En días particularmente complejos para la humanidad desde el punto de vista sanitario, el valor del agua se eleva a niveles que eran inimaginables en décadas pasadas.
El tema del coronavirus y la posibilidad de mantenerlo “controlado” con lavarse las manos adecuadamente plantea además una reflexión que debemos hacer todos sobre el trato que le estamos dando a este recurso.
“La salud es ahora lo más importante”, apuntan autoridades en buena parte del mundo, muchas de ellas ordenando la suspensión de las actividades que se tenía pensadas para este 22 de marzo.
Marchas y actos masivos han dado paso a la reflexión y al recogimiento.
“Los llamados seres humanos, al igual que todos los seres vivientes,
somos tierra, somos agua, en esta transitoria vibración energética evolutiva en el cosmos. Los humanos no somos dueños de la tierra ni del agua, la naturaleza no nos pertenece. Siendo sólo moléculas indivisibles de la infinita unidad cósmica; somos parte integral de la naturaleza, y al destruirla nos destruimos categóricamente”, destaca Moisés Castillo en su reciente artículo, Somos agua, somos tierra, publicado en El Heraldo de Chile. Su mensaje es claro y va directo a todo el planeta.
Complementa también esta idea el Departamento de Agricultura, Bioseguridad, Nutrición y Protección del Consumidor de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, al explicar que “la valoración económica del agua a menudo pasa por alto otras dos importantes dimensiones: los valores ambientales, como la función del agua en el ecosistema, y los valores sociales, como la utilización del agua para producir alimentos”.
En esta edición, que le dedicamos al agua, coincidimos con la ONU en que se necesitan “criterios para valorar el agua que reconozcan la triple dimensión básica, y den valor por igual al uso económico, social y ambiental de la misma”.
Celebremos entonces en la concientización del uso de este vital recurso en la cotidianidad.