Por Jane Bradley y Euan Ward
El rey Carlos III construyó su propio imperio mucho antes de heredar el de su madre.
Carlos, quien accedió formalmente al trono británico el sábado, pasó medio siglo convirtiendo su patrimonio real en una cartera de miles de millones de dólares y uno de los ingresos más lucrativos en el negocio de la familia real.
Mientras que su madre, la reina Isabel II, delegó en gran medida la responsabilidad de su cartera, Carlos estuvo mucho más involucrado en el desarrollo de la propiedad privada conocida como el Ducado de Cornualles. Durante la última década, reunió un gran equipo de gerentes profesionales que aumentaron el valor y las ganancias de su cartera en aproximadamente un 50 por ciento.
Hoy en día, el Ducado de Cornualles es propietario del histórico campo de cricket conocido como The Oval, exuberantes tierras de cultivo en el sur de Inglaterra, propiedades vacacionales junto al mar, oficinas en Londres y el depósito de un supermercado suburbano (un ducado es un territorio tradicionalmente gobernado por un duque o una duquesa). La cartera de bienes raíces de alrededor de 52.000 hectáreas es casi del tamaño de Chicago y genera millones de dólares al año en ingresos por alquiler. Las tenencias del conglomerado están valoradas en aproximadamente 1400 millones de dólares, en comparación con los 949 millones de dólares de la cartera privada de la difunta reina. Estas dos propiedades representan una pequeña fracción de la fortuna de la familia real estimada en 28.000 millones de dólares. Además de eso, la familia tiene una riqueza personal que sigue siendo un secreto muy bien guardado.
Como rey, Carlos se encargará de la cartera de su madre y heredará una parte de esta fortuna personal incalculable. Mientras que los ciudadanos británicos normalmente pagan alrededor del 40 por ciento del impuesto a la herencia, el rey Carlos está exento de ese impuesto. Y pasará el control del ducado a su hijo mayor, Guillermo, para que lo siga desarrollando sin tener que pagar impuestos corporativos.
El crecimiento de las arcas de la familia real y la riqueza personal del rey Carlos durante la última década se produjo en un momento en que el Reino Unido enfrentaba profundos recortes presupuestarios de austeridad. Los niveles de pobreza se dispararon y el uso de los bancos de alimentos casi se duplicó. Durante mucho tiempo, su estilo de vida palaciega y polo ha alimentado las acusaciones de que no está en contacto con la gente común. Y, en ocasiones, ha sido el símbolo involuntario de esa desconexión, como cuando su limusina fue asaltada por estudiantes que protestaban por el aumento de la matrícula en 2010 o cuando se subió a un trono dorado con sus galas reales este año para prometer ayuda a las familias en apuros.
Su ascenso al trono se produce mientras el país sufre una crisis del costo de la vida que se espera que empeore aún más la pobreza. Al ser una figura más divisiva que su madre, es probable que el rey Carlos impulse los reclamos de quienes cuestionan la relevancia de la familia real en un momento de dificultades públicas.
Laura Clancy, autora de Running the Family Firm: How the Monarchy Manages Its Image and Our Money, dijo que el rey Carlos transformó las cuentas reales que en algún momento fueron sedentarias.“El ducado se ha estado comercializando constantemente durante las últimas décadas”, dijo Clancy. “Se maneja como un negocio comercial con un director ejecutivo y más de 150 empleados”. Lo que solía considerarse como un “montón de tierras de la nobleza terrateniente” ahora funciona como una corporación, dijo.
El Ducado de Cornualles se estableció en el siglo XIV como una forma de generar ingresos para el heredero al trono y básicamente financió los gastos privados y oficiales de Carlos. Un ejemplo de su poderío financiero es que la ganancia de 28 millones de dólares que obtuvo el año pasado eclipsó su salario oficial como príncipe, que es poco más de 1,1 millones de dólares.
Determinar cuáles son los activos de la familia real es complicado, pero su fortuna generalmente se divide en cuatro grupos.
El primero y más destacado es el Crown Estate, que supervisa los bienes de la monarquía a través de una junta directiva. Como es el rey, Carlos será su presidente pero no tiene la última palabra sobre cómo se gestiona el negocio.
El patrimonio, cuyo valor contable oficial es de más de 19.000 millones de dólares, incluye centros comerciales, calles concurridas en el West End de Londres y un número creciente de parques eólicos. Los miembros de la realeza solo tienen derecho a obtener ingresos por el alquiler de sus propiedades oficiales y no pueden beneficiarse de ninguna venta, ya que no son propietarios personales de los activos.
