La vida es un continuo proceso de transformación y renovación, por ende nosotros también lo vivimos, nada es permanente. Y, a pesar de saberlo, todavía nos resistimos a aceptarlo, aunque sea para nuestro bien.

En estos momentos todos estamos expuestos a un cambio de vida debido a la pandemia que enfrentamos. Este fenómeno nos ha llevado a vivir cambios de todo tipo: encierro por cuarentena, distanciamiento de las personas queridas, cambio de rutina, trabajo en casa, más tiempo del acostumbrado con la pareja o con los hijos, limitaciones de salidas al aire libre; inclusive el riesgo para muchos de la pérdida del trabajo y de la salud.

Caer en un proceso de negación cuando el cambio ya está instalado en nuestra vida solo nos produce más desgaste, estrés, ansiedad, tristeza, depresión, temor… Mientras más capaces seamos de aceptarlo, aun cuando nos parezca difícil, más rápidamente podremos adaptarnos a él, buscando reconocer los elementos positivos que puede tener para incorporarlo, manejarlo y superar la afectación que nos produce.

Los cambios inesperados nos atemorizan porque implican soltar, dejar atrás, arriesgarnos a enfrentar lo desconocido y asumir el reto de abrirnos mental y emocionalmente para nuevas y tal vez mejores experiencias. Pero nosotros contamos con las fortalezas y los recursos necesarios para superarlos y convertirlos en una parte importante de nuestra vida.

Muchas veces una experiencia como esta se convierte en una oportunidad de usar las herramientas y los recursos internos que poseemos, además del conocimiento adquirido a través de experiencias previas, para reflexionar, reajustar nuestras prioridades, crecer, madurar y tomar decisiones que nos lleven a mejorar nuestro estilo de vida.


Cómo lograrlo

Usa la flexibilidad para adaptarte. La rigidez y la inflexibilidad hace que nos quebremos y suframos más de lo debido cuando se presentan cambios inesperados. En la medida en que desarrollamos la capacidad de adaptarnos a lo nuevo, maduramos, crecemos y nos convertimos en un mejor ser humano. Fluye con las transformaciones que tiene la vida y renuévate con cada experiencia.

Busca y resalta lo positivo. En lugar de fijarte en lo que ya no tienes, en lo que piensas que te hace falta, o en todo lo que es diferente y desconocido para ti en este momento, descubre y resalta todo lo positivo que tengas o encuentres en esta nueva situación de vida y apóyate en ello para que te sea más fácil adaptarte y manejar el cambio. Abre los ojos de adentro y aprende a mirar más allá de lo conocido para reconocer todo lo positivo que este cambio puede traer a tu vida.

Enfrenta tus miedos. Recuerda que los cambios son parte de la vida y prepárate para vivirlos con seguridad y serenidad. Es bueno comprobar con la experiencia que el peligro real no es tan grande como lo imaginamos. Llénate de valor para enfrentar la situación. Pregúntate qué es lo peor que puede pasar y prepárate para resolverlo; luego confía y espera lo mejor. No dejes pasar el tiempo sin actuar pues el temor crecerá.

Recupera la confianza en ti mismo. Recuerda que tú puedes afrontar cualquier situación nueva con confianza y seguridad. Apóyate en tus logros y haz uso de las herramientas que se encuentran dentro de ti para asumir los cambios con más suavidad. Recuerda que la Divinidad siempre conspira para acercarte los recursos, las posibilidades, las oportunidades o los instrumentos que pudieras necesitar para ayudarte a salir de donde estás. No te desesperes, conserva la calma y mantente atento para que puedas reconocerlos.

Evita hacer comparaciones. Comparar la nueva situación con lo que viviste en el pasado hará que te resistas a asumirla. Cada situación es nueva y diferente y debemos aprender a tomarla de esa manera sin dejar espacio para las comparaciones. Busca los recursos y la guía que necesites para superarlo, y piensa en quién puede aportarte algo positivo para esta nueva experiencia.