La primera sesión de terapia
Por Atenea Anca: Algunas parejas no asisten por no saber de qué se trata. Sin embargo, es más una conversación que un interrogatorio
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Muchas personas no inician la terapia de pareja por no saber cómo será y, aunque cada terapeuta es diferente, les describiré cómo suelen ser las primeras sesiones en mi consultorio, presencial o virtual.

Me gusta iniciar saludando a ambos miembros de la pareja y diciéndoles que sé que probablemente tengan ansiedad por no saber cómo será la sesión ni el proceso terapéutico pero que todo estará bien. Les hago saber que son valientes por decidir luchar en nombre del amor y les pregunto si han tenido experiencias terapéuticas previas. Si me dicen que sí, averiguo hace cuánto y les pido un pequeño resumen para entender si fueron sesiones individuales o conjuntas, si solucionaron el motivo de consulta y si se sintieron cómodos en el proceso.

Escuchar la opinión de ambos es importante para saber si alguno de los dos está más reticente al proceso terapéutico. Conocer si se cumplieron los objetivos ayuda a saber por dónde es mejor empezar a trabajar.

Hayan o no tenido terapias antes, les describo brevemente cómo será mi sesión quitándoles de la cabeza la idea de perfección en el discurso o que el relato deba ser cronológico.

También les hago entender que pueden contar más o menos detalles dependiendo de cómo se sientan y que es muy importante que se enfoquen en transmitirme su malestar para tener un buen diagnóstico de la relación.

Ambos tendrán derecho a expresar sus opiniones por lo que saber escuchar es imprescindible aunque incómodo cuando se trata de este contexto donde se asiste para hablar de lo que no nos gusta. Así que intento explicar también qué los mantiene juntos. Si es amor, el proceso tendrá el único ingrediente necesario para que funcione. Pero si el amor está deteriorado, a veces es necesario sugerir sesiones individuales para explorar más por qué se acabó y si hay opción de recuperarlo. De todas formas, esa parte es al final de la primera sesión cuando siempre les dejo una devolución que les da el norte que tanto necesitan.

Mientras empiezan a contarme lo que les ocurre, yo intento involucrarme empáticamente lo más posible para extraer la realidad de su malestar y, a veces, traducírselos.

Es de vital importancia la apertura porque si me cuentan la mitad del problema, les daré la mitad de la solución. Pero como mencioné antes, esa apertura no tiene que ser necesariamente en la primera sesión aunque, si no es así, el proceso será un poco más lento.

Los pacientes a menudo quieren saber cuántas sesiones requerirán pero eso no es posible calcular porque cada persona y cada pareja tiene su propio ritmo y es mi deber respetarlo.

Si no entiendo algo de lo que dicen, no se preocupen, yo preguntaré. Y si para diagnosticar la relación necesito más información, también se las pediré. Sí, son muchas preguntas pero se sentirán como en una conversación en lugar de un interrogatorio.

Como les comenté, al final de la sesión me gusta devolverles lo que he concluido sobre el caso y, muchísimas veces, les pongo algunas tareas que permitirán dos cosas: (1) ayudarlos en el proceso que inician pues es más importante lo que se hace afuera de la sesión que lo que ocurre adentro, y (2) recabar más información sobre ustedes, por ejemplo, si pudieron o no hacer la tarea, o si le costó más a uno que al otro.

Finalmente intento que fijemos un plan de trabajo. Por ejemplo, trabajemos la conexión emocional primero para luego encargarnos de la sexualidad y luego de los planes de pareja. ¿Ven? No tienen que pensar que ir a terapia será algo traumático.

¡Sean bienvenidos con mi equipo de trabajo en @clinipareja!