Macky Arenas
Parece natural y casi cotidiano que hoy recibamos noticias de la incursión de sacerdotes católicos en actividades ligadas al mundo del espectáculo. Tenemos al
dominico venezolano triunfando en
MasterChef, convencido de que su presencia puede ayudar a muchos, más allá de los fogones. Sus platos los adereza con
«la sal de la tierra».
«Quiero que los guisos tengan ese sabor y esa particularidad nuestra de ser sal y luz para el mundo», expresó.
Ahora nos sorprende otro sacerdote venezolano, esta vez profesor de la jesuita
Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, quien ha sido seleccionado como el único latinoamericano para integrar el
«jurado ecuménico» del festival de cine de categoría
«A» que tiene lugar en la ciudad francesa de Cannes.
Después de todo, ello es parte de esa «Iglesia en salida» que anima el Papa Francisco. Y dar testimonio en esos ambientes es deber de quienes tienen formación sólida e ideas claras.
Santa Teresa decía que Dios estaba también entre los fogones. ¿Por qué no entre celuloides y reflectores?
Fundado el 20 de septiembre de 1946, originalmente se concibió como un simple evento turístico de carácter social con el objetivo de recompensar a la mejor película, al mejor director, al mejor actor y a la mejor actriz de una competencia internacional de cine.
La película El mago de Oz (Victor Fleming, 1939) fue la favorita para competir en la primera selección del festival, pero debido a la Segunda Guerra Mundial, el festival fue cancelado.
Más tarde, aparecieron otros premios otorgados por un jurado formado por profesionales, artistas e intelectuales. Desde la década de 1950, Cannes se convirtió en el mayor evento del cine mundial.
PREMIANDO VALORES
El 16 de mayo arrancó la 76ª edición del Festival de Cannes, una de las grandes citas cinéfilas del año. Es uno de los eventos más prestigiosos de la industria cinematográfica mundial. Allí, una selección de filmes de todo el planeta lucha por la codiciada Palma de Oro, uno de los premios más importantes del mundo del cine. Además del renglón principal, el festival también es un escaparate para el cine internacional, presentando películas de todo el mundo en diversas categorías.
Un reconocimiento será entregado, no sólo a la calidad artística de una película sino también a su capacidad para difundir valores que sean significativos para la humanidad.
UNA MIRADA CON PERSPECTIVA DE PROFUNDIDAD
Esa decisión está a cargo de un «jurado ecuménico» con que cuenta el
Festival de Cannes, integrado por un reconocido grupo de cristianos de diferentes denominaciones. Ese jurado otorga un galardón especial a una película participante del festival que aborde temas de valores humanos universales, espirituales o éticos, y que contribuya a la promoción de la comprensión, la tolerancia y la solidaridad entre las personas.
En esta ocasión, y por primera vez, un sacerdote venezolano forma parte del jurado. Se trata del padre Néstor Briceño, director de programas de postgrado de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Andrés Bello (ITER UCAB). En esta edición, estarán representados Kenia, Francia, República Checa e Inglaterra…y Venezuela.
El padre Briceño siente «un honor y una responsabilidad» el participar en un festival de gran calidad, representando a todo nuestro continente.
«En cuanto a la responsabilidad como cristianos -explica- el jurado presta especial atención a las películas que tratan temas significativos» y favorece aquellas que representan valores como el respeto a la dignidad humana y los derechos humanos, la solidaridad con todo tipo de minorías o personas oprimidas, el apoyo a procesos de liberación, justicia, paz y reconciliación, la preservación de la creación y el medio ambiente.
«El nombramiento de Néstor Briceño como miembro del jurado ecuménico de Cannes – se lee en la crónica de la publicación ucabista- es un reconocimiento a su experiencia y trayectoria en el ámbito del cine y la religión. Su participación en el evento permitirá un enriquecedor intercambio de ideas y visiones sobre la industria cinematográfica».
El sacerdote destacó: «Que un venezolano esté en el jurado ecuménico de Cannes garantiza que el reconocimiento no irá hacia historias románticas ni con esperanzas falsas o centradas en propuestas económicas y políticas fáciles, sino a filmes con una visión de realidad, junto a la visión de otras latitudes y culturas representadas en el conjunto del jurado. Nuestra sociedad venezolana ha pasado por tantas dificultades, que tenemos una perspectiva de la vida que no es superficial, una perspectiva que nos lleva a fijarnos en lo más profundo del ser».
SU PROPIO FESTIVAL
El sacerdote y profesor universitario fundó un festival que se inició en 2011 en Ciudad Guayana. Se le conoce como el Festival de Espiritualidad del Cine Venezolano y se ha convertido en un importante evento cultural en Venezuela que ha contribuido a la difusión del cine nacional y al diálogo intercultural e interreligioso.
Durante el festival se proyectan películas nacionales que abordan temas como la fe, la justicia, la solidaridad, la dignidad humana y otros valores universales. También se realizan mesas redondas y debates en los que participan críticos de cine, cineastas y especialistas en temas de espiritualidad.
Fuera de los films y la premiación, mantiene secciones especiales como «Cine y espiritualidad», que presenta películas internacionales con temas relacionados con la espiritualidad y la religión. También «Cine y derechos humanos», que proyecta películas asociadas a la justicia social, la libertad y la dignidad humana.
Y por eso, por su dedicación y capacidad, este sacerdote venezolano es miembro del célebre jurado de Cannes para esta edición No 76.