Al momento de escribir esta nota, empieza la fatídica quinta semana de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza
GUERRA GANADA, GUERRA PERDIDA
      A-    A    A+


Elías Farache S

Salvo el ataque del 7 de octubre de 2023 cuando huestes de Hamás cruzaron la frontera, ejecutaron a centenares de personas frente a los ojos de sus seres queridos y sus propias cámaras, degollando, violando y humillando, además secuestrando doscientos cincuenta personas de todas las edades, bajo una lluvia de cohetes lanzados sobre territorio israelí, todo lo demás era predecible. Y planificado por quienes dieron este espectacular golpe sorpresa que se registra en los anales de la historia como uno de los más crueles si no el que más.

La reacción de Israel era automática. Un país que amanece con asesinados, secuestrados, desaparecidos y cohetes por los aires, con los perpetradores celebrando y anunciado su victoria elocuente bajo sus extraños parámetros, no puede hacer otra cosa que lanzar una ofensiva destinada a detener el lanzamiento de cohetes, recuperar los rehenes secuestrados y evitar más agresiones.

Y esta ofensiva esta vez debía ser algo más que una puntual, no como en las operaciones anteriores sobre Gaza. Respuestas a terribles atentados que otorgaban un breve período de tregua, mientras Hamas y Yihad Islámica se apertrechaban para la siguiente de sus operaciones contra Israel. Fabricando cohetes, construyendo y habilitando una red de túneles impresionante, planificando atentados a lo largo de Israel y con una campaña permanente, internacional, de desprestigio para deslegitimar a Israel. Un Israel al cual no reconocen, no dialogan y no quieren paz. La solución para ellos radica en la desaparición del estado judío.

Los primeros días luego de las acciones del 7 de octubre, como era de esperarse, le dieron a Israel la simpatía mediática que se le da a la víctima de atentados, a la parte que sufre. Muchos países, líderes, instituciones y personas se condolieron con Israel y condenaron los hechos. Pero no todos. Esto, también era predecible. Hay quienes consideran que la solución de los problemas de Israel y sus vecinos pasan por la desaparición de Israel.

Las simpatías por Israel duraron lo mínimo posible. La ofensiva aérea de Israel y el anuncio de una inminente operación terrestre destinada a desalojar a Hamas del poder y control de Gaza no son de la simpatía global. Los antipáticos daños colaterales producen víctimas inocentes. Esto también era sabido y predecible por todos.
 
El tema de los rehenes israelíes en manos de Hamas también constituye una sorpresa de consecuencias predecibles. Hamas ha estructurado una fuerte guerra psicológica que socava a la sociedad israelí. No es necesariamente compatible desalojar a Hamás y rescatar los rehenes. Los sufridos familiares de los rehenes, algunos de los cuales no se sabe si viven o son unos desaparecidos cuyos cuerpos no han logrado ser identificados, claman al gobierno por el regreso de sus seres queridos. Israel tiene una amarga experiencia en esto de intercambiar rehenes. Gilad Shalit fue canjeado por 1026 presos en Israel, entre ellos IyahiSinwar, el actual jefe de Hamas en Gaza. El mismo que se considera el autor de la acción del 7 de octubre, quien durante su estadía en Israel fue operado de un tumor en la cabeza para salvarle la vida mientras cumplía cuatro sentencias de cadena perpetua. Cuando Israel intercambió prisioneros de alta peligrosidad por el secuestrado GuiladShalit, también era predecible que los liberados volviesen a las andanzas. Volvieron.

El objetivo israelí de desalojar a Hamas requiere de una ofensiva terrestre que causa y causará muchas bajas israelíes. Jovencitos de 19 años en adelante, que prestan servicio militar y se encontraban en sus casas, universidades o trabajos antes del 7 de octubre. Y causarán muchos daños y bajas en población civil palestina, inocente en su mayoría, rehenes también de un gobierno que tiene como meta destruir a Israel y hacerla sufrir en el intento. Población civil que se usa como escudo, rodeando los centros de acción de Hamas. Hamas dispara desde escuelas y hospitales. Tiene un cuartel general en el subterráneo del centro de salud más importante de Gaza, impide el movimiento de la población del norte al sur de Gaza para evitar los ataques anunciados de Israel. Cada víctima inocente es una carta para acusar y condenar a Israel. Todo esto y más, era sabido por quienes lanzaron el ataque del 7 de octubre de 2023. La inevitable reacción israelí, las cuantiosas bajas, la destrucción de Gaza, la condena mediática a Israel y el intento de deslegitimarlo. También la eventualidad cierta de una intervención de Hizbolá desde el norte del Líbano, apertrechados sus hombres con decenas de miles de cohetes que apuntan a Israel y han sido disparados en lo que se llama baja intensidad. Toda esta cadena de eventos constituye una sonora victoria para Hamas, en términos no muy comprensibles para la mayoría.

Israel, a fuerza de vencer será condenada. Es el libreto de siempre. Condenas en la ONU, condenas de algunos vociferantes, condenas de aquellos que se dicen anti sionistas. Condenas de aquellos que de buena fe no logran comprender esta barbarie de nuestros días y achacan culpas dependiendo de la última imagen que vean. Condenas de aquellos que nunca han aceptado el derecho de los judíos a un estado. Todo esto era predecible. Primeramente, por Hamas. Planificado en todos los detalles.

Israel tendrá la guerra ganada. Hamas será desalojado o minimizado, desde Gaza no se dispararán cohetes por un buen tiempo, ni se planificarán atentados. Israel perderá la guerra mediática, la perdió antes de comenzar. Es lamentable, pero menos que las vidas de hombres y mujeres de un país moderno que deben defenderlo de la barbarie de nuestros días con su sangre, su vida y el dolor de todo Israel.

Sí. Israel gana la guerra en el campo de batalla militar. Pierde la guerra mediática. Lo contrario sería desastroso.


Ver más artículos de Elías Farache S en