El 8 de agosto de cada año se celebra el Día Internacional del Orgasmo Femenino. Los sexólogos intentamos aprovechar este día para continuar un arduo proceso de educación sexual donde la palabra “placer” aún genera incomodidad y vergüenza. Es lamentable que todavía existan tantas mujeres que desconozcan cómo sienten sus cuerpos y que no tengan el amor propio y el control mental necesario para poder experimentar el tope del placer.
Quiero comentarles que existe un gran problema a la hora de obtener orgasmos y es que cuanto más te obsesionas por tenerlos, más difícil se hace conseguirlos. Esto ocurre porque para que la excitación siga en ascenso y logres llegar al clímax, tu línea de pensamiento tiene que estar en el presente, en aquello que sientes y disfrutas en el aquí y el ahora. Si estás pensando en que quieres un orgasmo, te estás yendo al plano del futuro y dejando de percibir todas esas sensaciones que colaboran tanto con la excitación. No se le puede quitar mérito a todas las otras formas de placer sexual porque solo ellas nos llevarán al orgasmo.
Para las mujeres es un reto enorme lograr la concentración erótica puesto que nuestra mente está habituada a funcionar con múltiples pensamientos al mismo tiempo, por eso se dice que las mujeres somos multitasking. En términos psicológicos, tenemos mucha atención divida; es decir, nuestra atención la dividimos en múltiples actividades con facilidad. En contraposición, los hombres no son tan buenos con la división de su atención por lo que su facilidad surge con la atención sostenida; esto implica que pueden llegar a concentrarse profundamente en una actividad.
A la hora de hablar de sexualidad, esa diferencia entre hombres y mujeres trae muchas consecuencias. Para un hombre es más fácil concentrarse en las sensaciones corporales y en el disfrute mental, mientras que para la mujer será un reto apartar los pensamientos alternativos y enfocarse solo en el momento que vive. Este es uno de los varios motivos que explican la dificultad de tantas mujeres en conseguir el orgasmo.
Otra situación que se presenta a menudo es el desconocimiento sobre cómo funciona su cuerpo. Hace algún tiempo le pedí a una mujer que dibujara una vulva y me dijera dónde estaba su clítoris. Lamentablemente no acertó. Una mujer que rondaba los 45 años y cuya pareja estaba con ella presente, desconocía dónde estaba el mayor aliado del placer sexual femenino. Y es que además se puso roja de la vergüenza por la pregunta, y más aún por su respuesta incorrecta. Hablar de sexo aún es un tabú y no podemos negarlo.
Además, al desconocer el propio cuerpo y sus áreas de placer (genitales o no) asumimos que también se desconocen los pensamientos que pudieran potenciar aún más el placer sexual. Es decir, ¡demasiadas mujeres no saben sus deseos y fantasías sexuales! Obviamente, al desconocerlos, no existen conversaciones eróticas donde se pida explícitamente qué se quiere.
Por otra parte, es lamentable que tantas mujeres todavía utilicen el sexo como una forma de castigar o premiar a sus parejas por sus tratos emocionales y que se piense que la mujer debe complacer al hombre para que “no busque afuera lo que no tiene adentro”. Por primitivos que parezcan estos pensamientos, siguen siendo protagonistas de las consultas psicológicas.
Así que, mujer, tú que me lees. ¿Sabes cómo te gusta tocarte? ¿Sabes qué ambiente erótico te ayuda a concentrarte? ¿Sabes qué pedirle a tu pareja para explotar de placer? ¿Sabes fantasear?
Finalmente me despido con esta corta reflexión: el orgasmo no es algo que pides en un menú de un restaurante o en la cama con tu pareja: “un orgasmo, por favor”. No. Es un trabajo tuyo que depende de ti y que disfrutarás solo tú. Así que déjate de excusas y ¡disfrútate que ya es hora!
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