El país va por un lado y la política por otro. Son pocos los puntos de encuentro entre ambos, y es que los venezolanos, desde hace muchos años, están más pendientes de su supervivencia, de llevar el pan a la mesa, que de los vericuetos de la clase dirigente.
Todos los estudios de opinión, y el más importante de todos estos, la calle, evidencian que la preocupación 1, 2, 3, 4 y más, del ciudadano, es la economía.
Hoy, poco se habla de política en la calle, en reuniones o restaurantes; la polarización nos llevó a un punto de inflexión. La política, y el acontecer nacional, como tema de conversación, encuentro o discusión en nuestros desayunos, almuerzos y cenas, desapareció, siendo sustituida por la subsistencia del día a día, en medio de la más que crítica situación de los servicios públicos.
El proceso político de la
primaria presidencial que organiza un sector de la oposición venezolana, prevista a celebrarse el próximo 22 de octubre, el panorama no es muy distinto. El diarismo de este proceso, los detalles y pormenores, se ha quedado disminuido al mundillo político venezolano. Prueba de ello es que las proyecciones más optimistas estiman que votarían entre dos y tres millones de venezolanos. Impacta el nivel de acciones que hay que emprender, en tan poco tiempo, para conectar este tema importante, con el grueso del país.
A escasos cinco meses de la elección unitaria o unificadora, los abanderados del proceso opositor se debaten sobre las condiciones del mismo. La dinámica ha llegado al punto en el que pareciera que varios de los candidatos o candidatas, condicionan su presencia, apoyo y postulación, al costo más elevado posible para la Comisión Nacional que dirige el proceso.
El tema de la participación del Consejo Nacional Electoral (
CNE) y el voto de los venezolanos que han emigrado a diversas partes del mundo, destacan desde el inicio como los temas más polémicos sobre el proceso.
Por su parte, el órgano rector también ha puesto una cuota alta por su participación en el proceso que no todos están dispuestos a saldar.
En cuanto a la diáspora criolla, la última información oficial surgida de la propia Comisión Nacional de Primaria, señala que se le permitirá registrarse electrónicamente, lo cual arrojaría cuántos son y dónde están, desde los lugares más cercanos a los más recónditos del mundo; en un esfuerzo por hacerles espacio para ser parte del proceso.
La primaria, que podría ser un gran ejercicio de democracia, hoy se ha reducido a actores de los partidos tradicionales y unos cuantos que pretenden venderse como outsider.
¿Será esto suficiente para arrastrar al electorado? ¿Se conformarán todos los actores del proceso con el voto de las maquinarias partidistas?.Después del 22 de octubre, el país no se acaba. La primaria parece ser preámbulo de lo que nos viene, y me refiero no solo a 2024. También el 2025 es otra prueba de fuego para todos los actores de la vida pública nacional.
EL GRAN RETO
Aunque, como en el béisbol, el juego no se acaba hasta que se termina, en política –y más aún en la venezolana– cualquier cosa puede pasar. Lo que hoy es una gran verdad es el reto que tienen todos los involucrados en el proceso electoral: quienes aspiren al proceso de primaria; los marginados y autoexcluidos de este evento; y hasta el Gobierno; es volver a hablarle a la gente, volver a entenderse con el venezolano que hoy está decepcionado de todos los extremos.
El rescate de la confianza está íntimamente relacionado con el estímulo a la fibra electoral.
¿Será suficiente este año y medio para lograrlo?, ¿Podrán las clases políticas venezolanas dar respuestas a los venezolanos?, ¿Seremos capaces de entendernos todos o nos limitaremos al dedo señalador y un «te lo dije» después de los comicios?El 2024 y todas sus características políticas y el 2025; serán años muy movidos en el que acertamos o erramos. Lo segundo nos hará seguir en esa inercia hacia la nada que a tantos venezolanos hoy tiene decepcionados.