Un millonario de 22 años que hizo su fortuna con bitcóin quiere que los republicanos abandonen sus iPhones por un teléfono que espera convertir en una herramienta política
El Teléfono de la Libertad
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Por Jack Nicas


Fue un discurso pensado para un público políticamente polarizado. Erik Finman, un hombre de 22 años que se autoproclama el millonario en bitcoines más joven del mundo, publicó en Twitter el video de un nuevo tipo de teléfono inteligente en el que afirmó que liberaría a los estadounidenses de sus “amos de las grandes compañías tecnológicas”. Su ostentoso video, publicado en julio, tenía música conmovedora, banderas estadounidenses y referencias a los expresidentes Abraham Lincoln y Donald Trump. Los analistas expertos conservadores elogiaron el Freedom Phone (Teléfono de la Libertad) de Finman y su video obtuvo 1,8 millones de reproducciones. Finman pronto recibió miles de pedidos para el dispositivo de 500 dólares. Entonces, llegó la parte difícil: fabricar y entregar los celulares. Primero, recibió malas reseñas por el plan de simplemente poner su software en un teléfono barato hecho en China. Después, se tuvo que encargar del trabajo poco glamuroso de enviar los teléfonos, contratar a ejecutivos de servicio a clientes, recolectar impuestos sobre las ventas y lidiar con los reguladores. “Siento que estaba preparado para casi cualquier cosa”, mencionó. “Pero creo que es como cuando esperas que haya paz mundial, en el sentido de que no crees que vaya a ocurrir”.

Incluso para las empresas emergentes financiadas con el mayor capital, es difícil competir contra los gigantes de la industria tecnológica que tienen un control férreo sobre sus mercados y están valuadas en billones de dólares. Finman era parte de una creciente industria tecnológica de derecha que aun así aceptó el reto, valiéndose más de la aversión de sus clientes conservadores contra Silicon Valley que de su capacidad o experiencia. Existen proveedores de computación en la nube que alojan sitios web de derecha, un llamado sitio de videos de libre expresión que compite con YouTube y por lo menos siete redes sociales conservadoras que intentan competir con Facebook.

Parler, la red social de derecha financiada por la megadonante conservadora Rebekah Mercer, se encontró luchando por su vida a principios de este año después de que Apple, Google y Amazon retiraran sus servicios. Otra empresa de redes sociales muy popular entre la extrema derecha, Gab, ha luchado por ganar tracción sin un lugar en las tiendas de aplicaciones de Apple o Google. Y Gettr, una red social creada por veteranos del gobierno de Trump, fue hackeada inmediatamente.

Finman, que tiene el pelo rubio blanquecino y una barba castaña, se define a sí mismo como un agente de cambio tanto para la tecnología como para la política republicana. En una entrevista libre mientras comía kebabs de cordero en un restaurante turco de Manhattan, Finman opinó sobre la política británica, citó a Marco Aurelio, el emperador romano, y a Karl Lagerfeld, el diseñador de moda alemán, y explicó por qué cree que el Partido Republicano moderno es “patético”. Los líderes del partido se quejan de la censura de las grandes empresas tecnológicas, dijo, pero hacen poco al respecto.

En 2014, la revista New York publicó un perfil de Finman como un joven de 16 años proveniente de las afueras de Coeur d’Alene, Idaho, quien había obtenido riqueza cuando, algunos años antes, utilizó los 1000 dólares que su abuela le regaló para comprar bitcoines. Para 2017, su fortuna había llegado al millón de dólares y publicaba fotografías en línea en las que aparecía posando con celebridades de YouTube, abordando y descendiendo de aviones privados y prendiéndole fuego a billetes de 100 dólares. Sin embargo, se cansó del mundo de los famosos de las criptomonedas. “De hecho, odio hablar de Bitcoin”, dijo. “Es como decirle a los Rolling Stones que toquen solo sus grandes éxitos”.

Se sumergió en la política. Dijo que a los 12 años se consideraba un libertario. (Fue en un mitin de Ron Paul, el excandidato a la presidencia de Estados Unidos, cuando alguien le habló por primera vez de Bitcoin). Pero su política cambió cuando Trump llegó a la escena política nacional. “Me tragué el cuento en 2016”, dijo. Durante los años siguientes, Finman relató que se angustió sobre lo que él veía como la censura de Silicon Valley a las voces conservadoras. También detectó una oportunidad de negocio al ver que otros republicanos compartían sus preocupaciones. Así que puso en la mira el dominio de Apple y Google e intentó crear un nuevo teléfono inteligente de derecha. “La política es el nuevo pasatiempo nacional, amigo”, dijo Finman. “Incluso cosas no políticas como una maldita almohada terminan por volverse políticas”, agregó en referencia a Mike Lindell, el fundador de MyPillow (una compañía que fabrica almohadas), que ha difundido mentiras sobre las elecciones de 2020. Pero para fabricar un teléfono inteligente, tenía que depender de Google. El sistema operativo Android de la compañía funciona con millones de aplicaciones y Google hace una versión gratuita y libre para que los desarrolladores la modifiquen. Así que Finman contrató a ingenieros para que eliminaran cualquier rastro de Google y le instalaran aplicaciones de redes sociales y medios conservadores. Después, cargó el software a los celulares que compró de China.
Google y Apple rechazaron hacer comentarios. Para presentar el celular, grabó un infomercial en el que muestra a las compañías tecnológicas como enemigas del estilo de vida estadounidense. “Imagínense si Mark Zuckerberg hubiera vetado a Martin Luther King Jr. o a Abraham Lincoln”, dijo en el video. “El curso de la historia habría sido alterado para siempre”. Al mismo tiempo, una serie de personalidades de derecha promovieron el celular entre sus seguidores. Ellos ganarían 50 dólares por cada cliente que usara su código de descuento.

