A las nueve de la mañana de los sàbados Juan Pablo Pèrez Alfonzo solìa dictar sus clases magistrales en la Quinta “Cumaraima”, su espaciosa casa de Los Chorros. Vestido con chaqueta blanca, corbata blanca, camisa vino tinto, pantalones oscuros y un gorro blanco que ocultaba su corte al rapè (Betancourt lo asimilaba a la imagen de un severo rabino) el “Padre de la OPEP”, como lo bautizara
“The New York Times, fijaba sus criterios no sòlo sobre el tema petrolero sino también sobre el futuro del país y el riesgo de que la riqueza del subsuelo se pulverizara por el despilfarro o el gasto improductivo. Su tesis del “Efecto Venezuela” ya era conocida internacionalmente y la OPEP, la criatura que concibió en 1960 junto con el ministro de Petròleo de Arabia Saudita Abdullah Tariki y otro venezolano Manuel Pèrez Guerrero, cobraba protagonismo a raíz del conflicto aràbe-israelì de 1973. De esta manera, en los días de las conferencias sabatinas (l974-75) el tema petrolero ocupaba la atenciòn mundial y en el país se discutìan diversos escenarios sobre la próxima nacionalizaciòn de la industria, al tiempo que el presidente Carlos Andrès Pèrez propugnaba una agresiva diplomacia en procura de un “Nuevo Orden Econòmico Internacional”
Ya Pèrez Alfonzo, nacido en Caracas en 1903, había recorrido un largo trecho en el estudio y la comprensiòn del fenómeno petrolero. En 1943 en el gobierno de Isaìas Medina Angarita durante la discusión de la Reforma de la Ley de Hidrocarburos y siendo diputado de Acciòn Democràtica, salvò su voto en relación a la cuantìa de los impuestos que debían pagar las compañías extranjeras. Luego durante el gobierno de la Junta de Gobierno presidida por Betancourt y siendo ministro de Fomento (cargo que incluìa el àrea energètica), el 31 de enero de 1948 impuso el esquema del
“fitty-fitty” en la relación impositiva con las operadoras internacionales. Por cierto que la medida se propagò rápidamente como un derrame de combustible: Iràn la adoptò en 1949; Arabia Saudita en 1950; Kuwait en 1951 e Irak en 1952. En esa época Pèrez Alfonzo estimulaba tambièn un acercamiento con los países exportadores del Medio Oriente y había enviado una delegación a Washington para establecer contacto con el embajador de Iràn, un país que ya contemplaba la vìa de la nacionalización del recurso, misión interrumpida ese año por el golpe militar que derrocò a Ròmulo Gallegos.
Juan Pablo Perez Alfonso
En 1959 siendo ministro de Minas E Hidrocarburos al inicio del segundo mandato de Betancourt se convocò al Congreso Petrolero Arabe en El Cairo con la participaciòn de productores, consumidores, gobierno y compañìas para cruzar ideas sobre el panorama energètico mundial. Pèrez Alfonzo en compañìa de Manuel Pèrez Guerrero jefe de la Oficina Nacional de Coodinaciòn y Planificaciòn (Cordiplàn) integraron una delegación de 15 personas en representaciòn de los partidos polìticos y organizaciones empresariales y sindicales. En la reuniòn el ministro venezolano habrìa de trabar amistad con Abdullah Tariki, jefe del Directorio de Petròleo y Minas de Arabia Saudita. El biogràfo Eduardo Mayobre cuenta: “Tariki y Pèrez Alfonzo no se conocían. Los presentò Wanda Jablonski, corresponsal de “Petroleum Week” quien era la periodista petrolera de mayor influencia de la época en su cuarto del Hotel Hilton de El Cairo. Los dos ministros acordaron reunirse en secreto con los representantes de los otros países exportadores y para mantener la confidencialidad lo hicieron en el club de yates en las afueras de la ciudad, que estaba prácticamente desierto por que no era temporada el Club Maadi”. Ademàs de Pèrez Alfonzo y Tariki estuvieron presentes Pèrez Guerrero y los representantes de Kuwait, Repùblica Arabe Unida, Iràn y la Liga Arabe Unida. Como los ministros no tenìan autorizaciòn para firmar un acuerdo, se suscribió un “Pacto de Caballeros” con recomendaciones a los gobiernos.
NACE LA OPEP En su libro “La historia del petròleo” Daniel Yerguin refiere que el 9 de agosto de 1960 en vista de la continuada debilidad de los mercados la “Standard Oil of New Jersey”(Esso) anunció una rebaja en los precios de referencia, que no había sido previamente consultada ni notificada a los países exportadores y que entonces reaccionaron negativamente de inmediato. Pèrez Alfonzo y Tariki se pusieron en contacto para promover una reunión de los países firmantes del “Pacto de Caballeros” en El Cairo. El gobierno de Irak, liderado por Abdul Karim Kassem los convocò a una reunión en Bagdad el 10 de septiembre, Segùn Yergin, cuando Pèrez Alfonzo recibió el telegrama de invitación no cabìa en sì de regocijo y que blandièndolo les decía a sus colaboradores “¡lo hicimos,¡ ¡lo logramos¡. Era lógico, la organización que tanto había soñado estaba por nacer. La reuniòn en Bagdad se prolongò hasta el 14 de septiembre y sus resultados fueron la creación de la Organizacon de Paises Exportadores de Petròleo (OPEP), cuyas resoluciones seguìan las ideas del tenaz venezolano.
