Ambos ataques atómicos dejaron una lección imborrable sobre el poder destructivo de la energía nuclear
HIROSHIMA Y NAGASAKI: LA ENERGÍA NUCLEAR
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Julio César Pineda

Este 5 y 9 de agosto el mundo recuerda la utilización por primera vez de una bomba atómica producto de la energía nuclear. La población civil de Hiroshima y Nagasaki sufrió el primer apocalipsis nuclear, los alemanes en la segunda guerra mundial habían adelantado proyectos para el uso militar del átomo, pero fue Estados Unidos el primero en controlar y desarrollar esta nueva energía con fines militares. Posteriormente en 1949 la unión soviética demostró su propia capacidad en el campo de la fisión y fusión del átomo igualmente con fines militares. Hoy son 5 las potencias atómicas: Estados Unidos, Rusia, China, Francia e Inglaterra y al margen del derecho internacional Israel, Pakistán, India y posiblemente Corea del Norte e Irán.
Las naciones unidas frente al hecho nuclear siempre han diferenciado el uso civil y militar del átomo. Por eso crearon la organización internacional de energía atómica (OIEA) la cual se constituyó el 29 de julio de 1957. En América Latina todos nuestros estados son miembros de la OIEA con el liderazgo de Brasil y Argentina, con reactores que superan los 1000 mw de potencia y utilizados especialmente en la producción de electricidad. En este año cerca de 500 reactores en 35 países producen 20% de la electricidad total y un 6% de consumo global. Entre estos están Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania, Rusia, Corea del Sur. En Francia el 75% de la electricidad es de origen nuclear.



La materia prima para el mundo atómico es el uranio y el plutonio los cuales deberían utilizarse sólo para los desarrollos civiles; pero siempre está la tentativa para ponerlos a servicios de la industria militar. El sistema internacional siempre por tratados y organizaciones ha tratado de frenar su utilización bélica. Mención especial es el ajuste de la no proliferación (TNP) cuyos signatarios son los 5 países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.

Venezuela más allá de los múltiplos recursos naturales y energético también cuenta con grandes reservas de uranio y torio que podrían desarrollarse y comercializarse, pero es necesario el estudio y la formación de especialistas en este campo y de alianzas estratégicas con la industria nuclear internacional; pero siempre dentro del marco de los fines y propósitos de la OIEA y la comunidad internacional. Afortunadamente en nuestra región después de la crisis de los misiles rusos en Cuba en 1962 todos nuestros estados y todas nuestras naciones se comprometieron al uso pacífico del átomo y a la proscripción de cualquier arma nuclear. En México existe la sede del obelisco contra la proliferación atómica (OPANAL). En nuestro ejerció diplomático en México participamos varias veces en esta institución latinoamericana y conocimos al premio nobel de la paz, de Alfonso García Robles de 1982 inspirador y director de esta organización para América latina y el caribe.

Constituimos la única área regional poblada del planeta donde están prohibidas la fabricación y la colonización de todo uso militar del átomo. Este tratado (Tlatelolco) también obliga a las potencias nucleares y a los estados que tienen presencia en nuestro continente y que pueden tener desarrollos atómicos. Este tratado estableció la primera zona desnuclearizada de gran tamaño en un área densamente poblada del mundo, desde el Río Bravo hasta Tierra del Fuego. Esto significó un compromiso sin precedentes de los países latinoamericanos para mantener su región libre de armas nucleares. El tratado sirvió como modelo para otros acuerdos de no proliferación en diferentes regiones del mundo. Inspiró la creación de otras zonas libres de armas nucleares, como la de África y el Sudeste Asiático. Los países latinoamericanos demostraron con este tratado una visión a largo plazo, al priorizar la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible sobre la carrera armamentista. Esto representa un logro histórico para América Latina y el Caribe, y un ejemplo inspirador para el mundo entero.

La energía nuclear sigue siendo una fuente de debate y controversia. Algunos países están invirtiendo en nuevas tecnologías nucleares, como los reactores de generación IV, que prometen ser más seguros y eficientes. Sin embargo, otros países están abandonando gradualmente la energía nuclear en favor de fuentes de energía renovables. La electricidad de origen nuclear es una fuente de energía con ventajas y desventajas significativas. Su futuro dependerá de cómo se aborden los desafíos relacionados con la seguridad, la gestión de los residuos y la proliferación nuclear.

Hoy en día, muchos países continúan utilizando la energía nuclear para generar electricidad. Sin embargo, el accidente de Chernobyl en 1986 y el desastre de Fukushima en 2011 han puesto de manifiesto los riesgos inherentes a esta tecnología. Estos eventos han llevado a una creciente preocupación pública y a una reevaluación de las políticas energéticas a nivel mundial.

Es fundamental reconocer que la energía nuclear es una herramienta de doble filo. Por un lado, tiene el potencial de generar electricidad de manera limpia y eficiente, reduciendo nuestra dependencia de los combustibles fósiles y mitigando el cambio climático. Por otro lado, plantea riesgos significativos en términos de seguridad, proliferación nuclear y gestión de residuos radiactivos.

Hiroshima y Nagasaki nos dejaron una lección imborrable sobre el poder destructivo de la energía nuclear. Sin embargo, también nos enseñaron la importancia de la responsabilidad y la prudencia en el uso de esta tecnología. Al abordar los desafíos de la energía nuclear de manera abierta y transparente, podemos construir un futuro más seguro y sostenible para todos.



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