Entre los meses de diciembre de 1957 y 1958 se recuerda la pasantía de Gabriel García Márquez en Caracas. Si bien ya era conocido en Colombia por sus reportajes y algunos cuentos publicados en “El Espectador; y años después como corresponsal en Europa le sirvió para perfeccionar el oficio; fue en los meses caraqueños cuando asumió el nuevo género del periodismo latinoamericano como la base de su mejor narrativa.
Buen discípulo de Faulkner en la novela, asimiló los elementos del periodismo de Hemingway y Mailer, aderezados con la inagotable fantasía del
“realismo mágico”.
“MOMENTO” Y LOS LIBROSDesde la redacción de la revista “Momento” escribió reportajes que disolvían los linderos entre el relato y la crónica periodística. Reacio a la entrevista-cuestionario, incorporó las repuestas de los entrevistados en el clima de amenos textos literarios. En
“Cuando era feliz e indocumentado”, un libro publicado al ganar el “Premio Rómulo Gallegos” en 1972, se encuentran los materiales de su experiencia caraqueña.
En Caracas también en una Semana Santa, escribió el que consideró su mejor cuento
“La siesta del martes”, que pasó por debajo de la mesa en el concurso de cuentos de “El Nacional”; y fue en la madrugada del 23 de enero de 1958 a pocas horas de la huída de Pérez Jiménez, en un Palacio de Miraflores cruzado por las interrogantes y un clima de suspenso cinematográfico, cuando sintió la necesidad de echarle mano a la novela del dictador. Ese día comenzó a escribir
“El otoño del Patriarca” la novela que según confesaba es su creación técnicamente más acabada.
Plinio Apuleyo Mendoza, su amigo bogotano y quien lo convenció en París para venir a Caracas y hacerse reportero, escribió
“Aquellos tiempos con Gabo”, que cuenta la aventura garciamarquiana en la prensa venezolana; de los agitados días de la transición hacia la democracia en 1958; los proyectos literarios que se deslizaban sobre la mesa de
“El Rincón de Baviera” de San Bernardino; el aperitivo de costumbre en el
“Gran Cafè” de Sabana Grande”, y el día que tras un breve viaje a Cartagena, regresó con Mercedes Bacha, quién según sus amigos, más allá de la relación matrimonial fue una luz en la carrera del escritor.
Tiempo después, el periodista Juan Carlos Zapata hiló fino con el título de otro libro:
”Gabo nació en Caracas y no en Aracataca”, para contar detalles y anécdotas de sus viajes a Venezuela, sus amistades, la celebración de sus triunfos y hasta las tribulaciones de un accidente de tránsito en La Guaira que estuvo a punto de provocarle la muerte y que lo mantuvo hospitalizado en la Clínica La Floresta. Faltarían sin embargo, muchas páginas más para dar cuenta de la vinculación afectiva del novelista con la ciudad que decía recordar cuando se despierta todas las mañanas, en busca del hermoso y su querido Avila.