En enero de 1961 se realiza ya en Caracas la primera reunión tècnica de la OPEP que sienta en verdad las bases reales de la Organización al aprobarse su organigrama, la sede en Ginebra (posteriormente trasladada a Viena) y la designaciòn del equipo directivo. En esta fase juega un papel de primera importancia como siempre Pèrez Guerrero, quièn después en 1964 sustituirà a Pèrez Alfonzo en el Ministerio de Minas e Hidrocarburos.
EN “LOS CHORROS”En las memorables conferencias de los sàbado en su casa de Los Chorros ya Pèrez Alfonzo había asumido la condiciòn de un riguroso pensador. “El filòsofo petrolero” lo llamò el investigador Franklin Tugwell. Apoyaba la nacionalizaciòn (es histórica su comparecencia ante el Congreso Nacional para desmentir una supuesta oposición a la ley en debate) pero era critico irreductible de la manera como se administraban los recursos derivados de los altos precios del petròleo; a la “Gran Venezuela” de Pèrez la bautizò como el “Plan de Destrucciòn Nacional”; alertaba sobre el riesgo de que la OPEP desviara sus objetivos iniciales; se alarmaba ante el incontenible crecimiento demogràfico, exaltaba las propuestas ecologistas (en aquel momento aùn incipìentes) y postulaba la necesidad de políticas austeras que sometieran a prueba la capacidad de trabajo de los venezolanos.
Una de aquellas mañanas, junto a un viejo automòvil que adornaba el jardín, le preguntè como reportero el por què de su insistencia en comparar al petròleo con una sustancia diabólica. Con la serenidad del maestro y dando unos pasos lentos dijo que le habià llamado la atención la respuesta del primer ministro noruego Einar Henry Gerhardsen en Oslo cuando fue invitado por èl y Tariki a que su país formara parte de la OPEP, por cuanto ambos eran partidarios de fortalecer a la Organización con la presencia de un paìs petrolero europeo y Noruega tenía grandes reservas pero una modesta producciòn. Contò entonces, que el alto funcionario escuchò interesado el proyecto que le era explicado en detallles; les deseò buena suerte y finalmente los despidió con una frase sonriente:”es mejor dejar al diablo bajo la tierra”
SOMOS MINEROS “Otra mañana le preguntè hasta dònde su conocido y repetido “Efecto Venezuela” no tenìa que ver con la propia manera de ser del venezolano. “Le voy a contar una anécdota” me dijo mientras nos sentábamos en un muro. Referìa que siendo ministro de Fomento en el trienio 45-48, se hablaba de la riqueza mineral de Guayana y se recordaba como ejemplo el descubrimiento en 1942 de lo que se considerò el diamante gran grande del mundo y que entonces se hizo una noticia que recorriò el planeta. El minero que encabezò la exploración llamado James Hudson era conocido por sus compañeros como “Barrabàs” y ese nombre se lo pusieron al diamante que fue traìdo incluso a Miraflores para que lo viera el propio presidente Medina Angarita. El tema entonces le interesò tanto que seguìa por la prensa la ruta del hallazgo que por un tiempo fue exhibido en una conocida joyerìa de la Quinta Avenida de Nueva York como una notable y costosa curiosidad. Siendo ministro de Minas e Hidrocarburos en los años sesenta fue persistente la solicitud de audiencia de una persona cuyo nombre entonces no recordaba. En una ocasión la secretaria le dijo que el solicitante decía llamarse de apellido Hudson, pero que era mejor conocido como “Barrabàs”. Rercordando la historia del famoso diamante diò instrucciones rápidamente para que se le concediera la entrevista. Un dìa, como estaba previsto se presentò al despacho un personaje convertido en una deplorable estampa de pobreza. El ministro extrañado le inquirió què había pasado porque hasta ese momento pensaba que era un pròspero hombre de negocios. Hudson le hizo un relato de los fracasos que lo condujeron hasta trabajar como portero de un prostíbulo en la selva. Preguntado luego a què obedecía la visita Hudson le dijo:”ministro quiero que usted me ayude con una concesión para buscar diamantes y le juro que en menos de tres meses encuentro uno màs grande que “Barrabàs”. Pèrez Alfonzo se levantò con una palmada en mi hombro y con media sonrisa exclamò”: ve usted joven, somos un país de mineros””
El 3 de septiembre de 1979 muriò Juan Pablo Pèrez Alfonzo en Washington; había pedido que sus restos fueran cremados y las cenizas esparcidas en el mar. Unos meses antes le habìa dicho a un periodista norteamericano que aspiraba vivir hasta el año 2000 cuando se avizoraban grandes cambios en el mundo. A cuarenta y un años de su muerte, la Venezuela petrolera del “Padre de la OPEP” es ahora solo un trágico y triste recuerdo.