Por Douglas Zabala
El mismo Fray Bartolomé de las Casas nos cuenta como al llegar los españoles a las Américas aquel 12 de octubre de 1942 algunos indios les dijeron que, antes de ellos ya los habían visitados otros barbudos, que una Carabela había salido de un Puerto, y que iba cargada de mercadería, fue a parar a estas islas. Así que codicioso el Almirante de saltar en tierra y ver aquella gente, y no menos ella de verlo salir, admirado de aquellos navíos, que debían pensar que fuesen algunos animales que venían por la mar o saliesen de ella.
Colón no tenía idea de donde estaba. El asombro fue tal que, al saltar a tierra, todos se hincaron de rodillas, dando gracias al todo poderoso Dios y Señor. Pensaban haber llegado a tierra de las indias, así lo afirma el mismo Bartolomé, en su libro “Vida de Cristóbal Colon”: “Los indios que estaban presentes que eran gran número, a todos estos actos, estaban atónitos, mirando a los cristianos, espantados de sus barbas, blancuras y de sus vestidos.
Todavía se discute lo que aconteció después. Muchos siguen hablando del mayor genocidio de la humanidad, otros se han atrevido a señalar que todo ha sido una vulgar distorsión de los hechos. Ahora en pleno Siglo XXI, el Papa Francisco, pidió perdón a los pueblos indígenas de América Latina, ante los muchos crímenes cometidos por la Iglesia católica durante la llamada “Conquista de América”.
De aquellos tiempos cuando Rodrigo de Triana se desgañitó gritando ¡Tierra, Tierra, Tierra! quedó un testigo para el resto de los siglos, Fray Bartolomé de las Casas, quien nos recordará, como los indios no tenían arma alguna, sino unas azagayas, que son varas con las puntas tostadas y agudas, y algunas con un diente o espina de pescado, usadas más para tomar peces que para matar algún hombre; en cambio, Cristóbal Colón y su gente trajeron la Cruz, Arcabuces y Espadas.