"El Cumanés": un gánster de talla internacional
Por Evarísto Marín: Preso muchas veces por estafas en casinos del Caribe, Félix Vargas Chacón tuvo en México dos cabarés y un Cadillac similar al de Sinatra
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Félix Vargas Chacón, “El Cumanés”, a quien Andrés Eloy Blanco definió en un poema como “manos de mago” por su destreza con los dados y las barajas, se vanagloriaba de haberse iniciado en el delito desde la infancia. En Caigüire ordeñaba unas cabras de la familia y se quedaba con la mayor parte del dinero, hasta que su tía cumanesa descubrió que, según las cuentas de Félix, “las cabras a medida que tenían las ubres más grandes y más llenas, producían menos leche”.


En 1948 estuvo 21 días preso en Curazao. Lo denunciaron por estafa dos comerciantes a quienes ganó en las cartas más de 70 mil florines

Camino a la escuela, de la limosna que las vendedoras de pescado dejaban en la capilla a la Virgen del Valle, agarraba a diario dos o tres bolívares y luego decía, con gran reverencia: “Virgencita del Valle, esto es un préstamo”. Un día empeñó el bulto escolar para jugar billar en la fuente de soda “Sports”. En esos primeros tiempos perdía “los préstamos que le hacía la Virgen” más todo lo que lograba birlar a su propia madre, Severiana Chacón. “Félix, la Virgen te está castigando”, le advirtió muchas veces su compañero de aulas y por siempre gran amigo, Moisés Blanco Kairous.

Vargas Chacón fue el primer delincuente enviado por Pedro Estrada al penal de El Dorado. Se cuenta que al menos seis veces fue encarcelado por estafas en casinos de Cuba, México y Puerto Rico. Con las grandes fortunas que hizo en el juego compró dos cabarés en México. Se ufanaba de su amistad con Agustín Lara y otras estrellas del cine, y de poseer un Cadillac rojo similar al de Frank Sinatra y mucho más nuevo y lujoso que el de María Félix.

La historia de su captura y de su envío a El Dorado, en 1952, cuando intentó ingresar con un nombre falso desde México, fue muy desplegada en las páginas policiales de los diarios de Caracas. ¡Créanlo. En este país el hampa común también tuvo su mala época!

“El Cumanés” tenía pendiente una acusación por estafar al cajero del Centro Médico de Caracas. Cierta noche le ganó todo el sueldo a los médicos y al resto del personal jugando a las barajas. Eso le valió una temporada de dos años en las “Grandes Ligas”, como le decían en la jerga policial al penal de Guayana.

Ángel Figueroa, quien lo conocía desde su juventud, me contaba que en los lejanos años 40, “El Cumanés” dejó sin un centavo a más de una docena de los pasajeros con quienes navegó, en vapor, desde Guanta hasta La Guaira. Figueroa recordaba que un primo suyo se quedó sin plata para el boleto del ferrocarril hasta Caracas.

Muchas veces Vargas Chacón tuvo que desembolsar grandes fortunas para escapar de las cárceles o eludir algún juicio. “Saber huir a tiempo es importante”, solía decir. La única excepción de sus hazañas en los casinos fue la República Dominicana. “Me invitaron muchas veces, pero si yo le hubiera ganado una partida de póker a Chapita Trujillo no hubiera salido vivo de Santo Domingo”. Era muy conocida la gran afición del dictador Rafael Leonidas Trujillo y Molina por las cartas.


Su libro, prologado por Juan Calzadilla, fue un éxito editorial

En México, a ruego suyo, el exilado ex presidente Rómulo Gallegos y su secretario privado Arturo Briceño aceptaron dejarse transportar en su Cadillac desde el Paseo de La Reforma hasta la residencia del gran novelista. “Sentí el gran orgullo de saludarlo y la vergüenza de montarlo en aquel carrazo producto de mis ganancias ilícitas”, escribió en su libro de memorias, 40 años en el delito. Fueron en verdad cuarenta años entre timos, grandes casinos y lujosa vida derivada de los dados, las barajas y la ruleta.

Lo conocí cuando fue invitado por Rafito Cedeño a Puerto La Cruz para la primera defensa del título de campeón mosca, de Luis “Lumumba” Estaba. Fue muy cordial y breve mi conversación con ellos –Cedeño y Vargas Chacón– en el hotel Meliá, en la víspera de aquella formidable pelea. Todos reímos cuando Rafito le pidió firmar unas facturas por el consumo de whisky en el bar Moriche y Vargas Chacón lo atajó con una chistosa expresión: “Rafito, con el número de la habitación es suficiente, los gánsteres no firman”.




Fotos:  Luis Gerardo González / Archivo de Evaristo Marín