Por: Hernan Quiroz Plaza
Conseguir el liderato de la llave tiene además un premio añadido para Argentina, que se enfrentará a Australia en octavos. En caso de haber sido segundo hubiera tenido que enfrentarse en esa ronda a Francia, su verdugo del anterior Mundial y que será rival de Polonia, que a pesar de la derrota también se clasificó. Intuíamos que Argentina compondría su mejor presentación en el torneo y lo habíamos adelantado. Una vez extirpado el bloqueo mental que le había quedado tras la derrota ante Arabia Saudita, el cual continuó frente a México, se evaporó en un instante cuando Messi marcó su golazo. Ahí el equipo sepultó el trauma, se liberó y apareció. Y volvió a ser la Argentina de los 36 partidos invicta, la ganadora de la Copa América y la que brilló en la eliminatoria. Pese a ser Polonia un equipo organizado y con mucha gente en defensa más un matador adelante como Lewandowski, el dominio albiceleste fue absoluto y las llegadas, incesantes.
El cartel electrónico muestra 2 a 0, aunque por desarrollo fue un partido de, mínimo, 5 a 0. Además de los dos goles y el penal fallado, Argentina creó ocho situaciones de gol más, clarísimas, de mano a mano, que no supo definir en algunos casos o que evitó el buen arquero Szczęsny, un bombero que apagó un incendio, porque con un solo tanto más en contra Polonia quedaba afuera, lo superaba México. Un equipo defensivo, Polonia, pero ya está en octavos de final gracias a la diferencia de gol. Con México se va una de las dos hinchadas más numerosas del mundo mundial, que siempre aporta color y llena tribunas. Una tristeza. Pero el proceso mexicano con Gerardo Martino a la cabeza viene torcido desde hace tiempo. El tiro del final se lo dio Arabia Saudita, que se vuelve a casa, pero habiendo hecho estragos. México ganaba 2-0 y estaba clasificando hasta el minuto 95, cuando Salem Al Dawsari, el mismo del gol del triunfo sobre Argentina, le hundió un cuchillo en el pecho. Y adiós manitos… Los polacos, que saludaban como en un velorio en medio del campo a los futbolistas argentinos, recibieron de pronto la noticia del gol saudita y festejaron.Messi fue el virtuoso conductor que lideró los avances, orquestó jugadas e hizo sus pases mágicos. Pero el hombre que hace todo bien hizo mal lo más importante: falló un penal. La falta se la había cometido el arquero a él mismo (dudoso). Sin embargo, Leo estaba agitado, aun ligeramente conmocionado por el golpe recibido en el rostro y lo pateó mal, a media altura. Debió ejecutarlo otro.
El promocionado duelo Messi-Lewandowski, azuzado por declaraciones fuertes del polaco en ocasión del Balón de Oro, no tuvo lugar. El 9 del Barcelona ni tocó la pelota, fue tragado por la marca de Cuti Romero y Otamendi, dos fieras que le pusieron las esposas y le jugaron durísimo. Messi, en cambio, fue el jugador distinto al resto y de su mente y sus pies surgieron todos los trazos brillantes del cuadro. Muy visible fue que Lewandowski intentó un par de veces acercarse al 10 y palmearlo, pero este lo ignoró olímpicamente. Cuando Leo ganó el galardón cumbre para los futbolistas en 2021, subió al escenario y dijo en tono sincero: “Es un honor estar aquí contigo, has batido récords y también mereces ganar el Balón de Oro. Todo el mundo estuvo de acuerdo que el año pasado fuiste el ganador. No se pudo hacer por el tema de la pandemia, pero creo que mereces tener este trofeo en tu casa”, fueron las palabras de Messi a Lewandowski al recibir la distinción. Sin embargo, este no le creyó. “Me gustaría que su declaración fuera honesta, no palabras vacías”. Messi le hizo la cruz a lo Messi, sin hablar más y sin mirarlo siquiera.
El once de Scaloni mareó a Polonia tocando y tocando, de un lado a otro, para desgastarlo y meter el pase filtrado cuando fuera la ocasión. No obstante, el gol se le hizo rogar y el 0 a 0 sobrevivió en los primeros 45 minutos. Pero apenas llegó el segundo tiempo, al minuto devino el gol de Mac Allister, que silenciosamente se hizo un lugar entre los titulares. Julián Álvarez, otro que se ganó jugar de entrada, anotó el segundo. Los dos permanecerán en octavos de final. Más allá del abrumador dominio y el toque, fue nuevamente un equipo seguro atrás, con notable concentración para anticipar al rival en todos los sectores del campo y desarticularle cada intento de avance. Lo ató de manos y pies a Polonia. Ese es el fútbol de Scaloni: mucha presión, pase y pase hasta agobiar al adversario y buscarlo a Messi, que siempre tiene la llave del partido.
