Elías Farache S.
También una inversión de valores en general que hacen del mal algo más fácil de digerir. En el largo, dramático y sangriento conflicto delMedio Oriente entre palestinos e israelíes se han perdido algunas perspectivas y esto implica que la resolución de los problemas se aleja en el tiempo. En el camino, los odios y las venganzas se incrementan, y terceras partes comentan y azuzan a los protagonistas y sufrientes del desatino.
Las guerras y los enfrentamientos armados son siempre crueles. No hay ganadores, hay quienes pierden algo menos y son los victoriosos por tener menos víctimas o menos pérdidas materiales. Es una constante de la cual la humanidad no aprende.
Los luchadores armados palestinos han sido pioneros en formas novedosas de agresión y atemorización. Pistoleros llamados fedayines que incursionaban en poblados israelíes, secuestros de aviones en forma espectacular, autobuses explotando por los aires gracias a hombres bombas que se mataban en la tarea de morir matando, cuchillazos a mansalva en calles y avenidas, carros atropellando peatones, lanzamiento de cohetes a zonas pobladas sin destino fijo, túneles de penetración a territorio israelí… y celebraciones de aquellos atentados que arrojasen víctimas junto con la elevación a mártir de los perpetradores, y el calificativo heroico a su grupo familiar.
Resulta que buena parte de lo anterior se planifica y ejecuta desde de Jenin, dentro de la zona que administra la Autoridad Nacional Palestina. Una administración que pudiera convertirse en algo mucho más fluido y de mejor calidad de vida para todos si se aceptara el derecho de existencia de un estado judío, y las partes se sentaran a dirimir diferencias en forma civilizada, sorteando dificultades y diferencias. Pero no es así, y los unos se defienden de los otros.
La naturaleza humana tiende a la solidaridad con quien se percibe más débil, en peores condiciones. Los comentaristas y observadores del conflicto, luego de tanto tiempo y sin contar muchas veces las parcializaciones, además del sesgo antisemita que a veces resulta evidente en algunos, han llegado a confundir la barbarie con la valentía, el terror con la lucha legítima. Las formas de agresión arriba señaladas se han venido justificando y, queriendo o sin querer, resultan en una especie de incentivos a la violencia de quienes detentan la debilidad y se valen de inspirar una lástima que no ayuda a la causa.
En la reciente operación de Israel sobre Jenin el 3 de julio de 2023, con el objetivo de capturar perpetradores y planeadores de atentados,hubo bajas palestinas. Doce muertos, entre ellos cuatro menores de dieciocho años. Esto es muy lamentable. Todo. Que tenga que haber una operación militar y que haya víctimas, y que algunas sean jovencitos. Pero estos muchachos estaban armados y combatían. La defensa de la población israelí es responsabilidad del Estado de Israel y de sus fuerzas armadas, como sucede en cualquier lugar de este convulsionado planeta.
La presentadora de la BBC; Anjana Gadgil, entrevistó al ex primer ministro de Israel, Naftalí Benet. Este explicaba la necesidad e la operación, las causas dela misma y la dificultad de ella. Pero la presentadora afirmó que el ejército de Israel es feliz matando menores de edad. Por más que la respuesta de Benet fuera convincente y a lugar, por más que la BBC ofreciera disculpas luego por el lenguaje utilizado, el repetitivo argumento de culpar a Israel y demonizarlo surtió algún efecto.
Lo sucedido con Gadgil es frecuente. Además de los sesgos inherentes y las parcializaciones, de las antipatías para con Israel, son el reflejo de una inversión de valores y principios. El terror como herramienta de lucha, las víctimas civiles como elemento de disuasión, la legitimación de ideologías y conductas crueles y bárbaras, se han puesto a la orden del día. La sensatez y el llamado a la sensatez se pierden, se confunden los buenos con quienes no lo son, la razón con la sin razón. Todo en medio de comunicaciones en tiempo real, en muestras de hechos sin explicaciones de causas y menos de consecuencias.
Hemos perdido el ABC de la cordura, la ética y la lógica. El ABC de la BBC está equivocado.