Florida y su gastronomía siempre han sido espectaculares. Recuerdo haber cenado elegantemente en uno de los grandes cruceros de la Royal Caribbean y si todavía no he podido llegar hasta Cayo Hueso (Key West) donde Ernest Hemingway vivió entre 1931 y 1939, sí he tenido la suerte de saborear calamares con salsa de tomate, en Miami Beach, en el Floridita, réplica del célebre bar habanero frecuentado por el novelista cuando escribía El Viejo y el Mar.
En Miami siempre añoro las exquisitas veladas nocturnas que en otra época caracterizaron a Los Violines, en Coral Gables.
En mi más reciente viaje a Estados Unidos, para un feliz reencuentro familiar con mis hijos Rommel y María y mis nietas Verónica, Victoria y Anabella, la ocasión fue muy propicia para saludar a viejos amigos que ahora residen en Texas y Florida. Esta vez viví la muy grandiosa sorpresa de reencontrarme con Vicente Rodríguez Córdova. Fuimos alumnos fundadores de la Escuela “Socony 1”, en el campo petrolero de Anaco, en 1947. Estudiamos juntos el tercer grado ¡hace 73 años! Ahora residen en Pembroke Pines.
El autor de la crónica junto con la foto de Samy Davis Jr y una de sus guitarras, en el lobby del casino
Eso de que los venezolanos arman la fiesta en cualquier parte, no es exageración. En Miami pude asistir a un festival llanero –con carne en vara, cerveza y música de Reinaldo Armas, incluidos– en una suerte de mercado al aire libre, que los fines de semana alborota el sector 3080 de Sheridian St de Hollywood. Gente joven disfrutando a plenitud con arpa, cuatro y maracas y sabrosos cortes de carne asada.
¿Dónde consiguen ese queso de mano, de telita, tan igual al mejor de Valle de La Pascua? Ellos mismos se lo fabrican. “La leche nos viene de un fundo cercano a Palm Beach”, me dijo muy sonriente el ingeniero agrónomo Oscar Ayala.
Con Glenys Pino, margariteño de la playa de Pedro González, pude saborear en Weston empanadas de cazón tan exquisitas como las que cocinan en Conejeros. Y también, como si estuviéramos en Margarita o en las playas de Mochima, pescado frito con patacones y ensalada, a muy pocas millas del hotel Hard Rock Casino, una espectacular edificación que parece musicalizar con su arquitectura de guitarra, una de las grandes avenidas del área de Seminole Way, en Fort Lauderdale, inaugurado apenas en octubre de 2019.
Los sábados, en el sector 3080 de Sheridian St. de Hollywood, la carne a la parrilla y los calamares rebozados atraen a los venezolanos de Miami / Foto Evaristo Marín
En el lobby del casino, una exposición con objetos personales de estrellas de la música deslumbra a los visitantes. Imágenes de John Lennon, Elvis Presly y Sammy Davis Jr se exhiben con esplendor. No resistí la tentación de fotografiarme al lado de las fotos de Sammy Davis Jr y una de sus guitarras. La entrada al Hard Rock Casino es libre, lo difícil es conseguir aparcar en sus 15 pisos de estacionamiento.
Fernando Gómez, médico portocruzano y esmerado parrillero, se mueve como pez en el agua, en la abundancia de ofertas de productos de la gastronomía mundial, en El Doral. “Todo lo que se necesita, puedo conseguirlo con solo cruzar las calles cercanas a mí casa”, enfatizó. Eso incluye desde bacalao noruego y salmón de Alaska hasta cazón fresco, pargos y meros, crustáceos vivos, las más exuberantes especies asiáticas, quesos, cereales, más de 20 clases de arroz en saco, panes, golosinas árabes, chinas, hindúes y chocolate suizo.
Fernando nos invitó para una parrillada de bienvenida a sus tías Isaura y Moravia Carreño, recién llegadas de Venezuela. Él disfrutó frente al fuego de su parrilla con unos cortes de carne argentina y los chorizos y morcillas carupaneros que prepara en El Doral, Gencho Montaño, lejano pariente de Luis Mariano Rivera. Cómo logró Fernando cultivar en su terraza unos gustosos ajíes margariteños, es admirable.
El Hard Rock Hotel & Casino es ahora referencia de la nueva arquitectura de Florida. Para quienes buscan divertirse es una opción espectacular
Recibí el año 2020 con mi hija y mis nietas, en Coral Sprint, brindando con Berthing León, antiguo compañero de labores en Cemex Pertigalete, su esposa, Lulí Peñate, su hijo Julio –recién graduado en Producción Industrial y Comercial, en la Universidad de Florida– y Jorge y Beatriz Peñate. Compartimos una cena espléndida con hallacas y pernil a la venezolana.
Por iniciativa de Juan Peñate, fundador de tan apreciada familia, se creó en Puerto La Cruz, la Escuela de Administración y Contaduría Pública. Peñate trabajó en la Universidad de Oriente por más de 40 años, y vivió en Miami hasta el fin de sus días, en 2019.
En Florida la gastronomía venezolana ha tenido un lugar de mucho privilegio hace largos años. Algo sencillamente colosal.
Fotos: Archivo Evaristo Marín