Por: Macky Arenas
Una joven química venezolana, que pasa sus días investigando en un laboratorio de la Universidad Central de Venezuela, ha «parido» una idea revolucionaria: convertir la cáscara del camarón en un cicatrizante de bajo costo.
Se llama Sofía Salazar y es la cabeza de un equipo de jóvenes investigadores que hacen posible esta esperanza, la cual se fundamenta sobre un avance real en una Venezuela que cada vez privilegia menos la investigación y donde las personas sin recursos la tienen cuesta arriba en lo que respecta al acceso a la salud. Los medicamentos son muy costosos, si es que se consiguen, y un cicatrizante, ya lo sabemos, es de primera necesidad y alta rotación en todas partes del mundo.
En Venezuela abundan los camarones. Son tan caros al bolsillo como en todas las latitudes y, usualmente, los mejores, así como los langostinos y otros productos del mar, son exportados. Ahora, gracias a los esfuerzos de este equipo, tendrán mayor y mejor uso en este país.
UNA HORMIGUITA QUE NO QUIERE ALMACENAR
Sofía tiene 31 años y una sorprendente claridad acerca de cómo quiere continuar su carrera y hacia dónde quiere ir. Venezuela es la clave. Con los productos nacionales por delante y recursos tan accesibles y dispares como el almidón de yuca, las cáscaras de camarones o las matas de plátano, trabaja en la formulación de pegamento -ya comercializado-, de un producto cicatrizante y de celulosas.
Parece una hormiguita en el laboratorio de la
Universidad Central de Venezuela (UCV), donde pasa gran parte de su tiempo y, según reseñan,
«se mueve como pez en el agua». No siempre se interesó por los tubos de ensayo y las largas horas en los laboratorios, pero confiesa que gracias a una profesora que la inició y le hizo ver atractiva la labor de investigación-contrariamente a lo que suele ocurrir-, se enamoró y enroló hasta el día de hoy.
La joven fragua nuevas ideas y sueña con que sus creaciones se conviertan en productos que se distribuyan a bajo costo. En conversación con la agencia EFE aclaró que eso es «algo que no sería posible si hubiera que recurrir a la importación de componentes».
Otra de sus ideas clave es trabajar para los que menos o nada tienen. No está interesada en amasar fortunas sino en aportar a la ciencia ideas que hagan del mundo un lugar mejor. Su aspiración no es trabajar para los grandes capitales sino para que las personas que necesitan productos como los que ella formula y que los puedan adquirir sin tener que hacer un gran desembolso. El objetivo, en suma, es la salud y el bienestar.
LA CIENCIA, COSA DE MUJERES EN VENEZUELA
El proyecto recibe financiación del Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit), programa del Ministerio para la Ciencia y Tecnología. Se denomina Desarrollo de Hidrogel Cicatrizante en Matrices de Almidón. También lograron un convenio con una empresa privada para la comercialización del pegamento desarrollado a base de almidón de yuca, todo lo cual les permite impulsar estudios que se prolongan en el tiempo y no son sencillos. No obstante, avanzan.
Los respaldos son tan necesarios como puntuales. «La compañía con la que tenemos el convenio -relató a EFE- con quien desarrollamos los pegamentos, siguió comercializando (…) fue la manera que encontramos para poder seguir haciendo investigación en Venezuela». Se trata de un modelo de respaldo que -considera- debe replicarse en la ciencia, un área dominada por mujeres en el país, algo que también llena de orgullo a esta talentosa joven.
La UCV, que durante toda su historia ha sido el centro de estudios más emblemático del país, el Alma Mater de Venezuela, pero igualmente el epicentro de los conflictos que reflejan la dinámica política y social, guarda también en sus entrañas, las más silenciosas y escondidas, grupos de investigación, integrados por jóvenes esforzados quienes, junto a sus profesores, trabajan con mucha disciplina para avanzar en soluciones.
Es un trabajo arduo, que demanda mucha dedicación, pero tienen las herramientas humanas que hacen posible este exitoso trabajo de equipo. Y la principal es el espíritu solidario que los mueve a llevar esperanza a un país desgarrado por una crisis humanitaria compleja que ha descartado a buena parte de la población, de recibir las atenciones más primarias y elementales que la salud, derecho humano primordial, demanda.-
Aleteia