Un regalo de la naturaleza. ... ¿Cuál será la situación cuando cese el recogimiento del coronavirus y se restablezca la normalidad?
Agua Energética
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Por Carlos Roque


Es común la frase en el exterior:” en Venezuela la gasolina es màs barata que una botella de agua mineral”. Y es verdad, entre las curiosidades de un país estructuralmente petrolero y no solo depositario de grandes reservas energèticas, se encuentra el culto simbólico incluso hasta con alcance psicològico del venezolano por la gasolina como un regalo del subsuelo. Cuando el pozo Zumaque (1914) revelo que en el vientre del Lago de Maracaibo reposaba una curiosa riqueza de una sustancia que los antepasados conocían como “mene”;y cuando tiempos después(1922) largas columnas de mineral permanecieron alzadas por semanas en el pozo “Barrosos II” en Cabimas, el país rural del cacao y el café descubrió que ahora sería una joven y vigorosa potencia petrolera y que entonces s se le abrían las puertas del mundo. Justamente en ese tiempo en 1920 los caraqueños celebraban un dato de la modernidad: 619 automòviles particulares y 32 autobuses circulaban por las calles de la capital.

Desde aquella época el petróleo habría de marcar y decidir el proceso histórico y la vida misma de los venezolanos, porque en este caso no se trataba de una nación solamente favorecida por un regalo de la naturaleza para su beneficio económico, sino de la magia de una riqueza que habrìa de modelar tambièn el comportamiento social y cultural de la población y la gasolina (seguramente) sería el único vinculo real entre la vida cotidiana y una fortuna lejana de mechurrios y tanqueros.


PRECIO Y “CARACAZO”

Al margen de razonamientos técnicos y económicos que siempre aconsejaron ajustar el precio del combustible a las exigencias del mercado y en aras de fortalecer las finanzas y el capital de PDVSA luego de la estatizaciòn en 1975, el mito del precio de la gasolina siguió vigente hasta que en los años ochenta ante los apremios financieros para el refinanciamiento de la deuda externa el gobierno de Luis Herrera Campìns acordó un plan de modesto ajustes de precios de los combustibles que ciertamente durò poco tiempo pero con ello se buscaba establecer un precio competitivo y enfrentar además el contrabando del producto principalmente por la frontera colombiana .

El 27 de febrero de 1989 entrò en vigencia el Plan de Ajustes Econòmicos con el cual Carlos Andrès Pèrez iniciaba su segundo mandato constitucional y entre las medidas se contemplaba un incremento, como siempre cuidadoso, del precio de la gasolina. En Guarenas se produjo una protesta de usuarios por un rápido y excesivo aumento de los pasajes, que recogía también malestar por el desabastecimiento de productos básicos y la acción de sectores de la marginalidad y contaminò a Caracas y otras ciudades con un espantoso saldo de muertos y destrucción material. En un análisis superficial y ligero desde entonces se atribuye el famoso “Caracazo” al aumento del precio del combustible con lo cual en el imaginario popular se fortalece la conseja de que la gasolina es una herencia histórica intocable.


PARO PETROLERO

El 2 de diciembre de 2002 se iniciò un paro nacional que durò 63 dìas encabezado por los ejecutivos y trabajadores de PDVSA, organizaciones de la sociedad civil y partidos opositores planteando la salida de Hugo Chàvez. 18.756 altos directivos de la empresa habían sido despedidos arbitrariamente y el país vivia una explosiva tensión política que no alejaba el riesgo de la guerra civil. El éxito de la operación radicaba esencialmente en la paralizaciòn de la industria por la escasez de combustible, ya no era el precio de la gasolina el detonante sino la caìda forzosa de la actividad nacional. El paro fracasò, PDVSA se convirtió en un “fondo social” sin control; fue decapitada la gerencia profesional de la empresa; se instaurò un millonario instrumento de corrupción; Chàvez viò despejado el camino para su verdadero proyecto ideológico y para la economía ello representò la pèrdida de siete mil millones de dòlares.
 

EL COVID 19 PASA FACTURA

El agosto de 2018 Nicolàs Maduro anunció varias medidas para tratar de contraponer algunas respuestas a la debacle desatada por la hiperinflación y las sanciones económicas en el plano enèrgetico impuestas por Estados Unidos. Entre los anuncios, como ya es costumbre, el ajuste del precio del la gasolina. A casi dos años el tema se ha desvanecido: el contrabando fronterizo se incrementa con las difíciles relaciones con Colombia, Brasil y las vecinas Antillas; las estaciones de servicio no respetan las reglas establecidas, el pago se exige en dólares y hay regiones que no son abastecidas a tiempo. En las últimas semanas, en plena cuarentena impuesta por el Covid 19 la situación de la escasez se hace crìtica en regiones donde se ha extremado el racionamiento; se despacha por número de las placas de los vehículos, se exigen salvoconductos a los compradores y se multiplica el cierre de estaciones.

Habría que pensar cual será la situación cuando cese el recogimiento del coronavirus y se restablezca la normalidad y justamente en el marco previsible de mayores sanciones y el endurecimiento de un bloqueo naval, dos elementos que no existían durante el paro petrolero del 2002 2003.Todo atribuido a las sorpresas propias del “estiércol de diablo” o el llamado antes “stercus demonis” por los sorprendidos nativos de Cubagua.






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