Miles de personas compraron el teléfono de 500 dólares. Otros, incluidos algunos conservadores, criticaron con rapidez la animada presentación. “No es una mala idea”, dijo Zachary Graves, especialista en políticas tecnológicas en Lincoln Network, un grupo de expertos libertario. “Pero cuando vi el video la primera vez, estaba esperando que dijeran: ‘En directo desde Nueva York, ¡es Saturday Night Live!”. Los medios informativos reportaron con rapidez que el Teléfono de la Libertad se basaba en un equipo de bajo costo producido por Umidigi, un fabricante chino que usó chips que se demostró eran vulnerables a hackeos. Finman, quien comercializó el dispositivo como “el mejor teléfono del mundo”, estaba a la defensiva.
En una entrevista en julio, Finman reconoció que Umidigi fabricó el teléfono, pero aun así afirmó que tenía la “certeza absoluta” de que era más seguro que el iPhone más reciente. Apple tiene decenas de miles de ingenieros. Finman dijo que empleó a 15 personas en Utah y Idaho. Finman comentó que no le sorprendían las críticas, pero que se sentía desconcertado por las ventas. Eso causó que tuviera que malabarear responsabilidades que no había planificado, incluyendo la certificación de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por su sigla en inglés) y reglas especiales para enviar los dispositivos con baterías de litio. Contrató personas de su ciudad natal en Idaho para atender un centro de atención a clientes improvisado y enfrentó dificultades para resolver asuntos con los impuestos sobre las ventas.

Durante el primer mes del lanzamiento del celular, Finman encontró una solución: vender el teléfono de alguien más y fungir como imagen de la marca. Al igual que la inspiración política de Finman, Trump, ha vendido filetes Trump y vodka Trump sin poseer un rancho ganadero ni una destilería, Finman se libró de la difícil tarea de administrar de verdad una compañía que fabrica celulares. “Cuando hay problemas, las personas de 50 y tantos años se encargan”, dijo Finman. “Ellos pueden ser los que pasen noches en vela”. Se asoció con una firma de 13 años de antigüedad en Orem, Utah, llamada ClearCellular, que ya había creado un teléfono que estaba desconectado de Apple y Google. La compañía también tenía experiencia en logística, envíos y servicio a clientes.
Las compañías agregaron los fondos de pantalla con la bandera estadounidense y las aplicaciones conservadoras al dispositivo de ClearCellular y lo llamaron el Teléfono de la Libertad. Finman dijo que el celular también contaba con su “PatriApp Store” (tienda de aplicaciones patrióticas), aunque ClearCellular brinda el soporte tecnológico para la tienda de aplicaciones. Finman cobrará una comisión, aunque no se dijo a cuánto asciende. Las reseñas del nuevo celular no han sido positivas. CNET, el sitio de reseñas de productos, dijo que el dispositivo de 500 dólares parecía estar “casi a la par de un celular Android de 200 dólares”.

Michael Proper, de 46 años, el fundador de ClearCellular, dijo que Finman estaba “construyendo una marca de verdad”. Crear una compañía de celulares es ambicioso, pero “no es solo software, seguridad, hardware, sino una cadena de suministro, inventario y capitalización”, agregó. La fortaleza de Finman es “conectar con personas dentro de la comunidad de la libertad”. Finman dijo que tenía pedidos para alrededor de 12.000 Teléfonos de la Libertad, lo que pone sus ingresos en alrededor de seis millones de dólares en poco más de siete semanas. Finman y Proper dijeron que tenían alrededor de 8000 celulares por enviar. Finman se negó a permitir que The New York Times estableciera contacto con cualquiera de sus clientes.

Finman dijo que Proper “es como mi Phil Knight, y el Teléfono de la Libertad es como los Jordans”, en referencia al cofundador de Nike que ayudó a convertir los zapatos deportivos de Michael Jordan en un éxito cultural y comercial. El acuerdo ha liberado a Finman para que se centre menos en la dirección de una empresa telefónica y más en la construcción de una operación política. En una entrevista telefónica realizada la semana pasada desde Washington, donde se reunía con posibles inversores, dijo que el Teléfono de la Libertad podría enfrentarse a los liberales, además de liberar a sus clientes de las grandes empresas tecnológicas.

Dijo que, durante las elecciones, planeaba hacer que el Teléfono de la Libertad dirigiera a los usuarios a los colegios electorales cercanos. Y se propuso crear un centro de noticias en el teléfono en el que pudiera promover artículos conservadores. “Lo veo absolutamente como una de las últimas herramientas políticas”, dijo. “Todo el mundo tiene uno en su bolsillo”.

The New York Times