En 1943, la más grande empresa de seguros de Estados Unidos, la Metropolitan Life Insurance Company, elaboró unas tablas que vinculaban el peso de hombres y mujeres con la tasa de mortalidad, de acuerdo con los datos recogidos durante sus ocho décadas de historia, y las llamó "Tablas de peso ideal".
Dado que la compañía se sirvió de ellas para ajustar las mensualidades que cobraría por sus pólizas de seguro de vida, las tablas ganaron popularidad y su nombre se impuso como una “norma” aunque carecían de basamento científico.
Situar el peso en el centro del pensamiento y del lenguaje acerca de la salud se denomina “paradigma de salud centrado en el peso” (PSCP) y es el argumento dominante en los discursos actuales relacionados con el peso corporal y la salud.
En la década de los 80 la revista especializada Journal of the American Medical Association publicó una crítica metodológica en contra del concepto de “peso ideal” que concluía con la recomendación de abandonar su uso. Sin embargo, existe un amplio rango de agentes involucrados en el acto empresarial de construir socialmente la gordura como un problema de salud “corregible”, y los medios han sido, por décadas, sus amplificadores al propagar el concepto de “peso ideal” para la salud y la belleza.
Las instituciones de salud pública también han contribuido a perpetuar el PSCP al instruir programas que moralizan la ganancia de peso, haciendo responsable al individuo de temas sobre los que no tiene control, como la inseguridad alimentaria, que no son tomados en cuenta a la hora de promover campañas de pérdida de peso como estrategia de salud.
Aún así es posible encontrar un creciente volumen de críticas al PSCP no solo por parte de especialistas en salud, sino también de académicos, sociólogos, abogados y miembros de la comunidad en general que, a través de sus historias personales, explican cómo el habitar un cuerpo de mayor tamaño ha sido una experiencia de opresión, estigma y discriminación.
Perder peso no siempre es saludable, ni ganarlo resulta perjudicial, y aún así los efectos a nivel emocional son cada vez más nocivos.
Es por ello que se están multiplicando los especialistas que sugerimos dejar la balanza a un lado y proponemos alternativas para explorar la salud y el bienestar a través de nuevas derivas de pensamiento y acciones cotidianas que abogan por la diversidad corporal.
Nuestro cuerpo, por muchos factores sobre los que no tenemos control, tiene un "rango" de peso donde se siente cómodo y seguro. No es un número fijo y por lo general está lejos del que indican las tablas y los “gurús” e “influenciadores” en redes sociales y mucho más del que recomienda la multimillonaria industria de las dietas que gana adeptos a través del sufrimiento y el miedo en torno a la ganancia de peso.
Ante este vacío, son muchas las personas que se sienten indefensas pues quedan pocos argumentos para sostener la restricción alimentaria en la que viven. Solo el qué dirán (que no es menos inquisidor) queda "molestando" en la mente.
Entonces vale la pena preguntar: ¿A quién quieres o necesitas complacer con el tamaño de tu cuerpo?
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