El control de la inflación involucraría la intervención del gobierno a través de controles no limitándose a la tradición monetarista de no financiación del déficit de un presupuesto desequilibrado.
HACE 50 AÑOS: NIXON FUE KEYNESIANO
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Luis Ernesto Fidhel

Un artículo del 07, de enero de 1971, del New York Times, hacía referencia que según el periodista Howard K. Smith de la cadena de televisión ABC (American Broadcasting Company), quien fuese uno de los cuatro comentaristas de televisión que entrevistaron al presidente Nixon en una oportunidad; se había descrito a sí mismo como “ahora un keynesiano en economía”.

Esta se produjo después de la entrevista; siendo confirmada por otras fuentes que aseveraban que el Presidente había realizado tal declaración. Smith habría comentado que conforme a la “filosofía económica básica” del Partido Republicano sostenía el principio de un “presupuesto equilibrado” era contradictorio al hecho que se adoptara la doctrina de Keynes del gasto público expansionista y del presupuesto deficitario.

ORIGEN DE LA FRASE
Es posible que Nixon estuvo parafraseando un titular de un artículo de la revista TIME de diciembre de 1965, el cual se titulaba “La economía: ahora todos somos keynesianos” cuya portada estuvo dedicada al economista John Maynard Keynes, casi a 20 años después de su fallecimiento.

Destacaba que las teorías de Keynes son de influencia primordial en las economías libres del mundo, especialmente en la de EEUU, calificada por la más rica y expansionista. La formulación de las políticas económicas de EEUU, utilizó principios keynesianos no sólo para evitar los ciclos violentos anteriores a la Segunda Guerra Mundial sino para producir un crecimiento económico fenomenal y lograr precios notablemente estables.

En 1965, con referencia al gobierno de Lyndon Johnson (1963-1969) se aplicó hábilmente las ideas de Keynes entre otras, para llevar a los EEUU a través del quinto y mejor año consecutivo de la prosperidad más considerable, prolongada y ampliamente distribuida de su historia; “cuyas políticas económicas están simultáneamente dedicadas al keynesianismo, comprometidas con el crecimiento”.

Ratificando que con un crecimiento del 5% en términos reales, EEUU había experimentado una expansión más pronunciada que cualquier otra nación importante. Incluso las previsiones más optimistas para 1965 resultaron demasiado bajas. Lo que denomina el TIME por La Nueva Economía = Keynesianismo + teoría del crecimiento.



M. FRIEDMAN

El título del artículo del TIME en comento "Ahora todos somos keynesianos" se atribuía al economista de la Universidad de Chicago Milton Friedman calificado por el “principal economista conservador” del país y asesor económico del candidato presidencial republicano Barry Goldwater para las elecciones de 1964, contra el demócrata Lyndon Johnson. Friedman en una carta al editor del TIME fechada el 04 de febrero de 1966 señala: “Señor: Me cita [dic. 31] diciendo: "Ahora todos somos keynesianos". La cita es correcta, pero está sacada de contexto. Lo mejor que puedo recordar es que el contexto era: “En un sentido, ahora todos somos keynesianos; en otro, ya nadie es keynesiano". La segunda mitad es al menos tan importante como la primera”.

En un artículo opinión en el Washington Post fechada 01/09/2001, titulado “Somos todos Keynesianos”, señala que Friedman es un monetarista clásicamente conservador lejos de ser Keynesiano. Resumiendo, su filosofía económica en el famoso Friedmanismo: "Los mercados son inteligentes, el gobierno es tonto". Concluyendo el punto de la declaración de Friedman era si bien la terminología de Keynes y muchos de los detalles analíticos de la "Teoría General" eran de uso común por casi todos los economistas; Friedman creía "nadie acepta las conclusiones sustantivas básicas del libro".

Como se había citado a Friedman en un relato de UPI de 1983: "Ahora todos somos keynesianos en terminología y palabras, pero ya nadie es keynesiano en sustancia". No siendo un respaldo rotundo al pensamiento keynesiano y difícilmente convertía a Friedman en un keynesiano.

