundo, claro proponiendo desempeñarlo de modo diferente. La meta fundamental del liderazgo era construir una estructura de paz eficaz y duradera.
Nixon contaba que por el equilibrio de poder produciría estabilidad y consideraba que un EEUU fuerte era esencial para este equilibrio. Inclusive llego a aseverar; si se tenía fuertes y sanos a los EEUU, Europa, Unión Soviética, China, Japón, cada uno equilibrado con el otro, no actuando uno contra el otro, en un verdadero equilibrio; surgiría un mundo más seguro y mejor. Manifestaba que la política exterior norteamericana se centraría en un análisis del interés nacional, y que se comprometerían con causas políticas y no con la exegesis de principios jurídicos.
Kissinger diseñador de la política exterior de Nixon, teórico de la política global y del uso en la misma de las armas nucleares; en base al modelo del Congreso de Viena el cual el “concierto” de las potencias tendió a dar al continente europeo una estabilidad a largo plazo lográndose el equilibrio como idea fundamental. Mantuvo que una carrera armamentista o jugando a las alianzas, lo que se conseguiría era una inacabable sucesión de guerras. La única manera de superar las rivalidades era estableciendo cierta medida de confianza.
En momentos de peligro y revuelta, solo se podría lograr dicho objetivo si se eliminaban las diferencias no esenciales y se llega a la “medula” de lo que las grandes potencias tienen en común: los intereses nacionales comunes favorables a un concierto entre las potencias. Los intereses nacionales no eran abstracciones congeladas, teniendo que ver con necesidades y problemas que se sienten.
En un “juego de acuerdos” que abarcarían los intereses comunes, todos van en dirección de los intereses comunes y nacionales y de este modo cada una de las grandes potencias son beneficiadas cuando cada nación hace concesiones sin perder nada. En el campo aliado o “amigo” los ejes de la estrategia seguía siendo el acuerdo defensivo atlántico (OTAN) en la vertiente europea y el tratado de paz con Japón, en el área asiática, destacando reparar el esquema defensivo europeo disminuido por el retiro de Francia como el reintegro de Okinawa a la soberanía japonesa. La proyección de las dos superpotencias marxistas reclamaban implícitamente, por razones de elemental equilibrio, que Europa y Japón alcancen posiciones similares.
Propugnaba Nixon que los EEUU proporcionasen armas y ayuda a las naciones amenazadas por una agresión, con tal que estuviesen dispuestas a asumir la responsabilidad de aportar los elementos humanos necesarios para su defensa; los intereses de los EEUU, amigos y aliados exigían prestar a las naciones la ayuda que necesitan para defenderse a sí mismas.
Fue el primer presidente norteamericano que realizo visitas oficiales las dos potencias comunistas de la época, la República Popular China y la Unión Soviética en febrero y mayo de 1972; respectivamente. Aseveraría que habían ocurrido ciertos cambios en las expectativas de los líderes comunistas. En especial se habían disipado las esperanzas de que las naciones capitalistas entrarían en colapso, envueltas en “una nube de dogmas marxistas”. Se felicitaba por los resultados obtenidos en los viajes a Pekín y Moscú, especialmente en lo que se refería a los tratados políticos sobre futuro del Pacifico y acuerdos políticos sobre la carrera nuclear con URSS. Si bien mostraba cierta renuencia hacia el mecanismo de las reuniones-cumbre, sostenía que la razón por la cual esta vez fueron “tan positivas”, residía en que los propósitos fueron muy realistas”.