La historia de los golfeados se remonta a mediados de la primera mitad del siglo pasado y se conoce de su origen en Petare, donde se elaboraban en hornos de leña. Popularizados por los hermanos Genaro y María Duarte muy pronto comenzaron a realizarse en diferentes lugares del país. Los más emblemáticos son los que están en la vía de El Junquito. También existía un lugar en Macuto donde los fanáticos realizaban paseos solo para consumir el tan preciado dulce. Es una suerte que sea un sabor venezolano por excelencia.
Entibiar la leche, agregar el azúcar y la levadura y dejar reposar 5 minutos hasta que accione esta última. Eso se verifica cuando comienza a formarse una espuma (también se le llama esponja). Agregar entonces los 80 gramos de margarina, 3 cucharadas aproximadamente de ralladura de papelón y una cucharadita de anís dulce. Comenzar a incorporar la harina hasta formar una masa que no se pegue de las manos ni de la mesa. Trabajarla hasta que adquiera elasticidad y dejar reposar por unos 15 minutos.
Durante ese tiempo se prepara un guarapo con papelón, anís dulce y canela, que no quede muy grueso. Para el relleno se rallan parte del papelón y el queso y se reservan.
Una vez que la masa reposó extenderla con rodillo, barnizar con margarina derretida e incorporar la mezcla de papelón y queso rallados. Enrollar dejando unos 3 centímetros de uno de los extremos para que no se bote el relleno. Apretar un poco. Cortar en rebanadas tratando de que todas queden del mismo tamaño, colocarlas en una placa o bandeja y dejar reposar 30 minutos para que desarrollen su tamaño. Cuando crecen, al estar una al lado de la otra, se pegan y se convierten en cuadrados que es su forma tradicional.
Llevar al horno. Una vez que hayan crecido barnizar con el guarapo que se hizo con anterioridad. Esto se hace unas tres veces, incorporando más queso al final, 5 minutos antes de sacarlos del horno. Se recomienda retirarlos de las bandejas antes de que se enfríen para evitar que se peguen.
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