La atención se centra en la fecha en la que tendrá lugar la toma de posesión presidencial, acto que trasciende lo protocolar y representa un nuevo capítulo en una disputa de dimensiones geopolíticas
10 DE ENERO: WASHINGTON EVALÚA SU PRÓXIMO PASO
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Leopoldo Puchi

En este marco y en un tono que pudiera ser percibido como retador, el excandidato de oposición Edmundo González ha anunciado su intención de regresar a Caracas para asumir el cargo presidencial. Sin embargo, sus declaraciones dejan más dudas que certezas sobre cómo planea ingresar a Venezuela a pesar de tener una orden de detención oficial en su contra y cuál sería la estrategia para concretar este propósito. Además, González ha declarado estar "moralmente preparado" para una posible detención, lo que indicaría que no dispone de los medios necesarios para imponerse.

DECLARACIONES

Mientras sostiene que está preparado para lo que pueda ocurrir, González también ha planteado la posibilidad de una "transición pacífica y negociada", lo que abre espacio para explorar acuerdos políticos. Sin embargo, esa mezcla de declaraciones, lejos de aclarar el panorama, genera más interrogantes sobre cuál es la estrategia que está detrás de sus palabras. Sus afirmaciones parecen responder más a la necesidad de mantener su figura en el foco mediático que en exponer un camino a seguir.

DETERMINANTE

Ahora bien, el peso de los actores internos de oposición, incluidos los distintos partidos, es muy limitado para tomar las decisiones que se avecinan. Basta recordar el caso del gobierno interino de Juan Guaidó, cuya “existencia” no habría sido posible si no se hubiese tratado de un diseño estratégico del equipo de Trump en su primer mandato.

La realidad es que, en la definición de las estrategias a seguir, Estados Unidos es el factor determinante. El epicentro del conflicto se encuentra en la disputa geopolítica entre el Estado venezolano y Washington, que durante años ha buscado reinsertar a Venezuela en su esfera de influencia. Para ello, declaró al país como una amenaza a su seguridad y ha impuesto sanciones económicas y financieras que siguen vigentes.

INTERROGANTES

Todavía no hay respuestas a algunas interrogantes que rodean la juramentación presidencial del 10 de enero. Washington aún no ha definido públicamente sus planes, ya sea la administración saliente de Biden o el equipo de Trump o una posible coordinación de ambos. La gran interrogante es si la estrategia aplicada en enero de 2019 se replicará en enero de 2025, si se profundizará o si, por el contrario, se tomará un rumbo diferente.


La Asamblea Nacional ya ha convocado el acto de juramentación de Nicolás Maduro para ese día. Para impedir que esto se lleve a cabo, tendría que producirse un cambio en el escenario político, como un derrocamiento previo. ¿Planea Washington promover un ingreso forzado de González a Venezuela, respaldado por fuerzas militares internas o externas? ¿Contará Erik Prince con el apoyo necesario del Departamento de Estado para concretar sus declaraciones? ¿O se trata de simples especulaciones sin fundamento?.

CONVIVENCIA

Por otro lado, algunos analistas barajan la posibilidad de que Trump, como parte de su diplomacia poco convencional, pase de la confrontación abierta a un intento de diálogo, al estilo del acercamiento con Corea del Norte.
 
En este caso, González, en lugar del rol desafiante de los titulares de prensa, podría encajar en una política más cercana a su perfil. De hecho, ha circulado un papel elaborado con la participaron de algunos de sus asesores, titulado “La búsqueda de un acuerdo para la convivencia política en Venezuela”. El texto señala que es necesario avanzar hacia el diálogo, aún cuando “las posibilidades de iniciar una negociación seria, alrededor del reconocimiento del resultado electoral, parecen remotas”.



MÁXIMA PRESIÓN

Existe la percepción generalizada de que, una vez celebrada la juramentación de Maduro el 10 de enero, la administración Trump podría intensificar su estrategia de máxima presión y llevarla a un extremo. Se trata de un escenario que no puede descartarse, pero su anuncio, por ahora, parece más una herramienta de presión que una acción inminente.
 
Sobre el 10 de enero, no se vislumbra un punto de consenso posible entre las partes. Sin embargo, el solo hecho de que la administración Trump llegase a explorar la posibilidad de un diálogo posterior a la juramentación de Maduro podría resultar beneficioso para ambos países y abriría caminos de entendimiento que pueden ser inéditos.


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