Isaac López
Si algún cronista lugareño escribió que García Márquez era de Tacuato, a nosotros se nos antoja escribir que el carismático autor de Soñé que la nieve ardía, Desnudo en el tejado y Ardiente Paciencia, nació en las cercanías del estanque de comunidad de la histórica población de Jadacaquiva, al centro de la Península de Paraguaná.
Conductor del Show de los Libros, que después cambiaría nombre a Torre de Babel, Skármeta supo de exilios por culpa de la represión y la persecución a la crítica en su país. Una delicia ese programa, donde uno podía verlo conversar con Nicanor Parra o con Chico Buarque de Holanda, mientras degustaban un café en un pequeño bar de Santiago o una caipirinha en una playa de Rio de Janeiro.
CINE
Fecunda relación tuvo Skármeta con el cine. Célebre fue la versión de Ardiente Paciencia que él mismo llevó a la pantalla grande en 1983, y que en 1994 hizo película el director inglés Michael Radford con las actuaciones de Philippe Noiret, Massimo Troisi y Maria Grazia Cucinotta, logrando nominación al Oscar. También la destacada película NO del célebre Pablo Larraín se basa en una pieza teatral de Skármeta.
De 1985 es La Pequeña Revancha, film del venezolano Olegario Barrera, uno de los productos más galardonados del cine nacional. En 1986 fue nominada al Goya a la mejor película extranjera de habla hispana. Con guión de Laura Antillano y Olegario Barrera, basado en el cuento La Composición de Antonio Skámeta, fue rodada en Jadacaquiva, teniendo entre sus actores a Pedro Durán, Carmencita Padrón, Elisa Escamez y Cecilia Todd, pero recayendo la responsabilidad principal en un grupo de niños del pueblo, entre los que destacan Yoligreth Falcón y Eduardo Emiro García.
Hace pocos días murió Antonio Skármeta en su querido Santiago de Chile. Es de esa gente que deja su impronta de simpatía y amabilidad, que se deja querer para siempre, así lo ha recordado su amigo el escritor nicaragüense Sergio Ramírez.
Por las calles de Jadacaquiva lo han visto, recogiendo historias de fantasmas de bellas mujeres que aparecen intentando seducir a los choferes; ancianas en estado catatónico porque unos duendes les robaron las morocotas producto del trabajo de años; galleros que apostaron su alma al maligno para que condujera las espuelas de sus animales; cuerpos desenterrados del cementerio contiguo que persiguen a sus profanadores.
Antonio Skármeta es parte también de la historia de Jadacaquiva y de Paraguaná.