Elias Farache
El Ex primer ministro de Israel y es ministro de la defensa, Ehud Barak, es considerado uno de los militares más brillantes de la historia del país. Es el soldado más condecorado de cualquier manera. Un hombre de inteligencia peculiar, no se puede decir que su paso por la política, aunque extenso, haya sido muy exitoso. Más bien novedoso, sorpresivo y muy polémico.
Ehud Barak fue el precursor de las retiradas unilaterales. En el año 2000, decidió la retirada israelí del Líbano, porque en la lógica más elemental no tenía sentido mantener una ocupación que costaba vidas, dinero, esfuerzo y dolor. Lamentablemente, la retirada israelí fue tomada como un síntoma de debilidad y no uno de conveniencia para todas las partes. Hizbolá se apoderó del sur del Líbano y fortaleció desde entonces su presencia en la otrora Suiza del Medio Oriente.
Ehud Barak es uno de los ideólogos de la tesis que sostiene que Israel se podrá defender con un ejército pequeño e inteligente. Y ciertamente, las Fuerzas de Defensa de Israel han desarrollado muchas capacidades en los últimos años en todos los ámbitos conocidos. Comunicaciones digitales, sistema de comando y control electrónicos, sensores de todo tipo, aviones no tripulados dotados de equipamiento muy avanzado, y, como no mencionar el sistema Cúpula de Hierro que ha evitado masacres cada vez que se disparan cohetes sobre el territorio israelí.
La supremacía tecnológica, los distintos sistemas de vigilancia remota y no manipulada por personas, las cercas de alta seguridad y muchos otros artificios, no fueron capaces de impedir lo ocurrido el 7 de octubre de 2007, como tampoco pudieron identificar la más increíble y fenomenal red de túneles que cruza Gaza ni la que probablemente se encuentre en el sur del Líbano y en la frontera con Israel.
Contra un enemigo grande, fuerte y decidido, hacen falta otras capacidades para disuadirlo antes que enfrentarlo. Hoy por hoy, todos coinciden en que el poder de disuasión de Israel fue sobrestimado, y las capacidades de ataque y resistencia de sus enemigos, seriamente subestimadas. El resultado es un enemigo empoderado y un país entero deprimido, más aún a la espera de una negociación de liberación de secuestrados que resulta interminable, y con la certeza de recibir un gran número de cadáveres en vez de rescatados.
El enemigo grande es también muy poderoso. Tiene muchas habilidades y fortalezas. Muchas de ellas de carácter militar, otras de muy perspicaz manipulación. También control diplomático y capacidad de influir en amigos por las buenas, usando amenazas con aquellos menos amigos. Israel también ha subestimado las capacidades extra militares de quienes enfrenta. Su ejercito inteligente se enfrenta a uno mucho más numeroso, pero también bastante avezado.
Así las cosas, al escribir esta nota, Israel se encuentra casi paralizado y en estado de alerta… desde hace semanas. Vuelos cancelados por largas temporadas, economía deprimida, llamados a la contención. Medio mundo se encuentra presionando por un acuerdo para liberar los rehenes, tratando de evitar el ataque de Irán y la ofensiva de Hizbolá. La inteligencia militar y la capacidad de previsión no han podido disuadir, no parecen poder evitar esta situación, prevenir un desastre mayor. El Medio Oriente en ascuas, el mundo en vilo. Israel en primera fila.
La globalización del mundo ha significado el poderío de todos. La inteligencia bélica no parece suficiente, las capacidades de disuasión se han revertido: son los otrora disuadidos quienes amenazan y asustan. No hay enemigo pequeño, ni enemigo inofensivo. Todos tienen capacidad letal, más aún si el apego a la vida es nulo y el martirio es un valor en sí.
Israel se ha equivocado en aquello que un ejército pequeño e inteligente disuadiría a un enemigo grande. El enemigo grande es también inteligente, lo suficiente como para descubrir y aprovechar las debilidades del ejército pequeño e inteligente.
Ni tan pequeño ni tan inteligente. Por necesidad, vencedor.