SOBRE KEYNES

Aseveraba el TIME que los economistas de Washington mostraron adhesión al tema central de Keynes: la economía capitalista moderna no funciona automáticamente con la máxima eficiencia, sino que puede elevarse a ese nivel mediante la intervención y la influencia del gobierno. Keynes fue el primero en demostrar de manera convincente que el gobierno no sólo tiene la capacidad sino también la responsabilidad de utilizar sus poderes para aumentar la producción, los ingresos y el empleo; pudiendo hacer esto sin violentar la libertad ni restringir la competencia. Aseveraba lograr una prosperidad calculada manipulando tres herramientas principales: política fiscal, política crediticia y política presupuestaria. Su uso tendría el efecto de fortalecer el gasto, la inversión y la producción privados.

El economista J.K. Galbraith señala lo que hizo su obra maestra “Tratado sobre el Dinero” y la fama ulterior de Keynes fue la “percepción instintiva” de que en la economía moderna existen fuerzas que desmentían la más importante presunción formulada por la mentalidad ortodoxa: La presunción de que, por si solo y con tiempo, el sistema económico encontraría su equilibrio con todo o con casi todo lo empleado por sus diligentes factores.

Entre otros aspectos de la teoría keynesiana era que la creación y el uso del dinero no fuesen potestativos sino obligatorios. No solo debía fabricarse dinero, sino que tenía que gastarse, hacer que operase directamente sobre el estado del comercio – interprétese economía-. Lo que se necesitaba era una política que aumentase la oferta de dinero disponible para el uso y que después asegurara este uso – es decir su gasto-. Entonces mejoría el estado del comercio – economía-. Preconizaba un importante programa de crédito para obras públicas con la finalidad de remediar el desempleo. El crédito creaba el dinero, su empleo para obras publicas aseguraba su gasto y los efectos sobre la producción.

Con respecto a la inflación sostenía que la única manera de librarnos es de retirar del mercado, por los impuestos o por moratorias, una parte adecuada del poder adquisitivo de los consumidores, de modo que ya no exista una fuerza irresistible que impulse los precios hacia arriba. Se asignaba solo un papel secundario al control directo de los precios, o al racionamiento pues representarían un papel en el esquema general y podrían constituir una valiosa ayuda para el objetivo principal.

EL DILEMA NIXON

La inflación fue el problema interno número uno en la presidencia de Nixon, aunque había comenzado mucho antes que asumiera la presidencia, rápidamente estaba siendo identificada por el público por "la inflación de Nixon". Las encuestas mostraban que una abrumadora mayoría criticaba el manejo del persistente problema inflacionario. Además, creía que debía estabilizar la economía antes de reunir efectivamente los recursos para llevar a cabo los programas sociales y ambientales que clamaban los votantes.

Las opiniones de Friedman tuvieron especial peso en la administración Nixon, porque había depositado gran confianza en las políticas que prescribía que hacer frente a la inflación de la época; siendo uno de los principales asesores económicos durante la campaña electoral, sosteniendo que la oferta monetaria era el regulador económico más importante y de acción más rápida a disposición del gobierno.

Al abordar la inflación y la posibilidad de una recesión, Nixon había mostrado una profunda renuencia a intervenir en la economía privada. Había rechazado las pautas de precios, las presiones personales sobre líderes empresariales y sindicales y los controles directos coincidiendo con postura fundamental de Friedman deuna fuerte aversión a la interferencia del gobierno y colocando gran énfasis en un menor gasto federal, como en las medidas monetarias que Friedman promovía. La manipulación de la oferta monetaria opera indirectamente en la economía, pero su impacto es en última instancia resulta masivo afectando las personas y patrimonios.

En enero de 1969, Nixon señalaba “afinar bien” los asuntos fiscales y monetarios con la finalidad controlar la inflación. Insistiendo no estar de acuerdo con la sugerencia que pueda ser eficazmente controlada exhortando al trabajo, a la dirección y a la industria a seguir ciertas normas orientadoras. Expreso el gobierno que “se oponía firmemente” al “plan Galbraith apoyado por muchos senadores demócratas” consistente en la intervención de salarios y los precios. Observo que esta política solo era preconizada por “los extremistas de izquierda”.

