En tiempos de revisión del rol femenino, ha hecho de su vida un ejemplo que la retrata como madre de familia y como gerente de una de las instituciones más respetadas del país.
Andreína Vogeler Mendoza es una venezolana para quien los retos forman parte de su día a día. Trabajar para los demás lo lleva en el ADN, pues su abuelo, Eugenio Mendoza Goiticoa fue un empresario que instauró en Venezuela la semilla de la Responsabilidad Social Empresarial al fundar organizaciones como el Dividendo Voluntario para la Comunidad y el Hospital Antipoliomielítico de Caracas. Mientras estudiaba en el Colegio Los Campitos, donde cursó toda la primaria y secundaria, Andreína aprendía en casa a trabajar por los demás. En 1985 ingresó a la Universidad Metropolitana, donde cursó Ciencias Administrativas, mención Gerencia.
Desde pequeña iba al Hospital Ortopédico Infantil a los eventos que allí se realizaban y visitaba a los niños hospitalizados. En el colegio, durante años, organizaba con sus compañeras grupos de catequesis para preparar a los niños que pasaban meses en el hospital para la Primera Comunión. Los viernes en la tarde estaba pautado para las visitas. Involucrarse no fue difícil porque, desde pequeña, en la familia se le inculcó ese sentido de colaborar y ayudar a los otros. “El Hospital Ortopédico Infantil”, recuerda Andreína, “era la obra consentida de mi abuelo, siempre ha existido un gran compromiso familiar con el Hospital”.
Repasar la hoja de vida de Andreína Vógeler explica el porqué de su compromiso. La inspiración provino de su entorno cercano, sus abuelos, Eugenio y Luisa Mendoza. Por eso ella los recuerda como personas increíbles, con capacidad para construir, crear empresas, generar empleo, levantar una familia con sólidos principios y siempre preocuparse por los demás. “Ese ejemplo lo vivimos todos los nietos desde pequeños, ya que nos involucraban en sus actividades. Siempre nos llevaban a inauguraciones, asambleas, a las plantas y al Hospital Ortopédico Infantil. La mejor influencia fue ‘su ejemplo’”, subraya. Hoy varios nietos están comprometidos en darle continuidad a sus fundaciones: Hospital Ortopédico, Universidad Metropolitana, Fundación Vivienda Popular, Fundación Mendoza y Sala Mendoza.
Andreína Vogeler es la directora ejecutiva de la Fundación Venezolana contra la Parálisis Infantil, organización que conoce muy bien porque comenzó a trabajar en ella hacia 1994. La institución se encarga de brindarle apoyo económico al Hospital para el desarrollo de actividades médico asistenciales enfocadas en pacientes de escasos recursos económicos, afectados por patologías músculo-esqueléticas. En aquel momento su madre, Gertrudis Mendoza de Azpúrua, se desempeñaba en la dirección de la Fundación y Andreína se incorporó para brindarle apoyo. Ahí comenzó su trayectoria. Al respecto dice: “Fue la mejor decisión que he tomado en mi vida y es el motivo por el cual todos los días lo hago con más entusiasmo y dedicación. Me apasiona lo que hago, es parte de mi vida”.
Posteriormente asumió la gerencia de la Fundación hasta alcanzar la dirección plena. Sus primeras metas se enfocaron en potenciar los mecanismos de recaudación. Ha visto crecer al Hospital porque cada vez había más pacientes que atender y la Fundación debía aportar más recursos. Entonces decidió especializarse es esa área. Tomó cursos en el IESA y en Estados Unidos centrados en la recaudación de fondos y la gerencia para instituciones sin fines de lucro. “Me involucré cada vez más en el tema y con el equipo de la Fundación Venezolana contra la Parálisis Infantil logramos potenciar los programas existentes para la época, haciéndolos más rentables y creando nuevas actividades que incrementaran los fondos necesarios para apoyar al Hospital”.
Para Andreína lo apasionante de este trabajo es que todos los días surgen metas nuevas, hay un nuevo proyecto que desarrollar, un nuevo reto para conseguir financiamiento y nuevos pacientes que atender. Es decir, la razón de ser de la institución. El país, su desarrollo, la situación social y económica, la educación de nuestros niños, los futuros líderes, son aspectos que le preocupan, preocupación que va en ascenso porque cada vez son más quienes tienen menos acceso a servicios básicos, entre ellos la salud.
“Me preocupa cuando ves que los índices de empleo formal disminuyen y la mayoría de la población está desempleada o en el empleo informal, lo que te indica que cada vez hay menos empresas invirtiendo en el país, generando empleo y bienestar a largo plazo”. En este aspecto, nuevamente se remite a su abuelo, Eugenio Mendoza, “quien no descansaba, porque donde veía una necesidad, ahí estaba él con sus colaboradores, como llamaba a sus empleados y socios. Creaba empresas y daba oportunidades a su gente de crecer, de trabajar con bienestar social. Una de sus frases era; ‘si tu gente está bien, la empresa irá bien’. Me preocupa que nos falten más Eugenio Mendoza”, reflexiona.
Pero Andreína también es optimista porque Venezuela es un país noble, cuenta con gente preparada que ha aprendido a trabajar con dificultades y cambios constantes. Aprender a gerenciar en crisis es algo que ella ve como positivo; al igual que enfocarse en una buena labor sin importar su proyección lo que será vital para levantar el país.
La vida pública de Andreina es reflejo de su vida familiar. Tiene 32 años de vida matrimonial. Culminó su carrera universitaria, casada y ya con su primera hija nacida. Para ella fue un gran reto, ser mamá, esposa y estudiante. Ha logrado todo por ser organizada y metódica. Forma parte de una familia grande y unida y ella lo agradece a diario: tres hijas que la llenan de satisfacciones, un yerno que es como un hijo más y un nieto que a todos les robó el corazón. Y así como sabe que “en la unión está la fuerza”, la amistad es otra fuente de vida para ella y el ejercicio no está ausente de su rutina porque le gusta sentirse bien y saludable.
Pero todavía tiene tiempo para emprender y junto a su amiga Claudia Lavegas creó la marca Qilin Hats, que son sombreros Panamá, exclusivos, pintados a mano y hechos al gusto del cliente. Crearon la marca Qilin Hats, que luego se transformaría en Qilin Brand con la incorporación al equipo de su hija Ana Elena.
El espíritu de Andreína Vogeler bulle y esta frase lo confirma: “Mi trabajo ocupa 100% de mi mente, no hay un minuto que no lo asocie al Hospital. Pero esa es la mejor muestra de que me gusta y me apasiona lo que hago” Su lema es una frase de Confucio: ‘Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida’”.
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