Las ganancias, valoradas en unos 363 millones de dólares este año, se entregan al Tesoro, que a cambio le da a la casa real un pago llamado subvención soberana basada en esas ganancias, que debe ser complementada por el gobierno si es inferior a la del año anterior. En 2017, el gobierno aumentó el pago de la familia al 25 por ciento de las ganancias para cubrir los costos de renovación del Palacio de Buckingham.
La última subvención soberana recibida por la realeza fue de alrededor de 100 millones de dólares, que la familia, incluido Carlos, ha utilizado para deberes reales oficiales, como visitas, nómina y limpieza. No cubre los costos de seguridad de la realeza, que también los paga el gobierno, pero el costo se mantiene en secreto.
Otra gran fuente de dinero es el Ducado de Lancaster. Esta cartera de 949 millones de dólares es propiedad de quien ocupe el trono.
Pero el valor de ese fideicomiso se ve empequeñecido por el Ducado de Cornualles, la tercera fuente del dinero real, que Carlos ha presidido durante mucho tiempo como príncipe. Generando decenas de millones de dólares al año, el ducado ha financiado sus gastos privados y oficiales, y ha financiado a Guillermo, el heredero al trono, y a Kate, la esposa de Guillermo.
Lo ha hecho sin pagar impuestos corporativos, a diferencia de la gran mayoría de las empresas en el Reino Unido, y sin divulgar detalles sobre dónde invierten su dinero.
“Cuando Carlos asumió el cargo a los 21 años, el ducado no estaba en un buen estado financiero”, dijo Marlene Koenig, experta real y escritora, citando una mala gestión y falta de diversificación. Carlos asumió un papel más activo en la cartera en la década de 1980 y comenzó a contratar a gerentes experimentados.
“Fue en ese momento cuando el ducado se volvió más agresivo desde el punto de vista financiero”, dijo.
En 2017, la filtración de documentos financieros conocida como Paradise Papers reveló que el patrimonio del ducado de Carlos había invertido millones en empresas en paraísos fiscales, incluida una compañía registrada en las Bermudas que fue dirigida por uno de sus mejores amigos.
La reserva final de dinero, y la más secreta, es la fortuna privada de la familia. Según la Rich List, el catálogo anual de la riqueza británica publicado en The Sunday Times, la reina tenía un patrimonio neto de unos 430 millones de dólares. Eso incluye sus bienes personales, como el Castillo de Balmoral y Sandringham Estate, que heredó de su padre. Gran parte de su riqueza personal se ha mantenido en privado.
El rey Carlos también ha aparecido en los titulares financieros, pero no por su riqueza, sino por la fundación benéfica que preside. Su gestión de la fundación se ha visto empañada por la controversia, más recientemente esta primavera, cuando The Sunday Times informó que Carlos había aceptado 3 millones de euros en efectivo, incluidas sumas de dinero que fueron transportadas en bolsas de compras y una maleta, de un ex primer ministro de Catar, el jeque Hamad Bin Jassim Bin Jaber al Thani.
El dinero era para su fundación, que financia causas filantrópicas en todo el mundo. Carlos no se beneficia financieramente de esas contribuciones.
“En realidad está dispuesto a aceptar dinero de cualquiera, sin cuestionar si eso es lo más inteligente”, dijo Norman Baker, exministro del gobierno y autor del libro …And What Do You Do? What the Royal Family Don’t Want You to Know.
Baker describió a Carlos como el miembro más progresista y afectuoso de la familia real. Pero también dijo que había presentado una denuncia policial acusándolo de vender indebidamente títulos honorarios.
“Esa no es la forma en que un miembro de la realeza debe comportarse”, dijo refiriéndose a los señalamientos de que Carlos le había otorgado el título de caballero y la ciudadanía a un empresario saudita, a cambio de donaciones para una de sus empresas caritativas.
Carlos negó tener conocimiento de eso, uno de sus principales ayudantes que estaba implicado renunció y las autoridades comenzaron a investigar. Los representantes del rey no respondieron a una solicitud de comentarios al respecto.
Carlos también generó controversia con sus puntos de vista y sus campañas. Ha presionado a ministros gubernamentales de alto nivel, incluido Tony Blair, a través de decenas de cartas sobre temas que van desde la guerra de Irak hasta las terapias alternativas. Aunque la ley inglesa no lo exige, el protocolo real exige neutralidad política.
En su discurso inaugural del sábado, el rey indicó que planeaba dar un paso atrás en sus actividades externas. “Ya no me será posible dar tanto de mi tiempo y energías a las organizaciones benéficas y asuntos que me importan tanto”, dijo.
Clancy, la autora, dijo que, en teoría, se espera que el nuevo rey abandone por completo su cabildeo y sus negocios.
“Si eso va a funcionar es otra pregunta”, dijo
The New York Times