La religión islámica no es la que suele pintar Hollywood, los medios de comunicación y gobiernos occidentales, ni lo que pregonan grupos terroristas
¡EL PELIGRO DEL ISLAM!
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Ahmad Taha

El sitio web “Global MuslimPopulation” informó a principios de la segunda semana de abril de este año que la población musulmana mundial alcanzó un poco más de dos millardos de almas (exactamente 2.006.931.770). Esto representa más del 25% de la población mundial de más de 8 mil millones de personas, convirtiendo al Islam en la segunda religión más grande del mundo después del cristianismo.

El Pew Research Center, con sede en Washington, fue más allá al pronosticaren un informe revelado en el año 2017 que “los musulmanes, que son el grupo religioso de más rápido crecimiento del mundo, crecerán más del doble de rápido que la población mundial en general entre 2015 y 2060 y, en la segunda mitad de este siglo, probablemente superarán a los cristianos como el grupo religioso más grande del mundo". ¿No es esto algo que llama la atención?

El mencionado aumento no solo se debe al crecimiento de la población originalmente musulmana, sino que ha sido acompañado por una ola de conversión al Islam de miles de personas en el mundo de diferentes partes y orientaciones, entre ellos importantes personalidades del ámbito religioso, política, farandulero artístico, deportivo, etc,. ¿No es esto también algo que llama la atención?.

Son infinitos los testimonios de conversos al Islam. Ejemplo de ellos, el político y ex diputado holandés Joram Jaron Van Klaveren, quien en octubre de 2018 terminó abrazando el Islam mientras se dedicaba arduamente a escribir un libro en “contra del Islam”. Van Klaveren, quien fuera miembro del Partido por la Libertad, era uno de los más acérrimos opositores al Islam y se había hecho conocido por sus comentarios y actividades anti-musulmanes. Después de convertirse en musulmán, decidió volver a dedicar su libro a su búsqueda de la religiosidad y la posterior conversión al Islam. Su libro titulado “Apóstata del cristianismo al Islam en tiempos de secularización y terror” fue publicado tanto en holandés como en inglés.



Otro ejemplo a citar es el prominente sacerdote estadounidense Hilarion Heagy, un expastor y exmonje ortodoxo, quien era muy respetado entre sus seguidores, se convirtió al Islam en febrero pasado y cambió su nombre a Said Abdul Latif. Heagy anunció en su página de Facebook la “Shahada” (Anuncia de unicidad de Dios, pilar fundamental para ser musulmán) y su conversión al Islam, diciendo que "las llamas del Islam encendieron su alma hace veinte años"."Tenía un estatus prometedor como sacerdote y era muy querido y bien educado, pero mis convicciones internas cambiaron, uno simplemente no puede ser sacerdote y monje en público, y musulmán en privado", dijo.

Recientemente, el reconocido escritor (poeta, novelista y ensayista) francés Michel Thomas, mejor conocido como Michel Houellebecq, se disculpó con la comunidad musulmana de Francia meses después de unos comentarios racistas que provocaran indignación en las plataformas de redes sociales. En una entrevista, Houellebecq salió a disculparse con todos los musulmanes en Francia por declaraciones que hizo a fines del año pasado en las que dijo que “el deseo de los franceses originales, no es que los musulmanes se integren, sino que dejen de robarlos y atacarlos, de lo contrario hay otra solución para irse".

Welbeck dijo que había un discurso equivocado que vincula el Islam y la desviación, a pesar de que son líneas paralelas que nunca se encuentran, y que ahora es posible luchar contra el segundo para no restringir el primero.

En el mundo del deporte son innumerables los casos de famosos que han hecho del Islam su religión y modo de vida, desde los legendarios basquetbolistas Kareem Abdul Jabbar, Larry Jhonson y Chris Jackson, el jugador de rugby neozelandés Sony Bill Williams, los boxeadors Muhammad Ali Kley y Mike Tayson, y los futbolistas franceses Paul Pogba, Frank Ribery, Nicolas Nelka, Eric Abedal y Thierry Henry, el togolense Emmanuel Adebayor, el alemán Danny Blum y el nigeriano Emeka Ezeugo, entre otros.

Los famosos de la farándula no se quedan atrás; artistas como Cat Stevens, Sinéad O’Connor, Ice Cube, Ellen Burstyn, Zayn Malik, los hermanos de Michael Jackson: Janet y Hermaine, Aliaume Damala Badara Akon Thiam, mejor conocido como Akon, Jennifer Grout, Lindsay Lohan, entre otros, encontraron en el Islam un refugio espiritual.

Lo antes expuesto ha encendido las alarmas en las últimas décadas y ha llamado enormemente la atención de grandes medios de comunicación que emprendieron poderosas campañas para desacreditar al Islam, enfocándose en aterradoras actos que, en nombre del Islam, cometen algunos grupos, casi todos surgidos años o décadas atrás, mientras que el Islam es una religión de 1444 años.

Estos medios de comunicación nunca se dieron a la tarea o se molestaron en realizar la más mínima comparación entre los macabros ideales de tales grupos terroristas y los verdaderos ideales del Islam para llegar a la conclusión de lo tan lejanos que son de la religión.

Nunca tampoco analizaron esos medios de comunicación que los musulmanes son seres humanos que aciertan y se equivocan, pero el Islam es una forma de vida integral que organiza todos los aspectos de la vida para una sana vivencia y convivencia con los demás.

Sí, el Islam, pero el auténtico, no aquel Islam que nos pintan Hollywood y la mayoría de los grandes medios de comunicación y gobiernos occidentales, ni aquel que falsamente pregonan algunos grupos de terror, sino el Islam cuya esencia conocieron las personalidades arriba mencionadas de diversos países, latitudes y culturas del mundo y lo consideraron una salvación.

El Islam que crece de manera sorprendentemente acelerada a pesar de todas campañas de desprestigio.

El Islam de los virtuosos ideales y principios, ese Islam puede considerarse un peligro y una amenaza pero a los que levantan las banderas de la perversión ética y moral y pregonan en nombre de la libertad, una perdición y libertinaje que amenazan a las generaciones futuras e intentan hacer desaparecer las barreras éticas causando un vació interno en los individuos y, por ende, un ascenso terrible en los índices de suicidio y desorientación mental.


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