La embestida de las aguas aplastó también al rey más poderoso de Europa
Un devastador invierno azotó a Ucrania hace 500 años
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Por: Israel Viana

Carlos XII de Suecia decidió atacar a los rusos en este país en enero de 1708, aún sabiendo que hacerlo en invierno era muy complicado por las bajas temperaturas, pero se lanzó igualmente al abismo hasta la hecatombe final en la batalla de Poltava

‘El General Invierno llega a Ucrania con unas exigencias extremas para las tropas’, podía leerse en ABC el pasado diciembre en relación a la invasión de Rusia. En el artículo, el teniente general retirado del Ejército de Tierra, Pedro Pitarch, explicaba: «Las condiciones climatológicas duras perjudicarán más a los ucranianos que a los rusos, atribuyendo a estos últimos mejor aclimatación a los rigores invernales. Tesis que se basa en la errónea suposición de que el clima es uniforme en los 603.000 kilómetros cuadrados ucranianos, obviando que la meteorología invernal (fríos, lluvias, nieves, vientos y hielos), en tan grande extensión de terreno, varía mucho de unas zonas a otras».



Sin embargo, el actual presidente ruso, Vládimir Putin, no ha sido el primero en sufrir las duras condiciones climatológicas de Ucrania. Hace tres siglos, el que fuera el imperio más poderoso de Europa durante el siglo XVII y principios del XVIII ya fue aplastado por los temporales de frío, lluvia y nieve de este país actualmente en guerra. El triste protagonista de esta expedición fue el Rey Carlos XII de Suecia, olvidado en numerosas ocasiones cuando se intenta explicar la influencia de las condiciones climatológicas en las guerras, aunque fuera estudiado en profundidad por Napoleón y Hitler cuando emprendieron sus desastrosas conquistas de Rusia.

Entre 1708 y 1709, durante la Gran Guerra del Norte entre suecos y rusos, se dice que Ucrania sufrió el invierno más frío de los últimos 500 años. Carlos XII suposo que sus aguerridos soldados escandinavos estaban acostumbrados a las bajas temperaturas, pero ese invierno se desplomaron tanto que más de la mitad de sus hombres y los caballos de estos murieron congelados. Este hecho fue el que hizo que el zar Pedro el Grande pudiera arrasar más tarde al Rey sueco en la decisiva batalla de Poltava.

TIERRA QUEMADA

El monarca inició su campaña en 1707, pero las tropas de Pedro el Grande se retiraron prudentemente para preparar con tiempo su contraataque, quemando en la huida las aldeas que pudieran servir de aprovisionamiento a los invasores, tal y como haría en 1812 el zar Alejandro I contra la ‘Grande Armée’, en una brillante estrategia que ya os contamos en ABC a través de las cartas de sufrimiento que los soldados de Napoleón enviaron a sus familias durante la larga marcha. Una marcha en la que padecieron la misma agonía que las tropas de Carlos XII por las bajas temperaturas.

El monarca entró en Rusia por la frontera polaca cruzando el congelado Vístula el 1 de enero de 1708 al frente de 40.000 soldados, la mitad de ellos de caballería, y algunas piezas de artillería. Seguía una estrategia basada en mover a sus tropas a gran velocidad por direcciones inesperadas. Así logró enfrentarse por primera vez a Pedro I tan solo un mes después de haber cruzado la frontera, a pesar de que era un líder militar muy hábil y sabía que la invasión de aquel vasto territorio en invierno era muy complicada. Decho, se había opuesto a sus consejeros en 1700, cuando le propusieron iniciar la conquista tras la batalla de Narva, en el mes de diciembre.

Decidió lanzarse al avismo porque creía que, al comenzar antes de la primavera, podría recibir refuerzos suecos y ucranianos de sus aliados cosacos, pero estos sufrieron una emboscada de las rusas y solo pudieron aportar unos 1.300 soldados al Ejército de Carlos XII. Como le ocurriera a Napoleón en 1812, la invasión se empezó a complicar debido a la táctica de tierra quemada y la acusada bajada de las temperaturas. A medida que huían, los rusos quemaban el grano y las tierras de cultivo y dispersaban al ganado, lo que dejó a los suecos sin provisiones.

UN EJÉRCITO DIEZMADO

El «Gran Invierno», como se le llamó, acabó diezmando a las tropas de Carlos XII hasta dejarlo reducido de 40.000 a 24.000 soldados. Y no solo tuvieron que enfrentarse a los rigores del clima, también a los efectos de la ‘raspútitsa’, un fenómeno de infiltración de agua en el suelo que causa un mar de lodo en el momento de la fusión de las nieves en primavera durante las lluvias de otoño. Debido a ello, la infantería, la caballería y la artillería sueca se enfangaron en aquel barrizal de dimensiones bíblicas mientras perseguían a los rusos.

Durante esos meses, Carlos XII fue perdiendo a sus soldados, mientras que los supervivientes continuaban como podían hasta agotar las pocas fuerzas que les quedaban. Todos los historiadores coinciden en que los efectos retardados del ‘General Invierno’ les hicieron llegar exhaustos a la decisiva batalla de Poltava, que tuvo lugar el 8 de julio de 1709 y acabó con décadas de poder. «Uno de los enfrentamientos más sangrientos de la historia mundial», lo calificaba el célebre historiador Peter Englund en su libro ‘La batalla que conmocionó a Europa’ (Roca Editorial, 2012).



Fue la culminación de una larga y brutal guerra de nueve años por el control del norte de Europa, la cual dejó más de 65.000 muertos en combate. Durante la Edad Moderna, varios imperios del viejo continente, tales como España, Portugal, Gran Bretaña o Francia, habían dominado una gran parte del mundo, pero el sueco había pasado desapercibido entre ellos. Algo que resultaba extraño, si tenemos en cuenta que fue una de las mayores potencias militares y políticas del siglo XVII, hasta que a principios del XVIII empezó a sufrir una serie de dificultades económicas que le llevaron a echar freno a su expansionismo… hasta que se produjo la hecatombe final en las frías tierras de Ucrania

ABC
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