Oscar Gimenez (*)
Tengo cuerpo o soy cuerpo. Nuestra cultura nos ha educado en un dualismo tan profundo que ni siquiera nos damos cuenta de eso. Aprendimos que el cuerpo es una herramienta de trabajo y que cuando falla un poco basta con tomar algunas medicinas para que más o menos se reponga y regrese al nivel de desempeño esperado.
Largas horas de trabajo, sobreexigencia y poco descanso, café, sedentarismo, una alimentación mediocre (tal vez costosa pero desequilibrada), un trago y uno que otro cigarrillo... A eso habría que sumarle el estrés, los fracasos y los estados emocionales que lo afectan. Así hemos aprendido a llevar el cuerpo como una cosa, un instrumento o algo que debe funcionar bien.
Sin embargo, cuando estoy caminando descalzo en mi apartamento e inadvertidamente mi dedo pequeño del pie pega de lleno con la pata de una silla, se despierta mi conciencia de que no solo me duele el dedo, sino que ¡el dolor llega hasta el alma! Si el lector no ha tenido esa experiencia, le recomiendo que no busque tenerla… ¡el dolor y luego el recuerdo duran varios días!
“Cuando contemplamos el milagro de la vida encarnada, comenzamos a asociarnos con nuestros cuerpos de una manera más amable”, Sharon Salzberg
El cuerpo es:
• Mi presencia y mi manifestación.
• Mi manera de ser en el mundo con otros (inter-ser).
• Es "yo", no "eso".
• Es un tipo de inteligencia que funciona sabiamente.
• Es algo más que carne, no es lo que pienso ni un “taxi de la mente”.
• Es un verbo, no un sustantivo.
• Es mi casa.
Bienestar y mindfulness
El bienestar del cuerpo consiste en un estado de balance, de equilibrio y de congruencia; comienza con reconocer, aceptar y abrazar mi cuerpo como mi casa, como mi presente, como mi forma de ser aquí y ahora. El bienestar solo se puede encontrar dentro del cuerpo.
Es posible que necesitemos reaprender a relacionarnos con el cuerpo: hablarle y reconocerlo, escucharlo y respetarlo. Mi cuerpo guarda mis memorias inconscientes y sus músculos reaccionan automáticamente frente a eventos específicos o aprendizajes importantes.
Construyo mi presencia y mi manifestación a través de la respiración consciente, del reconocimiento de las sensaciones que surgen en mi cuerpo y de los estímulos que recibo del entorno. Sin juzgar si es bueno o malo, conveniente o inconveniente, solo se trata de reconocer y aceptar.
“El límite de lo que podemos aceptar es el límite de nuestra libertad”, Tara Brach
Cuidar el cuerpo es estar en movimiento con conciencia plena y con el corazón abierto. Cuidar el cuerpo es cuidar el alma, tocar el cuerpo es tocar el alma.
Te propongo un ejercicio sencillo. Observa tu brazo. Acércate a él como un objeto, una cosa, no tú. Empújalo como si fuera un objeto inanimado. Fíjate cómo es eso.
Ahora relaciónate con tu brazo. Refiérete a "eso" como una parte tuya. Presta atención a la sensación de ser tu brazo. Muévelo y percibe que está conectado con tu intención. Cada movimiento es la energía de tu intención que se expande. Quizás recuerdes cómo este brazo ha sido parte de tus batallas y amores, ha sostenido bebés, ha cocinado comidas, ha lavado ropa, ha creado arte y ha sido parte de tu vida. Siéntelo y muévete. Observa cómo es esto. Esta es tu presencia. Tu cuerpo es tu presencia y tu manifestación (1).
“La aceptación radical es la voluntad de experimentarnos a nosotros mismos y a nuestras vidas tal como son”, Tara Brach
Para finalizar, da gracias por tu cuerpo, por la energía del movimiento y tu intención que dispara esa energía.
Lo primero que trae bienestar y equilibrio es el movimiento consciente. Al descubrirme como un espíritu encarnado o un cuerpo espirituado aumento mi presencia y manifestación frente a otros y frente a mí mismo. Cuando la mente se encuentra con su cuerpo suceden los milagros… Y el camino para lograrlo es mindfulness: ¡sé que estoy vivo!
(1) Mark Walsh (2020) Embodiment. Moving beyond mindfulness. Unicorn Slayer Press
(*) Oscar Giménez: Prof. de Mindfulness, Master Coach, experto en Desarrollo Organizacional, Director en H-Connection