Con base en esas premisas, Turchin sostuvo en 2010 que ciertas tendencias sociales y políticas generarían una seria agitación social en el mundo, que no cedería hasta que no se revirtieran tales tendencias.
Los acontecimientos sociales, en los años recientes, en varios países, lo han confirmado. Tres elementos del desarrollo sociopolítico contemporáneo han sido señalados como los factores determinantes de estos procesos.
En primer lugar, señala Turchin, una élite sobreexcitada; en segundo lugar cita el decadente deterioro del nivel de vida de las poblaciones; y finalmente, incluye a los gobiernos que no pueden cubrir sus exigencias financieras.
Enfatiza esta tesis la tendencia de las clases sociales de élite a crecer mas rápidamente que lo que crecen las posiciones de influencia que estas elites pueden ocupar. Como ejemplo cita a Arabia Saudita, donde el número de príncipes crece más rápidamente que el número de roles de la realeza que ellos pueden ocupar.
En el caso de Estados Unidos, Turchin expone que el exceso de la producción de elites surge a través de la movilidad económica y educacional; surge continuamente gente mas rica y mejor educada. ¿Cómo genera eso un problema social? Si mucha gente tiene estas credenciales, pero si solo algunos logran alcanzar posiciones reales de poder, quienes no las alcancen, eventualmente se volverán contra aquellos. Así nacen las contraélites.
Mas allá del mérito e interés académico de esta propuesta, es claro que las luchas de poder político en cualquier país del mundo demuestran su vigencia.
Si pensamos que este esquema puede aplicarse al análisis de la dinámica de poder dentro de cualquier nivel de una jerarquía social, quizás tomando prestado algo de su dialéctica podríamos dar con algunas ideas que sirvan para explorar, aunque sea parcialmente, la lucha política en Venezuela, aplicando este enfoque para tratar de entender la dinámica del conflicto de poderes Gobierno/Oposición. Para eso requeriríamos un conocimiento de la dinámica interna de cada una de las partes.
Por una parte, en lo que se refiere al Gobierno, ese conocimiento no está abiertamente disponible, pues la confidencialidad que el Gobierno ha mantenido y mantiene sobre su dinámica interna ha sido muy eficiente y no es mucha la información precisa que se hace pública. Por otra parte, aunque el detalle de la dinámica interna de la oposición tampoco está abiertamente disponible, la información de los hechos y de ejecutorias concretas proveen información que parece suficiente para intentar una aproximación razonable a su dinámica de poder.
Peter Turchin Veamos si estas ideas nos pueden ayudar a explicar un poco la actuación de la oposición.
La dirección operativa de la oposición muestra hoy la fragmentación de su sustento doctrinario. Es claro que no hay una doctrina política unánime en la oposición, inexistencia que se ve superada por la existencia de una variedad de aspiraciones personales.
Lo que ha podido ser la élite dirigente desapareció con la desorientación de la llamada Coordinadora Democrática, cuya prometedora gestión se hundió en el paro petrolero.
Dentro de la administración pública, específicamente en la industria petrolera, operaba un importante sector de la oposición; una
élite profesional. Luego los acontecimientos demostrarían que la
élite política estaba tan desorientada que le entregó a la élite profesional la decisión fatal de efectuar el paro, fundamentados en la idea de que esa élite paralizaría a la industria a tal grado que el gobierno, incapaz de operarla, renunciaría. Los hechos -léase la derrota del paro- demostrarían que esa élite profesional era tan experta en petróleo que no sabía nada de política, y que la élite política era tan experta en política que no sabía nada de la industria petrolera.
Así implosionó la primera oportunidad de la élite opositora. Para los fines de esta nota, no hace falta considerar con detalle las siguientes implosiones, sino que basta con señalar que, a partir del Paro, toda iniciativa de la élite nacida con la Coordinadora y transformada luego en Mesa de la Unidad y más tarde en el G4, ha fracasado penosamente. La consecuencia es que esa élite, o sus residuos, son solo una mueca de lo que pudo haber sido.
¿Podría decirse -a la Turchin- que hay más aspirantes que posiciones de poder en la oposición?Hoy, el desconcertante desempeño de la dirigencia opositora parece explicarse de nuevo bajo el esquema de
élites y
contraélites. El llamado G4 prácticamente no existe. Dos de sus dirigentes lucen retirados, un tercero fue liberado y el cuarto reside en el exterior. El grupo ya no es quien toma las decisiones de la oposición desde que se creó la idea de un gobierno interino.
Como resultado de este vacío, hoy solo parecen haber dos sobrevivientes de la dirigencia política del país, Borges y Capriles. Si aprovechan esta nueva oportunidad, podrían constituirse en una nueva entidad de poder en la oposición y podrían conducir un proceso de contraélite ante la dispersa dirigencia de la oposición. Si, en cambio, incurren en los mismos errores cometidos hasta ahora, sufrirán el proceso que no supieron cumplir.