Fue una jornada redonda para la celeste y blanca, porque en primer turno Australia venció inopinadamente a Dinamarca y se coló en octavos de final. Y ambos se enfrentarán en un choque que no debería ser una barrera infranqueable para el país de Di Stéfano, Maradona y Messi. Le salió bien porque, de haber quedado segundo en el grupo, a Argentina le hubiese tocado Francia. Logró eludirla. Argentina se anotó dos victorias seguidas y recuperó la chapa de candidato. Ya está otra vez tercero en las casas de apuestas, detrás de Brasil y Francia.La FIFA hace rotar a todas las selecciones por diferentes estadios. Pero pusieron a Argentina en el 974 (el de los contenedores), un recinto para 40.000 personas, sin tener en cuenta que lleva un promedio de 60.000 hinchas. Decenas de miles se quedaron sin entrada.
Volvieron los batacazos. El primero, Túnez. Se fue del campeonato, pero por una puerta de oro: ganándole a Francia. Es verdad que Deschamps, ya clasificados y con el primer puesto seguro, puso todos los suplentes. Pero el himno que sonó fue La Marsellesa y ganarle al campeón del mundo es una buena manera de despedirse.El segundo, Dinamarca, señalada como una posible sorpresa para alcanzar el título por su participación en la Eurocopa y por haberle ganado los dos duelos a Francia en la Liga de Naciones, quedó eliminada en primera fase y con un solo punto en su haber. Todos se amparaban en un antecedente: su heroico triunfo en la Eurocopa de 1992. Entonces no había logrado clasificar. Pero sucedió un increíble imprevisto. Once días antes de iniciarse el torneo, la UEFA, presionada por la ONU, expulsó a Yugoslavia de la Euro. ¿La solución…? Llamar al segundo de su grupo y que juegue. Era Dinamarca. Muy simpático, pero… ¡Sus jugadores estaban de vacaciones…! El técnico Richard Moller-Nielsen debió llamarlos de urgencia. “Hay que regresar, nos vamos a la Euro en Suecia”. Al día siguiente o a los dos días se presentaron. Dinamarca llegó feliz de participar, aunque sin preparación. Llevaba siete meses sin competir, desde que terminara la clasificatoria. Y encima le tocó un camino durísimo: el local Suecia, Inglaterra y Francia en su zona. Para empeorar el panorama, empató el primer partido (0-0 vs. Inglaterra) y perdió el segundo (0-1 ante Suecia). Pero terminó siendo campeón en una especie de Maracanazo. Por ese antecedente siempre se le considera capaz de todo. Fue un fiasco.
La otra cara de la moneda. Vino el tiro libre de Senegal desde la derecha y Enner Valencia, en su intento de rechazar, le dejó servida la pelota a Kalidou Koulibaly, el gigantesco zaguero del Chelsea la tomó como venía y con un derechazo la cruzó a la red de Galíndez. Senegal se ponía 2-1 arriba en el cartel. Faltaba mucho aún, 27 minutos. Enner se tomó la cabeza, por su error y porque sabía que iba a ser difícil empatar. Y así fue. Esos 27 minutos se fueron diluyendo en una agonía amarga, como la de aquel que se va ahogando y ya no puede manotear nada. Ese 2-1 fue la despedida de la Copa del Mundo para la Tricolor, una selección con más elogios que méritos. Que mostró personalidad en cada partido, pero que se vuelve a casa temprano sin lograr el objetivo de mínima, que era pasar a segunda ronda. A Senegal, en cambio, le cabe la satisfacción de haber clasificado sin su estrella, capitán y líder: Sadio Mané. Ecuador llegó al partido con una ventaja que suele ser traicionera: con el empate clasificaba. Y eso lleva mentalmente a esperar, a dejar que el otro haga. Generalmente sale mal. Y al minuto 7 ya Senegal había creado dos jugadas clarísimas de peligro, un gol que se devoró solo Idrissa Gueye por el centro y una entrada por derecha de Bia, que remató desviado al segundo palo. Y el penal con que se abrió el marcador a los 43 minutos. Ecuador no se había aproximado a Mendy. En el segundo pujó un poco más la Tricolor, aunque sin molestar al arquero del Chelsea.
