Eduardo Martínez
La herencia más importante que nos dejó el Siglo XX, fue la inmigración de la postguerra (1945) * que sembró en Venezuela emprendimientos, obras y familias.
Hasta ese momento, las empresas se llevaban el petróleo y traían profesionales para lograr hacerlo. La mayor parte venían con contratos, para luego regresar a sus países o a ser enviados a otros destinos.
En cambio, la gran emigración al país de los años 40 y 50, venía para quedarse y hacer suyo el país, en una mezcla de muchas cosas. Ese fue su gran aporte.
Gente que vino con una pequeña maleta con sus tradiciones, grandes sueños, corazones dispuestos a amar y heroicas metas. A quien más, lograron hacer realidad esos sueños. A quien menos, dejaron una estela de ejemplo de dedicación al trabajo. En su conjunto, trajeron artes y destrezas que supieron encajar en la tradición nacional.
Mientras la Agencia Judía organizaba el éxodo hacia Palestina, durante varias décadas los gobiernos venezolanos ejecutaron políticas públicas para fomentar el éxodo hacia Venezuela de la mano de obra calificada europea.
El aporte es inocultable y debemos lograr que no sea olvidado. Los musius dejaron una huella indeleble. No es un cuento de carretera.
Las nuevas generaciones deben preguntarse porqué los venezolanos tomamos cerveza, comemos spaghetti, tomamos vino, somos fans de carreras de autos y motos, tenemos una diversidad de productos de harina de trigo en las panaderías, nuestros edificios y casas parecen de Nápoles, entre otras cosas.
Así, la Venezuela de mi generación fue a la escuela con los hijos de esos musius. Nos curtimos al sol tropical codo a codo con ellos. No eran extraterrestres, eran seres humanos iguales a nosotros. Aprendimos de ellos. Ellos hicieron un gran esfuerzo por ser como nosotros. Eso que los estadounidenses llaman el “melting pot” (la olla de fundición).
Esa Venezuela que nadie entiende hoy en día, proviene de esa mezcla. Una mezcla no solo racial, sino cultural y de tradiciones.
En nuestra historia, socialmente hablando, esa emigración marcó un ante y un después. Venezuela se volvió cosmopolita.
Debemos rescatar esa experiencia para recuperar lo que marcó el mayor desarrollo que Venezuela ha tenido en toda su historia. Para construir sobre los logros de esa etapa, y no conformarnos con usufructuar -con superfluos maquillajes- las ruinas de una destrucción sistemática, que es lo que hoy tenemos.
* La Ley de Inmigración y Colonización de 1936 (presidencia de Eleazar López Contreras) dio inicio a la inmigración europea. Ley que permitió el ingreso, primero, de refugiados españoles de la Guerra Civil de España. Luego, finalizada la II Guerra Mundial, se reanudaría el flujo migratorio desde todos países europeos.
** Fotografía: Cortesía de Grupo de Venezuela Inmortal de Facebook. Leyenda: «El Marco Polo, embarcación de inmigrantes proveniente de Génova, Italia en el año 1952 en el marco del Plan Nacional de Inmigración».