El gesto y el silencio: los recursos de un mimo
Por Andrea Solórzano Mota: Desde la Antigua Grecia los mimos dramatizaron historias. En el caso de Marcel Marceau, esas técnicas también le permitieron salvar vidas
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Generalmente improvisando y siempre sin decir una palabra, los mimos han contado historias o satirizado situaciones desde tiempos remotos. Así, apelando solamente a gestos y movimientos corporales, tuvieron su origen teatral en la Antigua Grecia.

No obstante hay versiones que consideran que el nacimiento de este arte pudo haber sido en Roma, cuando el escritor Livio Andrónico (284 a.C - 204 a.C), quien representaba su propia acción dramática, perdió la voz. Razón por la que pidió permiso para que un esclavo recitara sus poemas mientras él los dramatizaba con gestos.

En su momento, el emperador Augusto vio en estos actores a hombres que no solo eran capaces de expresarse a través de la mímica, sino también una oportunidad de unificar las múltiples lenguas de su imperio en un lenguaje universal basado en el gesto. Debido a ello los mimos recibieron múltiples beneficios, como la opción de poseer cargos sacerdotales y no estar sometidos al juicio de los magistrados.

En una historia de vaivenes iniciales, la Iglesia católica excomulgó a los actores en el siglo V; y en el año 546, tras el saqueo a Roma, este arte se vulgarizó y quedó como una expresión que fue tildada de obscena y festiva del pueblo.

Pero la llegada del Renacimiento traería ventura para el arte mudo que cobró fuerza y popularidad al surgir en Italia la “Comedia del Arte”, que se extendió por toda Europa. En el siglo XIX, sería Jean Gaspard Deburau (1796-1846) quien representara en Francia a un mimo con la cara enharinada.

A Deburau le seguirían Jacques Copeau; su discípulo Étienne Decroux considerado el padre del mimo contemporáneo; Jacques Lecoq quien sintetizó la mímica y el teatro físico, y el último gran representante francés Marcel Marceau, reconocido como el mejor mimo del mundo.


La flor de su sombrero representaba la fragilidad de la vida

El inolvidable Bip

“Yo me apellido Mangel y tengo origen judío, tal vez eso haya influido inconscientemente en mi elección del silencio”, Marcel Marceau.

Marcel Marceau (1923-2007) fue un actor y mimo francés conocido por su personaje “Bip”, el cual vestía un suéter a rayas y usaba un maltratado sombrero de copa, decorado con una flor que “representaba la fragilidad de la vida”.

A los 16 años, Marceau y su familia judía se vieron obligados a huir cuando las tropas alemanas invadieron Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Y aunque sus cicatrices fueron varias, una de ellas fue el dolor causado por la deportación de su padre al campo de concentración de Auschwitz, donde falleció.

Ante esto, Marcel y su hermano Alain decidieron cambiarse el apellido para esconder sus orígenes judíos y de esa forma sustituyeron el Mangel por Marceau. Más tarde ambos formaron parte de la Resistencia Francesa, en Limoges, donde rescataron un considerable número de niños judíos de los campos de concentración nazi.

Para ello Marceau usó las herramientas de la mímica, las cuales le permitieron moverse sin hacer ruido y comunicarse con los niños a través de gestos. Así pudieron rescatarlos de los campos de exterminio y ponerlos a salvo en Suiza.

Una vez culminada la guerra, Marcel estudió Arte Dramático en la Academia Charles Dullin, en París, inspirado en las actuaciones de Charles Chaplin.

Gracias a su enorme talento en 1946 presentó su primer mimodrama Praxitele and the Golden Fish. En 1976 llegó al cine en la película muda La última locura de Mel Brooks, donde es el único actor que habla para solo decir “¡No!”.

Entre las muchas obras y pantomimas que creó y subió a los escenarios de todo el mundo se encuentran algunas como Mort avant l'aube (1947), Le manteau (1951), Don Juan (1964), Candide (1971) y Jardin Public (1949), en la que interpretaba nada menos que a diez personajes.

Marceau falleció en Cahors, Francia, el 22 de septiembre de 2007.

Las habilidades gestuales del creador de Bip lo llevaron a ser reconocido en todas partes del mundo. Ahora, después de muerto, es recordado no solo por haber elegido el silencio y los gestos para entretener al mundo, sino también por salvar a centenares de niños judíos.