Antes del torneo pensábamos que el grupo “A” podía ser un grupo complicado, por Holanda, que siempre tiene pinta de cuco, porque Senegal contaba con Sadio Mané y porque el más flojo, Qatar, al menos era local y los locales nunca habían perdido en su debut. Sin embargo, al moverse la pelota todas esas previsiones quedaron desvirtuadas, los tres eran mucho menos de lo pensado. Holanda, un equipo ganable, aburrido y burocrático, muy criticado por la prensa de su país. Senegal, sin Mané, una selección corredora y fuerte físicamente, aunque con pocas luces. Y Qatar, el más flojo del torneo, que jugando en casa perdió sus tres partidos; único anfitrión de la historia de los mundiales que termina sin un solo punto. En ese contexto, Ecuador solo pudo vencer a Qatar. Claramente, saldo deudor. Había enormes expectativas previas porque esta es una excelente generación ecuatoriana, y joven, pero termina su aventura mundialista siendo el primer sudamericano en ser eliminado.
La buena noche ante Holanda -en juego, no en resultado- quedó desdibujada completamente en este último choque, convertido en una final. No apareció el equipo, nunca encontró el partido ni se sintió cómodo en él y no pudo superar en ningún momento la línea defensiva senegalesa con una jugada elaborada. Sintió horrores la baja de Jhegson Méndez porque fue muy evidente que Gruezo no estaba para jugar. Su salida al final del primer tiempo y la de Alan Franco -cambios muy tempraneros- demuestran que el técnico no acertó con sus inclusiones. Ninguno de los dos rindió satisfactoriamente. El biotipo físico, que le da ventajas en Sudamérica, frente a Senegal no podía hacer diferencia. Al contrario, son incluso superiores en ese rubro.Los dos goles africanos llegaron por errores defensivos. El penal, una imprudencia de Hincapié, que estuvo errático, descolocado, muy extraño en un jugador tremendo, seguro como es él. Hincapié está acostumbrado a agarrar, a empujar a los rivales, a entrarle fuerte, pero el área es un lugar prohibido. Ahí se paga un peaje carísimo. El segundo, está dicho, por un rebote defectuoso de Enner Valencia.
Cuando hay que ir a buscar el empate o el triunfo le cuesta a Ecuador porque está más estructurado para defender que para atacar. La táctica de Gustavo Alfaro tiene cierto aroma defensivo y en este Mundial (y en el fútbol actual) la tendencia son los equipos osados, con gran vocación ofensiva. En Ecuador hay agradecimiento y conformismo con el desempeño de su Selección, una sensación muy diferente a la de 2014, cuando también quedó fuera en fase de grupos, pero envuelta en críticas, sobre todo a Reinaldo Rueda, que no es muy diferente de Alfaro. Son percepciones. De afuera lo ven distinto. Eduardo Luis López, narrador colombiano de WinSports televisión, señaló: “Vimos hoy a la selección de Ecuador que Alfaro nos acostumbró fuera de la altura de Quito. Le faltó ambición. Le servía el empate y salió a empatar. Fue dominado, superado y derrotado por Senegal que resultó muy superior. Era para hacer historia y no fue por ella. Una pena”. Por su parte, Rubén Uría, columnista español de la cadena COPE, señaló: “Senegal superó la baja tremenda de Sadio Mané y estará en siguiente ronda. A Ecuador le pudo la presión. Una lástima por Enner Valencia. Países Bajos pasa como primera de grupo. Qatar, de lejos, la peor selección anfitriona de la historia de la Copa del Mundo”.
El balance es negativo en cuanto a las metas trazadas. También creó escasísimas situaciones de gol. Pero hay buenas también. Este grupo puede competir contra cualquiera. No se achica con nadie, es joven y virtuoso. Futbolísticamente no se sintió la ausencia de Byron Castillo, por lo cual se podría haber ahorrado toda la angustia y la desazón previa que generó ese episodio. Es preciso buscar un delantero que pueda acompañar mejor a Enner. Estrada jugó los tres partidos, pero estuvo virtualmente ausente del Mundial. Encontrando un segundo punta importante se avanzaría mucho, se redondearía el plantel y, sobre todo, el once titular. Otro que no se vio fue Gonzalo Plata. No le salió nada en los tres partidos.Lo bueno es que no hay lugar para crucificar a ninguno, nada que reprocharles, simplemente dar vuelta la página y poner la mente en la eliminatoria que comienza en marzo. ¿Se va Alfaro…? Con estos jugadores igual debería ser una fija para el 2026. La reflexión final: nos quedamos en Sudamérica. Saquemos a Brasil, por la cantidad de talentos que alumbró en los últimos tres años, pero en todos los continentes juegan a otra cosa: intensidad, posesión y ataque, búsqueda afanosa del arco rival con velocidad. En Sudamérica andamos con una marcha menos.Es un Mundial hermoso futbolísticamente y ya buena parte del periodismo deportivo se anima a decir que puede ser el mejor de todos.