Hoy en día nuestra vida está expuesta a una serie de cambios y situaciones inesperadas a las que debemos adaptarnos aunque inicialmente nos llenen de temor, preocupación, tensión y estrés.
Para recuperar el balance, la tranquilidad, la confianza y la claridad mental necesitamos aprender a controlar y a cambiar los pensamientos negativos que repetidamente se instalan en nuestra mente, haciéndonos imaginar todo lo terrible que nos puede pasar. Igualmente debemos aprender a calmar las emociones alteradas que, conectadas con esos pensamientos, nos llevan en la mayoría de los casos a reaccionar de la forma menos adecuada.
Lo primero es tener el deseo genuino de vivir de otra manera, a un ritmo más suave, aprender a vivir como observadores objetivos de lo que nos pasa, para no dejarnos afectar tan profundamente, teniendo presente que todo pasa, de manera que podamos mantener la claridad y la serenidad que necesitamos para actuar de la forma más asertiva posible.
También es importante tomar la decisión de cambiar algunos hábitos negativos, como por ejemplo la costumbre de criticar, de juzgar o de echarle la culpa de lo que nos pasa a los demás, sin comprender que cada uno de nosotros es la causa que genera las situaciones que debemos vivir, y que es nuestra responsabilidad buscar y usar los recursos y las herramientas para manejarlas, transformarlas o superarlas.
Para conseguirlo es importante contar con una autoestima sana, que nos impulse a asumir las consecuencias de nuestras actitudes y de nuestros actos y elecciones, junto con la responsabilidad y el compromiso de aprender y crecer con cada experiencia para ganar el conocimiento y la sabiduría que nos permita actuar, conscientes del efecto que queremos causar para mejorar nuestra calidad de vida y la de los demás.
La práctica de técnicas sencillas de relajación nos permitirá tener una mente más clara, objetiva y optimista, unas emociones balanceadas y un cuerpo vital y relajado para tener una experiencia de vida más positiva.
Aprender a relajarnosPara practicar un ejercicio de relajación te sugiero que escojas un momento del día en el que puedas desconectarte, de todo y de todos a tu alrededor, por unos minutos. Para favorecer el proceso puedes encender una varita de incienso o colocar unas gotas de aceite esencial de lavanda, o de tu perfume preferido; encender una vela, o poner música suave para acompañar tu relajación. Puedes hacerla sentado o acostado, lo importante es que tomes una posición que sea cómoda.
Cuando te sientas listo simplemente cierra los ojos y toma tres respiraciones suaves y profundas. Relaja tu cuerpo, sintiendo al hacerlo como este descansa sobre su peso en la superficie donde te encuentras sentado o acostado. Continua respirando a tu propio ritmo mientras imaginas que al tomar y botar el aire salen las tensiones que tienes guardadas dentro de ti.
Siéntete cada vez más suelto y más relajado, concentrado en el sonido de tu respiración. ¡Descansa!!
Si tienes algún tipo de tensión en alguna parte de tu cuerpo, imagina como al tomar una respiración profunda y botar el aire, la tensión sale junto con él. Visualízate sonriente, feliz, vital y liviano. Disfruta de la agradable sensación de estar tranquilo y relajado. Tómate tu tiempo.
Cuando creas estar listo para regresar a tu rutina simplemente respira y toma conciencia de tu cuerpo: siente las piernas, las manos, la cabeza. Toma otra respiración profunda y recuerda donde te encuentras. Y finalmente toma otra respiración profunda y al botar el aire abre los ojos suavemente.
Te sugiero practicar este ejercicio al menos 10 minutos cada día, de manera que puedas entrenar la mente a soltar los pensamientos, a visualizar, a enfocarte en el presente, para que puedas relajar las tensiones del cuerpo para descansar.
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