Leopoldo Puchi
Sin embargo, en la actualidad, ese escenario ha sido sacudido por la entrada en escena de actores como China, Rusia, Turquía e Irán. El ascenso económico de China en particular ha puesto en entredicho la vieja hegemonía estadounidense y alterado su posición en el sistema mundial. Los elementos que conforman la competencia global son diversos. Los mercados internacionales no se rigen únicamente por factores como calidad, precios e innovación. También influye la fuerza geopolítica, que puede abrir o cerrar rutas comerciales, obstruir el acceso al conocimiento y a nuevas tecnologías, y limitar la disponibilidad de recursos naturales.
En este sentido, la preservación o conquista de esferas de influencia es un elemento central de la dinámica mundial, pero la multipolaridad emergente obliga a las potencias a adaptarse a un nuevo equilibrio de poderes.
COEXISTENCIA
En un mundo caracterizado por la unipolaridad, las naciones más pequeñas y menos poderosas tendían a encontrarse automáticamente en una posición de subordinación. La hegemonía de un solo actor global imponía sus reglas y agendas sobre el resto de las naciones, lo que dejaba poco margen para la autonomía y la independencia de los países más débiles.
Ahora, la multipolaridad emerge como un nuevo paradigma que ofrece oportunidades sin precedentes para las naciones del Sur. Esto implica que las naciones pequeñas o medianas ya no están obligadas a someterse a la voluntad de una potencia dominante, sino que tienen la oportunidad de forjar alianzas estratégicas con una variedad de actores globales.
OPORTUNIDADES
Esta diversificación de las relaciones internacionales otorga a los países del Sur una mayor flexibilidad y capacidad de maniobra para defender sus intereses y preservar su autonomía política. Por ejemplo, la multipolaridad brinda a Venezuela una ventana de oportunidades para diversificar su mercado petrolero, ampliar las fuentes de inversión y financiamiento, y acceder a nuevas tecnologías.
Sin embargo, es importante destacar que esta diversificación no puede implicar una ruptura con el universo occidental al que Venezuela pertenece geográfica e históricamente, ni con una larga tradición de valores compartidos.
ESFERAS DE INFLUENCIA
El aprovechamiento de las ventanas de oportunidad derivadas del emergente orden multipolar se enfrenta, indudablemente, a la tendencia inherente de las potencias a establecer esferas de influencia, dentro de las cuales los países vecinos inevitablemente orbitan, en mayor o menor medida. Esta dinámica supone un obstáculo para que las naciones puedan preservar su independencia sin caer en el estatus de protectorados o satélites.
DOCTRINA MONROE
Para los países latinoamericanos, esta situación se ve agravada por la prolongada influencia de la doctrina Monroe en la política estadounidense, aunque sus modalidades de aplicación han experimentado transformaciones a lo largo del tiempo.
En el contexto contemporáneo, esta política se manifiesta en la expectativa de que los países de la región se alineen con la estrategia de seguridad nacional estadounidense, en el sentido más amplio, lo que limita sus opciones de interacción con potencias distintas a Estados Unidos y sus aliados occidentales en áreas como lo económico, lo militar y lo político, tal como ha sido enfatizado en reiteradas ocasiones por Laura Richardson, comandante del Comando Sur de Estados Unidos.
COOPERACIÓN
Las sanciones a Venezuela forman parte de la perpetuación de esta doctrina. Por lo tanto, la búsqueda de soluciones al conflicto venezolano debe contemplar la superación de dicho enfoque y una adaptación de Estados Unidos a las nuevas realidades.
Un acuerdo entre los dos países es viable, siempre en el marco del respeto mutuo. Es importante destacar que Venezuela no se ha afiliado a ningún bloque militar internacional y ha mantenido una política de no beligerancia ante conflictos como los de Ucrania y el Medio Oriente.
Además, Venezuela ha reiterado su disposición a mantenerse como un suministrador confiable de petróleo y gas para los mercados occidentales. Estaría pendiente por parte de Washington un cese de las hostilidades. Es indispensable que ambos países acuerden un tratado de cooperación amplio tanto en materia económica como de seguridad que respete, a la vez, la independencia geopolítica de Venezuela.