Carlos Gardel metió el tango en el alma popular
Por Evarísto Marín: En Puerto La Cruz una de sus calles se llama Buenos Aires y en la esquina con Paseo Colón una placa lo recuerda
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Devoción, leyenda, idolatría. De todo eso hay alrededor del tango y de su gran cantor, Carlos Gardel, desaparecido hace ochenta y cinco años en Medellín, en un siniestro aéreo que conmocionó al mundo. Como se recuerda, Venezuela fue uno de los dos últimos países incluidos en aquella inacabada gira de Gardel por América del Sur. De Caracas Gardel fue a Maracay a cantar para el general Gómez y de allí a Valencia, Puerto Cabello, Cabimas y Maracaibo.

Uno de los grandes admiradores de Gardel en Venezuela fue nuestro querido y recordado cantante Alfredo Sadel. De hecho, su nombre artístico, Sadel, es la unión de las dos primeras letras de su apellido, Sánchez, y las tres últimas de Gardel. Conservo, dedicado por Sadel, un disco de tangos grabado en Argentina en 1989.


Los tanguistas locales le dedicaron una placa en Puerto La Cruz

En Venezuela, la legión de gardeleanos fue siempre muy inmensa. Gardel metió el tango en el alma popular. En Puerto La Cruz una de las principales calles se llama Buenos Aires en recuerdo al ídolo. En 1985 un grupo de sus admiradores conmemoramos los 50 años de su trágica muerte con una placa en la esquina con el Paseo Colón, donde funcionaba para entonces “El parador del Puerto”, uno de los más cotizados restaurantes de nuestra región.


Gabriel Vílchez (izq.) y este cronista durante el homenaje de 1985

El novelista Denzil Romero siempre recordaba que su madre y su tía Eva arrullaron su infancia con los tangos y milongas de Gardel. No olvido la gran idolatría de mi fraternal amigo y colega periodista, Gabriel Vílchez, por el gran intérprete. Legendario corresponsal de El Universal en Barcelona, en la década de los años 50, Vílchez llenó toda una época con sus programas radiales de tango. Uno de sus hijos tiene el nombre del célebre cantor: Carlos Gardel Vílchez.

Dos conocidos locutores, el Cholo Palacios y Carlos Ochoa, fueron también muy connotados con sus programas de tangos, en Ondas Porteñas y Radio Puerto La Cruz. “Bajo el cielo argentino”, el espacio animado por Carlos Ochoa, estuvo en el aire por más de 30 años.

“Tango que me hiciste mal / y que sin embargo quiero / porque sos el mensajero / del alma de mi arrabal”

Ochoa, a quien sus amigos llamábamos “El Guacho”, se ufanaba de haber estado, muy joven, entre la multitud que recibió a Gardel en la estación de ferrocarril de Caño Amarillo. “Le estreché las manos en medio de aquel agite colectivo”, le oí decir.

Desde que llegó a Caracas la presencia de Gardel fue todo un éxito. Su gira se tuvo que prolongar. Desde mucho antes de su arribo se agotaron las entradas en cines y teatros y su actuación en Radio Caracas fue un verdadero delirio.

Muy aclamado en todas partes, en Maracay cantó para el general Gómez “Pobre gallo bataraz”, en el hotel Las Delicias. El viejo dictador estaba muy regocijado y le obsequió un cheque de diez mil bolívares. Un dineral para la época.

Gardel tuvo que hacer dos tumultuosas presentaciones en Maracaibo. En Cabimas, una hora de tangos les pareció muy poco. Gardel salió dos veces al escenario para agradecer los aplausos. Finalmente repitió “Tomo y obligo”, uno de sus temas más famosos y se retiró en medio de un gran descontento. El público amotinado provocó destrozos y hasta hubo intentos de incendiar el cine. Tal era el fanatismo que ya alcanzaba por la popularidad de sus canciones y películas, cuando estaba en la cumbre de su vida artística, en 1935.



Fotos Internet / Archivo EvarÍsto Marín