María Isabel Giacopini de Zambrano
Estaba feliz por la firma del Tratado de Paz en Versalles, que puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial. Este hecho seguramente lo regocijó por dos razones, primero acababa con este conflicto bélico que ocasionó tantas pérdidas de vidas, y segundo podría intentar de nuevo viajar a Francia para perfeccionarse en Embriología e Histología, y reunir el material necesario para los nuevos textos que pensaba publicar.
Según el libro de su sobrino Ernesto Hernández Briceño, ese 29 de junio de 1919, su tío después de visitar a sus enfermos y cumplir con sus obligaciones religiosas, retornó a su casa, y almorzó a las 12:00 en punto. José Gregorio alrededor de la 1:30 pm., mientras esperaba como de costumbre en su casa a su hermano César, fueron solicitados sus servicios con urgencia, para atender a una anciana de identidad desconocida, que vivía entre las esquinas de Amadores y Cardones, que se encontraba grave. Hasta los momentos no se conoce el N° de la casa, lo que impide la identificación de la paciente. antes de examinarla se detuvo en la Botica de Los Amadores, a mandar a preparar con Vitelio Utrera la fórmula que le había indicado.
Hay otro hecho acaecido ese día, dado a conocer por la Sra. Rosalía Salazar de Rivas, a través de una carta dirigida al señor Guillermo Schael, publicada en el diario “El Universal”, el 27 de octubre de 1964, y referida en el libro “José Gregorio Hernández de Isnotú, 1864-1919. Creador de la moderna medicina venezolana” del Dr. Antonio Sanabria. En esta carta la Sra. Rosalía Salazar de Rivas vecina y amiga de mi familia señaló; “Ese domingo, antes de las 2:00 pm, mi padre el Sr Jacobo Salazar Sucre, que vivía de Amadores a Cardones Nº72, fue solicitado por una vecina que vivía entre las esquinas de Cardones y Aurora, para que le indicara donde podía ubicar al Dr. Hernández porque su hijo (apellido Fagúndez) se había caído de una ventana de balconcete y requería su atención. El Sr. Jacobo, al ver el niño herido se ofreció para ir en busca del Dr. Hernández. Camino a la esquina de Desbarrancado donde vivía José Gregorio, lo vio entrar en la Botica de Los Amadores, donde lo interceptó y refirió el caso del niño. Este testimonio me fue narrado en mi adolescencia por la Sra. María de Salazar, esposa del Sr. Jacobo y madre de la Sra. Rosalía, con quien mi mamá compartía la afición del cultivo de orquídeas.
José Gregorio, salió de la botica, y observó que el tranvía N.º 27, Plaza Bolívar-La Pastora estaba detenido en la esquina de Amadores, y procedió a cruzar la calle para dirigirse en dirección a Cardones, en el momento en que Fernando Bustamante, quien conducía un automóvil Essex 1918, trataba de sobrepasar al tranvía. El conductor Fernando Bustamante, sorprendido por la aparición inesperada del transeúnte no pudo detener a tiempo el vehículo, que conducía a 30 Km/ hora, ni maniobrar por lo angosto de la vía, golpeándolo fuertemente en las piernas por encima de las rodillas con el guardafangos derecho. El Dr. Hernández trastabilló, pero no logró recuperar el equilibrio y al caer se fracturó el cráneo contra el borde de la acera, lo que ocasionó la muerte al ilustre médico pocos minutos más tarde en el Hospital Vargas. La testigo ocular Angelina Páez, manifestó que el arrollamiento ocurrió a las 2:00 pm. El acta de defunción N° 199, mes de junio de 1919, Parroquia de Altagracia, Mauricio Gutiérrez, empleado de la funeraria “La Equitativa”, manifestó que el Dr. José Gregorio Hernández, falleció a las 2:30 de la tarde. Esto nos indica, que el Dr. Hernández fue atropellado antes de evaluar a la anciana de Amadores a Cardones.
De acuerdo con el informe levantado por el Dr. Luis Razetti, presentaba fractura de la base del cráneo, edema bajo los parpados, hemorragia por la nariz, oídos y boca, y moretones en las piernas por encima de las rodillas.
La tercera exhumación de los restos del Dr. Hernández realizada en octubre de 2020, por un grupo de expertos dirigidos por el Dr. Enrique López Loyo, medico patólogo, identificaron una zona de fractura en el techo de la boca y el piso del cráneo, una fractura irregular. Lo que les sugiere que José Gregorio al caer se golpeó con el borde de la acera el maxilar, ocasionando muerte postraumática.
Fernando Bustamante, chofer de 28 años, fue detenido y declaró frente al entonces Tribunal de Primera Instancia en lo Criminal del Distrito Federal “. Nadie ha lamentado más que yo, ni a nadie puede haberle sido más sensible y dolorosa que a mí la muerte de mi amigo el Dr. José Gregorio Hernández”. El primero de agosto, los miembros de la familia Hernández enviaron un escrito al juez en el que aclaraban que ellos no solicitaban castigo alguno para Fernando Bustamante pues estaban convencidos de que el suceso en el que pereció el doctor Hernández se debió a un accidente, sin intención delictuosa y el 11 de febrero de 1920, la Corte emite la orden de excarcelación de Bustamante.
Un grupo de hombres, movidos por la iniciativa del Sr. Octaviano González colocaron en el brocal de la acera, junto a la puerta de la Botica Los Amadores una estrella de mármol con la inscripción de fecha del fallecimiento del Dr. Hernández, 29-06-1919, para recordar permanentemente el sitio donde había caído muerto el Dr. José Gregorio Hernández. El 29 de junio de 1932, un grupo de artesanos, amigos y vecinos de la pastora, se reunieron para reemplazar la estrella fracturada por unos trabajos de la Municipalidad para rebajar la acera por una lápida conmemorativa de su muerte. Esta lápida de mármol fue colocada en la pared de la antigua Botica Los Amadores, y ahora está en la nueva edificación de la farmacia y dice textualmente:
“El XXIX VI MCMXIX se extinguió en este sitio el Dr. José Gregorio Hernández su vida fue lumbre de ciencia y caridad. Su recuerdo perdura en el corazón de Caracas”