Señala Galbraith, que los economistas de Nixon sucumbieron a la realidad haciendo concesiones solo por necesidad política y corto plazo. Para 1971, a un año y pocos meses de la elección presidencial la reacción pública a la inflación y desempleo fue adversa al gobierno. Predecían las encuestas que cualesquiera de los principales candidatos del Partido Demócrata derrotarían al Presidente.

LEY DE ESTABILIZACION ECONOMICA

El 15 de agosto de 1971, Nixon proclamó una congelación de precios y salarios sin precedentes (fase I). Siendo el comienzo de su nuevo intento de resolver su problema político más difícil: cómo purgar la economía de la alta inflación y el alto desempleo. Habló de "una nueva prosperidad sin guerra", de "la grandeza de un gran pueblo", de un plan para "solucionar el problema de la inflación [...] sin los controles obligatorios de salarios y precios que aplastan la libertad económica e individual".

Esta acción se basó en la Ley de Estabilización Económica de agosto de 1970; aprobada por los congresistas demócratas que contaban con mayoría en ambas cámaras. La Ley otorgó poderes de reserva al Presidente para "emitir las órdenes que considere apropiadas para estabilizar los precios, los alquileres y salarios.", siendo presentada como una enmienda a un Proyecto de ley que extendía la vigencia de la Ley de Producción de Defensa a punto de expirar.

Nixon se opuso enérgicamente cuando se debatió en el Congreso y dijo que no lo utilizaría; pero se vio obligado a suscribirlo porque preveía la adquisición de recursos básicos necesarios para la defensa nacional. Expresaría su desaprobación alegando que, si el Congreso cree que se necesitaban controles, debería "hacer frente a sus propias responsabilidades y hacer que dichos controles sean obligatorios".

El Congreso prefirió dejar que Nixon asumiera la responsabilidad. En marzo votaría a favor de su ampliación, protestando Nixon una vez más, aunque suavizó un poco su posición porque perdía confianza en sus propias políticas económicas. El Secretario del Tesoro, Connally, expreso que "aceptaría" el proyecto de ley en lugar de oponerse. Nixon irónicamente asumiría con entusiasmo los poderes que una vez rechazo bruscamente.



CONTROLES DE PRECIO Y SALARIOS

El presidente anunciaría: "la Nueva Política Económica más completa que emprenderá esta nación en cuatro décadas". El congelamiento de precios y salarios no se extendería más del 14 de noviembre de 1971, iniciándose un debate sobre política económica para lograr los medios que propicien el pleno empleo y la estabilidad en los precios. Serían las primeras desde la Guerra de Corea.

Se atribuye al economista Herbert Stain como el arquitecto de la "Nueva Política Económica" destacando una congelación fija de salarios y precios durante 90 días, seguida de 13 meses de controles obligatorios a pesar de ser un defensor del libre mercado. Considerado como un economista pragmático: "el conservador de un liberal y el liberal de un conservador".

El artículo del TIME. “Negocios: la lucha de confrontación por la inflación”. 16-08-1971, señalaba que La pregunta clave es si se estuvo haciendo lo suficiente para controlar la inflación, crear empleos y hacer que la economía se mueva, o como lo acusan los demócratas, estaba muy cercano del presidente Herbert Hoover, tratando la economía con la misma indiferencia con la que trató la Depresión.

CONTROVERSIA NIXON – FRIEDMAN

En las memorias de Friedman reseña su visita en septiembre de 1971 a la Casa Blanca, a un mes después que Nixon impusiera controles de salarios y precios. George Shultz quien se desempeña en el cargo de Director de la Oficina de Administración y Presupuesto, estuvo a cargo de administrar dichos controles. Nixon al final del encuentro se había ofrecido a decir que los controles de precios y salarios era una “monstruosidad” y que se desharían de estos lo antes posible. Agregando “No culpen a George por esa monstruosidad”. Friedman habría respondido “No culpo a George. Lo culpo a Usted, Señor Presidente”.

Se asevera que Friedman nunca más vió a Nixon después de esa situación.



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