Muchos han logrado llegar a la cima del deporte que practican pero pocos dejan una marca que transcienda.
Las venezolanas Deyna Castellanos y Yulimar Rojas se han destacado como ninguna otra en sus áreas. Ganando premios y rompiendo records que mueven al mundo deportivo.
Futbolista venezolana que con solo 20 años cosecha logros, vivencias y demás experiencias que suman más que sus pares dentro y fuera del campo de juego del alguna vez proclamado “deporte solo para hombres”.
Deyna nació en Maracay, estado Aragua, y ya desde los cinco años se fascinó por el fútbol. Su hermano mayor, que también es futbolista, la invitaba a jugar con otros chicos y fue cuestión de tiempo para que empezara a entrenar en un equipo. Debutó a la edad de 15 años con la selección femenina de fútbol de Venezuela en la Copa América Femenina 2014. Ese mismo año gano el título de goleo, Bota de oro Adidas, en la Copa Mundial Femenina de la FIFA Costa Rica 2014.
Desde entonces su carrera fue en ascenso. Ha conseguido a lo largo de su trayectoria profesional dos campeonatos sudamericanos (2013 y 2016), premio FIFA a la mejor jugadora Sub 15 (2015), campeona de la conferencia (2016 y 2018), finalista premio FIFA The Best (2017), finalista premio FIFA Puskas (2017) y campeona nacional NCAA (2018).
Su vida ha pasado por grandes cambios: de estar en una escuela local de fútbol a ser parte de la selección total de Venezuela y llegar becada a Estados Unidos donde estudió Comunicación Social además de jugar en su equipo universitario; y por si esto fuese poco fichó este año con el Atlético de Madrid.
De espíritu tenaz y sin miedo a los retos, Deyna se levanta hoy como un referente del deporte femenino mundial inspirando a muchos a lograr sus metas con trabajo y disciplina.
Yulimar Rojas
La vida está llena de causas y nada pasa por casualidad. Así un buen día Yulimar Rojas, criada en Puerto la Cruz, estado Anzoátegui, encontró su pasión. Emocionada por la victoria del equipo de voleibol venezolano en los juegos de Pekín 2008, fue al polideportivo a buscar un equipo de esa disciplina para entrenar, pero no estaban. En su lugar encontraría al equipo de atletismo el cual puso su atención en ella de inmediato, la entrenarían y con tan solo 15 años ya comenzaría su prometedora carrera deportiva.
Vivió una infancia humilde en una pequeña casa donde se filtraba el agua de lluvia. Su padre no la quiso apoyar y solo su deseo de ser mejor y progresar la llevó a destacar y ser convocada a competencias a las que no pudo asistir por falta de permisos paternos.
Muchas veces entrenó a escondidas bajo la complicidad de entrenadores y amigos.
Hoy ostenta el título de bicampeona mundial del triple salto, con la mirada en los juegos olímpicos de Tokio 2020 donde espera superar el récord absoluto impuesto por la ucraniana Inessa Kravets de 15,50 metros. Por lo pronto, con marca de 15,43 metros, acaba de dejar atrás los 15,36 –en pista bajo techo– de la rusa Tatyana Lebedeva.
Sus medallas y premios son reflejo de superación, lo cual no duda en transmitir a quienes la miran como un ícono para seguir adelante y de que con dedicación es posible cumplir los sueños.
Sin duda estas chicas llenas de pasión por su deporte, determinación y el apoyo de todo un país al cual llenan de alegrías darán mucho de qué hablar este año que recién comienza.