El periodismo es ojo con ojo
Un año de estar eneltapete.com
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Vale voltear y urge ver a los lados, pero la idea ir hacia adelante, con la verdad, ahí donde nos espera el país.

No es casual que un 23 de enero sea la fecha escogida para el nacimiento de un portal que pretende ser una plataforma para decir y un sitio para pensar sobre la cual se sostenga y se defienda la principal razón y pasión periodística, la verdad, ese epítome al que no siempre se accede, o se ofrece de soslayo, pero cuya noción íntegra requerimos a cualquier costo. El 23 de enero es fecha clave en la democracia venezolana y el día simboliza el anhelo de vivir organizados en libertad y asumiendo la pluralidad de voces e ideas.

Este portal está imbuido de ese significado y de ese espíritu, y se asume, de entrada y por principio, democrático. Es condición sine qua non e irrenunciable: decir y aproximarnos lo más posible a la comprensión de los hechos y sus circunstancias y condiciones y contexto, a la vez que tomamos partido por ese derecho que es índole y convicción, que es punto de partida para decisiones y autoconocimiento, que es comprensión y descubrimiento, que es un derecho humano: la verdad. Saberla.

De su búsqueda y difusión, a sabiendas de las subjetividades y los puntos de mira, es el compromiso que suscriben los que quieren informar, más que ser portavoces de los que tuercen con el verbo lo que ocurre y mienten o cuentan medias verdades, o filtran supuestos, o se hacen eco de la recreación fantasiosa y dirigida de la posverdad. Que hablen bien o mal, sea o no, pero que hablen es más entretenimiento o laboratorio, que periodismo.

La verdad es al norte y tiene aristas, a veces es obvia o así lo creemos; con frecuencia detectarla, asirla, pescarla, es un ejercicio de orientación intricado y hay que sortear rutas enmarañadas y difusas que la agigantan o descompensan. Parece que se oculta y tiene conexiones que la dilatan y ramifican. La verdad, más que una pirámide invertida en la que se responden las preguntas de la dobleve en inglés, como enseñarían las escuelas de comunicación décadas atrás, siguiendo el formato del periodismo ascéptico —qué, quién, cuándo, por qué, dónde, cómo; what, who, when, why, where, whom—, antes que el periodismo interpretativo —todo periodismo lo es— se convirtiera en modelo.

La verdad es un total anhelado que hay que desmenuzar, no tergiversar, y verla de cerca y de lejos, con lupa y forzosamente con desapasionamiento. Tomarla como una esencia a la vez que como la punta de un iceberg en proceso. Debe ser sólida, a veces se derrite. Como sea, la buscan con desvelo los que aman el oficio de contar con altruismo, empatía, interesados en ponerse en los zapatos de otro (botas no).

Analizarla urge. No correr con ella sino tras ella para luego colocarla al trasluz. El periodismo es también la búsqueda del disenso y la confirmación de los hechos a través de la infinita redundancia o la contraposición de versiones. Eso se riñe con el tiempo, pero la falsedad suele hacer buenas migas con la prisa. El periodismo ideal es más bien el que hace cabal registro de su tiempo. El portal busca el dato y su ropaje, el lado oculto del hallazgo y su contenido medular y, con definitiva voluntad democrática —porque sin democracia no hay periodismo y sin democracia el siempre difícil intento contiene más riesgos—, tomar partido por la realidad, que no siempre se pinta en blanco y negro.

Fecha pivote, fecha sello, el 23 de enero de 2019 nos propusimos divulgar los sucesos de la contemporaneidad compleja y dar espacio al debate y sin duda el análisis de los acontecimientos y el pensamiento y acciones que se derivan del devenir. Lo que contienen, lo que gravita en el entorno, lo que se colige, lo que se aventura vendrá. Construir un espacio plural comprometido con la república con miras a acercar las fuentes y los protagonistas a los ojos de los lectores, como ejercicio de reconocimiento y de autoconocimiento es la primordial intención, que intención hay. Creemos en la filosófica frase conócete a ti mismo; el periodismo es un camino a esa evaluación que conduce a lo oscuro pero también a lo brillante. El mejor no es amarillo, sin duda; menos rojo. Es multicolor.

También es nuestro afán hacer con la palabra, esa herramienta entrañable, un puente que reconstruya los baches y, al explicarnos, con los análisis, columnas, secciones, artículos, opiniones, con Identidad, Análisis o Vida y la guía comentada del acontecer cultural y ciudadano de lo que hay que hacer y por qué, el Uso Horario, un manera de repotenciarnos como identidad. Como equipo. Como país. Este es el mensaje de este medio.