Inés Tralci es una de esas venezolanas que luego de titularse como Ingeniero Civil y ejercer un tiempo su profesión, cedieron a su pasión y hoy se dedican a la orfebrería.
Desde muy joven disfrutaba la magia de crear accesorios o modificar los que tenía para que no se parecieran a ningún otro. Y muchos años después decidió convertir esa afición en un oficio. “Comencé mis estudios de orfebrería en la escuela de Alexis de La Sierra y luego en la escuela de Joanna Palacios, donde obtuve mi certificado de orfebrería artística”, dice.
Lo que más le gusta crear son zarcillos porque piensa que es la pieza que, usada de manera acertada, realza mucho más el rostro y lo hacen más llamativo.
“Me identifico con los elementos geométricos y la simetría, me gusta la sencillez y la elegancia en el diseño que le aportan un estilo más llamativo a las piezas y les otorgan su propia voz. Me gusta mezclar y combinar materiales, darle color al metal con piedras, tejidos, plumas, resina; en el caso del metal me gusta trabajar con cobre y latón con baño de oro o plata, y darle al metal los efectos de lo texturizados a mano”, agrega la artista.
Inés confiesa que lo que más disfruta de este arte es el proceso de creación y elaboración: el proceso de llevar una idea de la mente al papel y del papel al metal.
“El proceso de creación y elaboración de una pieza es algo que me parece fascinante; desde la etapa del boceto y diseño, desde cómo imagino lo que será la pieza cuando va tomando forma, pasando por las diferentes etapas de corte texturizado, soldado, pulido, bañado, hasta como el producto final se convierte en un accesorio artesanal y sobre todo original”.
Inés disfruta compartir con sus clientes el proceso detrás de cada pieza que le encargan, para que de esta manera conozcan un poco más de la belleza de este oficio, y por qué las piezas hechas a mano tienen ese encanto y valor agregado que las diferencia de cualquier otra.